jueves, septiembre 29

Transferencias recobradas

En 10 minutos (son las 16:50) me tomaré el minibus a Puerto Montt, devuelto a la extraña calidez de ser huésped en casa de familia. Mañana haré el llamado "Cruce de los Lagos": viaje anfibio y multivehicular que une Puerto Montt y Bariloche, atravesando 3 lagos, y por supuesto, la Cordillera de los Andes.

Las transferencias de materia entre lugar y lugar, se parece a la transferencia desmaterializante-materializante del cuento de "La Mosca." De repente, siento que "algo" se ha combinado con mi organismo: un rostro de gato, una garra de oso pardo, o una cola de rata como la que ví entre los escombros que orillan el ceno del mar casi estancado, frente a Puerto Montt ayer. ¿Es qué se mejora en las transferencias? ¿O es qué uno se transforma en una criatura cada vez más compleja y cada vez menos trabada por los hábitos monótonos y cotidianos? ¿Uno asume nuevos movimientos, con nuevas articulaciones, y va escaneando y ampliando más su campo visual y el de su experiencia?
A veces, ya no sé a dónde me conducen mis pensamientos metafóricos.
A veces, parece que balbuceo frente a lo más simple de vivir.


Frutillar, Chile, 07-12-97

martes, septiembre 27

Los yao-yao de Edgar Allan Poe

Cada tanto tiempo, uno debería volver a leer a Edgar Allan Poe. No sólo porque varios decálogos de cuentistas como Quiroga o Bolaño lo tengan por ley, sino porque a través de su lectura se reviven los escalofríos deliciosos que produce un imaginario nocturno. Releí hace poco sus mejores cuentos, atraído por razones compositivas: buscaba ciertos escalofríos, como rayos arborescentes y acoplados, para reproducirlos a mi modo y según espectros controlados.

Recuerdo cuando lo leí por primera vez. Tenía 12 o 13 años, y me habían prestado el volumen "Historias Extraordinarias" de Bruguera, con la expresa recomendación de "No leerlas de Noche". Recomendación atendible pero insuficiente para mí, ya que tenía por costumbre leer antes de dormir. La tentación era grande, y no me parecía que fuese a afectarme tanto. Me acosté y abrí mi libro bajo el cono de luz de una lamparita que sumía en sombras la habitación y el living. Mi hermano menor dormía placenteramente. Elegí el cuento más corto. Mala elección: se llamaba "El Retrato Oval".
En ese cuento breve y clásico, el narrador se refugia en una casona abandonada, y presa de la fiebre, se recuesta en una cama a fin de conciliar el sueño. Desde su lecho, y a la luz oscilante de una vela, atisba en un nicho no advertido de la habitación, el retrato de una mujer que le produce escalofríos. ¡La pintura está viva y lo observa desde la oscuridad! Por supuesto, no terminé el cuento. A partir de aquella noche continué leyendo a Poe a la luz del día.

A pesar de las líneas ya clásicas de sus cuentos, hay detalles que Poe introduce en sus ficciones que, siendo inquietantes, evidencian la huella personal de un imaginario múltiple y potenciado. Detalles que bien podrían no estar en el cuento, como si fuesen un reloj anómalo con su propia microfísica eficaz (muchos escritores lo producen: yo los llamo yao-yao, porque se abrazan al árbol de la trama, como un fruto anómalo y parasitario, pero "dulce-dulce" al lector.)
A continuación, los yao-yao de E. A. Poe:

* El crecimiento granular del maderamen del buque fantasma, en "Manuscrito encontrado en una botella", antes de sumirse en las entrañas polares de la Tierra.

* El carácter anticipatorio de la lectura, descargando y amplificando los sentidos (auditivos, en este caso) en "La Caída de la Casa Usher". (En "Respiración Artificial", Piglia imagina estas anticipaciones, pero dándose en forma demorada, como si la ficción escribiese la realidad. Poe las plasmó en su relato dándose en forma simultánea.)

* Los nombres mortecinos de Berenice, Morella, Eleonora y Ligeia: hermosas mujeres engarzadas en materia oscura. Y el cambio de nombres propios, que una vez traspasados al otro lado, se dan a los muertos, conversadores eternos: Eiros y Charmion, Monos y Una.

