sábado, julio 14

Breviario de Amotinados 14

Sabes que hay toda clase de geniecitos maravillosos. Recuerdo, por ejemplo, que cuando yo era niña había unos objetos llamados “nonnons” que eran muy populares, y no sólo entre los niños, sino también entre los adultos, y, sabes, con ellos venía un espejo especial, no simplemente combado sino completamente distorsionado. No se sacaba nada limpio al mirarlo, era todo confusión, y sin embargo su forma no había sido deformada al azar, sino calculada de manera tal que. . . o, mejor aún, para combinar con su deformación, ellos habían. . . no, espera, me explico mal. Mira, uno tenía uno de esos espejos locos y toda una colección de distintos “nonnons”, objetos totalmente absurdos, sin forma, abigarrados, llenos de agujeritos y nudos, pero el espejo, que distorsionaba completamente los objetos ordinarios, ahora conseguía resultados maravillosos, es decir, que cuando colocabas uno de estos objetos incomprensibles y monstruosos de modo que se reflejara en el incomprensible y monstruoso espejo, ocurría algo maravilloso: menos por menos era igual a más, todo era restaurado, todo estaba bien, y la informe mancha se transformaba en el espejo en una imagen maravillosa y concreta: flores, un barco, una persona, un paisaje. Uno podía hacerse preparar su propio retrato así, te entregaban algo que parecía una pesadilla y aquello eras tú, pero la clave para revelarlo la tenía el espejo. Oh, recuerdo cuan divertido era, pero también asustaba un poco –¿que pasaba si de pronto no aparecía nada en el espejo?- tomar un nuevo e incomprensible “nonnon”, y acercarlo al espejo y ver la propia mano hacerse pedazos al mismo tiempo que el “nonnon” se transformaba en una nueva figura, tan, tan clara. . .
Vladimir Nabokov, Invitado a una Decapitación

2 comentarios:

Vero dijo...

Muy bueno. Y mirá qué casualidad. Ayer justamente leí un cuento de Guimaraes Rosa, "El espejo", donde el narrador experimenta con los espejos, va despojándose de rasgos parcializando la mirada para llegar al reflejo de su yo verdadero, hasta que un día el espejo no refleja nada. Los espejos, abominables, ya se sabe.

Anónimo dijo...

Es un gran fragmento, gracias.