sábado, enero 7

El placer del viajero



Hace un par de horas terminé de estibar a presión en mi mochila, todos los elementos necesarios para mi viaje. Algo siempre irritante, porque el peso debe ser mínimo, y a su vez, no puede quedar nada fuera que implique nuestra perdición o el pasar un mal rato. Un amigo me contó que una noche en el Sur, tratando de dormir dentro de su bolsa, el frío era tan intenso que pensaba que iba a morir. Aún en la suave y helada oscuridad que lo hospedaba, fijaba su mirada en una leyenda impresa sobre la tela de su carpa, que decía (junto a la composición del material): "cuidado, mantener lejos del fuego". Le parecía terrible morir leyendo esa frase: el calor negado.

Por supuesto, la experiencia de mi friolento amigo Tomatis en campamentismo era mucho menor a la mía, ya que éste debe ser mi décimo viaje a la Patagonia en carpa. Los compañeros de laburo no comprenden que mis vacaciones pasen por el esfuerzo, la privación y el humo que todo lo impregna y desodoriza. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito.

Estuve hace un par de años en las Torres del Paine. Hice el maravilloso camino de ascensos y descensos que enlaza el Refugio Frey con el Jacob en tres días. Me quedaba por conocer el Fitz Roy, en el Parque Nacional Los Glaciares. Y hacia allá voy.

Entretanto, pensé como muchos otros bloggers, dejarles a los ocasionales y fieles lectores de Dural, algún cuento de mi autoría, o mucho mejor aún, de algún escritor de mi agrado. Pero como uno no quiere agregarles peso en sus mochilas de la inmediatez y el clickeo incesante, me daré el gusto de pedirles algo. . .

Cuentenme algo que les haya pasado como campamentistas o como viajeros. La única condición, es que esa anécdota que me cuenten, que les haya pasado a uds. o algún amigo, les haya resultado: extraña, inquietante o peligrosa.

Extraña, inquietante o peligrosa.

No tiene porque ser a lo Ian McEwan. Yo personalmente tengo varias, y tal vez sume alguna más. Ya les contaré a la vuelta.

Nos vemos.-

martes, enero 3

Robert Musil opina sobre el blog

Para este verano, quise sacar en préstamo "El Hombre sin Atributos" del politécnico austríaco Robert Musil. Sin embargo (y para mi sorpresa, ya que había esperado que la incómoda portatilidad de sus dos volúmenes inconclusos me hubieran dado la oportunidad de agenciármelos sin competencia), tuve que conformarme con el primer volumen de los Diarios de Musil.

Por supuesto, es otro bodoque de 600 páginas al que apenas puedo sostener viajando parado en el colectivo (mi gran espacio y tiempo de lectura), y que quedará en Baires hasta que vuelva de los senderos de mínimo peso del Fitz Roy. Pero ante mi sorpresa, leo en una entrada de los diarios de Musil, en el cuaderno 4, circa 1902, lo siguiente:

¿Blogs?
Un signo de los tiempos. Se publican muchos blogs. Es la forma más cómoda, la menos disciplinada.
Bien. Tal vez pronto no se escriban más que blogs porque todo lo demás nos resulta insoportable. En cualquier caso, ¿por qué generalizar?
Es la esencia misma del análisis; nada más y nada menos. No es arte. No debe serlo. ¿Para qué hablar más de ello?


¿El blog en una nota escrita un siglo atrás? (como esas lámparas eléctricas en jeroglíficos egipcios, o la cápsula espacial en el sarcófago pétreo de un rey azteca.)

No, claro, es sólo un ejercicio de lectura: dónde diría "blog", realmente dice "diario" (traducción que entiendo por "periódico".) Pero gracias a los elementos coyunturales que aparecen en esta cita bien podrían servir para esta ligera suplantación, es decir: pensar al blog a través de la similitud entre el entorno de aparición de los diarios hace un siglo y el de los blogs hoy.

Una definición posible, entonces, sería que el blog es la forma "menos disciplinada" de la escritura.

Es interesante notar, también, cómo en 1902 se presentía como una amenaza, la desaparición del arte en manos de esta nueva forma: los diarios, dado que "todo lo demás se volvía insoportable" de leer. Imagino que insoportable en cuanto a la "pesadez" del arte en detrimento de la "levedad" de los periódicos, y especialmente, en la velocidad de lectura. Dada su frescura (el olor de la tinta recién impresa), su inmediatez, su aura entre libertina y libertaria de la expresión, los diarios a principio de siglo compartían símiles características con los blogs hoy: la forma indisciplinada de la escritura (¿y que me dicen de esa incómoda amonestación de Musil en cuanto a que esta forma no es arte, ni debe serlo; y que algunos bloggers comparten, presienten o sospechan con respecto al blog?)

Sin embargo, no es dificíl concordar que hoy el periódico se disciplinó, se reguló aunque enmascarado en su proclamada independencia y autonomía, y su ansia transparente de registrar lo real, lo diario o la primicia (lo que acaba de ocurrir.)

¿No cabría esperar que, en el futuro, el blog termine por ser "disciplinado", y una nueva forma deba comenzar a medrar en procura de la autenticidad y la inmediatez?


[Tagebücher: qué bella palabra alemana. Arrastra en su estela, y en primer instancia, los tagebüchers de Kafka, luego los notebooks de Henry James, los incómodos diarios de escritores.]