Y ciertos detalles que establecen resonancias constructivas:

* La brillante composición de "El Hombre en la Multitud", tantas veces analizada. El abrigo de las masas, la indiferenciación o el ansia de la mímesis. Un infierno privado, dinámico e incesante (puesto que el viejo sólo puede ver la multitud, el fondo indiferenciado, no ve al narrador cuando se choca con él, porque éste es también otro hombre en la multitud.)

* Las similitudes técnicas entre "Tripas" de Palahniuk y "Entierro Prematuro". Ambos comienzan con un anecdotario de casos parecidos entre sí y verosímiles, para preparar la experiencia personal y horrorizar con lo que se va a contar. Por su parte, Poe introduce una crítica a lo grotesco cuando no está enraizado en lo real: “Hay ciertos temas de interés absorbente, pero demasiado horribles para ser objeto de una obra de ficción. El mero escritor romántico debe evitarlos si no desea ofender o desagradar. Sólo se los usa con propiedad cuando lo severo y lo majestuoso de la verdad lo santifican y los sostienen. Nos estremecemos con el más intenso de lo “dolores agradables” ante los relatos del paso del Beresina, del terremoto de Lisboa, de la peste de Londres y de la matanza de San Bartolomé, o la asfixia de los ciento veintitrés prisioneros en el Pozo Negro de Calcuta. Pero en estos relatos lo excitante es el hecho, la realidad, la historia. Como invenciones nos inspirarían simple aversión.”
"Entierro Prematuro" es, a pesar de su tema, el cuento positivo de Poe, así como el "Diálogo de Cristobal Colón" es el de Leopardi.

Este fin de semana, fuí a la multitudinaria performance o caminata nocturna dentro del Cementerio Recoleta que convocó CRUCE. Chupé frío (tal vez por el mármol excesivo o por el frío que emiten los muertos, no sé), me cansé de estar de pie durante tres horas haciendo la cola, me asomé a los vidrios oscuros de las criptas atisbando los vitrós y los susurros inaudibles, las emanaciones invisibles.
A veces pienso que un libro, una historia, que no debe leerse de noche (¡pero que es ineludible no hacerlo sino nictálopemente!), concentra en un pequeño espacio un poder incalculable que nos impresiona de por vida, como una huella ectoplásmica indeleble y permanente.
Ever More.

viernes, septiembre 23

El veneno de Conrad para un blogger despreocupado

A pesar de los inconvenientes, de carácter personal, que comprometieron mi tiempo esta semana, pude ir a los Encuentros en el Rojas coordinados por Guillermo Piro, los cuales tenían por tema el "fenómeno" blogger. Fue grato y cálido, más que iluminador. Pude establecer esa extraña conexión entre imaginario textual y emisor real, plegando el gesto a las palabras. Antes de saber quién es quién, y dada las huellas que todo lector atento puede rastrear en un estilo, pude pre-identificar a los bloggers casi sin haberles escuchado antes (salvo al brasiliante, pero cuyo bronceado permanente tendría que haberme avivado.) Hasta reconocí al hargentino entre el público (es decir: un reconocimiento, obviamente, fundado en la estadística), y tengo mis sospechas sobre otros que ni participaron y tampoco se dieron a conocer, de entre los que leo o leí alguna vez.
Luego vino los saludos, el desenmascaramiento, la charla y la cena. Me pidieron amablemente escribir más, cambiar la cara (el template), relajarme, experimentar, desbandarme. Todas cosas que me hicieron reflexionar y remitirme a los múltiples decálogos para ser un buen blogger, o bien de sentirme en la trama de una educación sentimental. No es una cuestión de "seriedad" ni de "ligereza"; lo entiendo. Pero sí tiene que ver con la escritura, y eso remite a una dimensión personal confusa y exploratoria.

Para qué escribo en el blog, para quién. Y derivándose de esto: cómo y cuándo. Sobre el cómo, hay infinidad de pareceres y de intentos. El cuándo es lo más perentorio y condicionante: lo ideal es todos los días. Los blogs que tienen poco ritmo tienden a desaparecer, como si siguieran una ley entrópica. Noto, por lo pronto, que dada mi forma de vivir la escritura, pierdo el paso y por lo tanto, estoy siempre a punto de trastabillar y caer. No puedo escribir con ligereza (y como diría Calvino, no es éste un atributo negativo, pero sí participa del espíritu de la época o del nuevo milenio.) Siento una fuerte responsabilidad con lo escrito. No soy un autocorrector compulsivo, no me jacto de un sufrimiento flaubertiano, pero no puedo emitir gatos cuando sueño con liebres. No puedo encadenar libros como Aira, con el pragmático fin de mantener la línea caliente. No puedo escribir de lo actual, cuando seducido por el pasado, reescribo el futuro (como si fuese una criatura bergsoniana.) Admiro a quién produce sin dudar: es una energía inestimable y preciosa. Pero los admiro cuando sus obras son admirables por sí mismas, y no por la cantidad de energía desplegada.

Un blog "correcto", no dista mucho de una telenovela.

Tiene su franja horaria, su franja social o cultural de espectadores, su persistencia, su género. Y todos sus clishes y sus salvadores remakes. Puedo perderme un capítulo, y sin embargo, como si fuese un dios ubicuo y pagano, me vuelve a acoger en su trama. Y tiene su competitivo raitting. Y sus propagandas (los links amigos, los links de variedades y curiosidades, los links que nos favorecen.) Pero como toda telenovela, cuando uno se ha perdido tres capítulos y otras cosas nos reclaman (otro canal), caen y se abandonan en el olvido. Es difícil cortar con una telenovela, a pesar de su tensión permanente entre lo cursi y lo novedoso o lo macabro, crea una adicción extraña que es su corazón oculto y tiránico. Y yo desconfío de ese doble corazón paralelo.

Como si el blog, Dural, fuese el William Wilson de "NS", mi novela en demorada corrección. Temo que WW tome el control, porque como todo doble, absorve la energía del otro (NS) hasta su fin (que siempre es simultáneo). De la misma manera que en el cuento de Poe: absorviendo toda "la corrección" (la vida moralmente correcta), WW descorregía al narrador, condenándolo al infierno. Un doble, que con su acción angélica, niega el cielo a su protegido. Tal vez, deliro. Tal vez, me doy cuenta que la vida social del blog, impide la subvida anónima del escritor. Extraña paradoja.

El veneno de Conrad corre como una gota de aire por mis venas en el momento de la escritura. Supongo que las pocas visitas que tiene Dural y los concejos atentamente escuchados (y que aprecio, por supuesto), responden a la acción de este veneno que paraliza mis post, los acartona, los endurece y los espacía de silencio. Y como respeto a esos pocos y ocacionales lectores, que terminan de leer hasta la última línea de un post de Dural, les anexo las citas que, a modo de prospecto en la caja de un frasquito calavérico, pertenecen a un escritor maravilloso como Joseph Conrad, quién vivió primero y escribió para vivir después:

A) “Sólo mediante una devoción absoluta e inquebrantable al perfecto acuerdo de la forma con la sustancia, y mediante un cuidado incesante del contorno y la sonoridad de la frase, se conseguirán la plasticidad y el color adecuados, y la luz de la fascinación iluminará la superficie banal de las palabras, caducas y agotadas y desfiguradas por varios siglos de empleo negligente.”

B) “El trabajo es la ley. El espíritu que no se ejercita en la acción se convierte en una cosa muerta, pierde su fuerza e impide dejar un rastro personal sobre la tierra.”

C)“Trabajar lo más concienzudamente posible, describir exactamente lo que se ha visto, cuidar las frases como la tripulación baldea y cuida la cubierta, y no esperar otra recompensa que el respeto silencioso de sus iguales: en eso estriba el honor de un escritor.”

Manéjese con cuidado. Manténgase lejos de los niños y de los incautos(y de los lectores, arriesgaría yo también.)

jueves, septiembre 15

Descripción lepideptorológica de una nínfula



"Tampoco ella es la niña frágil de una novela femenina. Lo que me enloquece es la naturaleza ambigua de esta nínfula -—de cada nínfula quizá—; esa mezcla que percibo en mi Lolita de tierna y soñadora puerilidad, con la especie de vulgaridad descarada que emana de las chatas caras bonitas en anuncios y revistas, el confuso rosado de las criadas adolescentes del viejo mundo (con su olor a sudor y margaritas arrugadas.) Y todo ello mezclado, nuevamente con la inmaculada, exquisita ternura que rezuma del almizcle y el barro, de la mugre y la muerte, oh Dios, oh Dios."

¿Por qué se enamora Humbert Humbert de la vulgaridad de Lolita? ¿Qué es lo que viborea incesantemente en la imagen núbil de Lolita? ¿Qué atributos y condiciones permiten la aparición (súbito hechizo) de una criatura como las nínfulas, allí donde concurre la novedad —la vivacidad de lo joven— y la antigüedad —la continua evasión de un gesto de malicia ancestral—; la vulgaridad en los gustos y en las actitudes (lo provocador), la armonía y altura de los movimientos más delicados? Humbert Humbert es como un refinado degustador de vinos: han sido necesarios años de contemplación y secretas persecuciones, de haber entrenado a los sentidos a desplegarse de la manera más favorable para captar todos los grades de esas apariciones excitantes. Sólo el príncipe, puede disfrutar bajo el disfraz de un campesino, el sentirse ágil buzo en un ambiente vulgar, seguro en su refugio "Real". Un gran observador, pero también un hechizado (un Cazador Encantado.) Por otra parte podemos imaginar que, el campesino disfrazado de príncipe se ve anodadado por lo que no llega a controlar: los gestos, el squeptron. Tampoco es hechizado, sino abrumado. Porque tras el supuesto hechizo aguarda el mecanismo del engaño: sólo harapos, pobreza, desesperación, barro, nada. El hechizo está en aquello que se transfigura evanescentemente, siempre aproximándose, nunca estridente ni definitivo (como tal vez, lo quisiese el campesino), siempre volátil.

La figura de la nínfula, es la figura de la potencialidad. Tiene, asimismo, como atributo la efimeridad de la rosa (la flor se marchitará luego de ser regalada, pero en el gesto sobrevivirá todo su fuego.) Tiene una duración acotada, una malicia concentrada; y este gesto arrebatador, hace de una persona contemplativa y melancólica, su víctima perpetua.

¿Pero cómo describir esta potencialidad, esta flor a punto de florecer, y a la vez, contradictoriamente, en vertiginoso marchitar?

Pienso una aproximación: un Cubo es la superposición de infinitos Planos de espesor nulo. Con esta premisa, cuando quiera decir "Plano", diré en cambio: "un Cubo de espesor nulo." El cubo se afantasma: sólo veo su sombra, rectangular y habitable. Una nínfula es una mujer de formas leves (una mujer de curvas nulas), integrada de infinitos pliegues de niñas entrevistas. Esta entidad vaporosa, cúmulo indiscernible de posibles, de superficies erizadas y crecientes, son la movilidad constante. Necesita de lo bajo y lo pueril, para formar esa sombra rectangular que despliegue el fantasma. Tras el gesto infantil de una niña tomando un helado (no cualquier niña, obviamente), centellea un efímero brillo de malicia en sus ojos, para afantasmar un súcubo. Es una súbita construcción, únicamente posible en el punto convergente del deseo: "Lo que había poseído frenéticamente, cobijándolo en mi regazo, empotrándolo, no era ella misma, sino mi propia creación, otra Lolita fantástica, acaso más real que Lolita. Una Lolita que flotaba entre ella y yo, sin voluntad ni conciencia, sin vida propia."



[La formación científica de Vladimir Nabokov a través de la Lepideptorología, derivada de su afición por la caza y la descripción de las mariposas, impregna la forma en que Humbert Humbert focaliza y acecha esa criatura entre las "criaturas", y que por lo tanto separa y da nombre genérico, haciéndola suya. Dos clases de mariposa llevan hoy el nombre de Nabokov en los catálogos lepideptorológicos del mundo, puesto que él las describió por primera vez (ej.: lysandra cormion nabokov.) Quién lea con atención y estremecimientos espinales la gran obra del escritor ruso, no se sorprenderá que estas maripositas no sean las fulgurantes y oceladas criaturas que podríamos imaginar en primera instancia, capturadas por la red de un poeta (¿una trampa de primera lectura, como las que siempre propicia VN en sus novelas?)
Sólo son dos pequeñas y pálidas, vibrátiles y efímeras, vulgares y ninfúlicas maripositas nabokovianas.]

lunes, septiembre 5

Borges como escritor limitado

Me planteo pensar a Borges como un escritor limitado. Él mismo, dice muchas veces, que la escritura responde a la combinación de muy pocas ideas (pero, pobres en detalles, a medida que pulidas como diamantes, se buscan más puras. ¡Con lo bella que puede ser la ganga, como bien podría decir un minerólogo consumado como Arlt!)
Esta limitación es interesante, tanto más cuanto es "el infinito" principal idea directriz en los escritos de Borges. La prueba del límite, de la humilde posesión de unas pocas pertenencias, es la tranquera inviolable que siempre aparece en sus textos; y me refiero en términos matemáticos, a las Asíntotas: líneas limítrofes a las cuales converge sin tocar, toda función que se despliega infinitamente hacia ellas.
Un ejemplo, entre muchos, es el de "Funes, el memorioso"; la enumeración heteróclita de impresiones, en un despliegue cuyo límite es la minuciosa memoria infinitamente diseccionable de Funes, a la cual converge, como "Los Ojos de Caburga", dos cascadas: una desde el presente y la otra desde el pasado (la primera, oscurecida en la inmovilidad del catre; pero ¿y la infinita progresión de los fosfenos, de las sensaciones táctiles, etc. . . ?)
Todos los laberintos se perciben desde dentro, a fin de sentir la inmensa gravitación del despliegue al infinto; pero la misma nominación "laberinto" la contiene, la limita. Los infinitos son manipulables como cualquier cifra definida: llámese Zahir, Aleph, el "14" de Asterión o "la inconcebible hoja central sin revés" del Libro de Arena. Las imágenes se suceden como "ilustración" del despliegue del infinito.
Borges se detiene en las asíntotas. Podría decirse que define el Caos como el inviolable espacio que media entre el despliegue y la asíntota. Pero cabe aclarar, que bastaría que uno detuviera la cuenta, para que el Caos, aún siendo innumerables sus "puntos", deje de exitir como tal: siempre se pueden diseñar precisas constelaciones.
En esta paradoja radica la diferencia o la crítica que Borges transporta en sus escritos: la limitada combinación de pocas ideas con lo Ilimitado; cuando en otros aparece, la ilimitada combinación de varias ideas con lo Limitado (el detalle, por ejemplo en Nabokov.)

Poema Silenciado



Orfeo lloraba, queriendo acunar
el canto que se le escapa de la voz.

Las sirenas lo bebieron, anudadas sus
lenguas, encallaron sus rizos
a la melancolìa silenciada.

jueves, septiembre 1

Profecía enterrada en un chip oxidado y degradándose

Fantaseo enterrar todos mis escritos en una caja de plomo, 10 metros bajo tierra y dejar de escribir. Tal vez en el año 2666 me transforme en un Clásico. El tiempo arqueológico podría ser un gran Editor.
Pero seguramente, a los sesenta años, presa de la afectación de la memoria, los recuerde tan bellos como la antigüedad. Y al desenterrarlos, los decubra ajenos e incompletos o acalorados, y decida darlos al fuego. Treinta años de una sombra que crece en el patio, una biblioteca enterrada, es demasiada gravedad.
A los blogs los borrará el caos, alguna descarga mágnetica procedente del sol o una nueva tecnología que tendrá poco espacio para tantas cadenas de binarios. La fluctuación de la pantalla es demasiado límpida para el interés del arquéologo, del historiador, del anticuario o del manuscriptólogo. Carece del bruñido, la autenticidad, de la pátina de lo Antiguo.