miércoles, noviembre 18

Literatura & Tinto


El 24 de noviembre a las 19 hs., en Eterna Cadencia:

Homenaje a Gabriel Báñez y presentación de Posted by (selección de textos de su blog Corte y Confección, publicados por La comuna ediciones)

Participan:Juan Sasturain, Martín Kohan, Marcos Rodríguez, Iván Maidana
Importante: Se entregarán ejemplares de Posted by entre los concurrentes de manera gratuita. Al final, brindis con buen vino de la casa.
Auspician: Secretaría de Cultura y Educación / Municipalidad de La Plata – La comuna ediciones.
Organiza: Nación Apache
Eterna Cadencia Honduras 5582 – Palermo – Buenos Aires

viernes, noviembre 13

Juan José Saer sobre la necesidad de la crítica

(…) Teniendo en cuenta el estado presente, desde el punto de vista intelectual y artístico, de lo que se llama, sin consentir la delicadeza de algún eufemismo, el mercado literario, se me dio por pensar que la crítica es en la actualidad más necesaria que nunca, y si bien mis textos no se ocupan de demoler falsas reputaciones que en general, con el tiempo, suelen derrumbarse solas, en el momento en que estaba proyectando disculparme por haberlos escritos, tuve la intuición de que esa modestia era peor que un acto de cobardía: era un gesto puramente retórico. Porque, a decir verdad, en mi fuero íntimo pienso lo contrario: renunciar a la crítica es dejarles el campo libre a los vándalos que, al final del segundo milenio de nuestra era, pretenden reducir el arte a su valor comercial.

Es notorio que el discurso contra la crítica, académica o no, que abunda en la escena pública, ya no constituye hoy en día la rebelión legítima de auténticos creadores contra el conformismo que pretendía imponerles un preceptiva petrificada, sino que encarna exactamente lo contrario, es decir la pretensión autonómica de la sociedad mercantil que disfraza el mismo conformismo de siempre en espontaneísmo, de supuesto respeto por la masa de compradores a la que designa con el concepto vago de “público”, y de la confusión constante entre la prosa aproximativa del periodismo y una serie de inepcias que se quieren hacer pasar por literatura.


Es obvio que mi intención no es la de exigir de las autoridades –si por casualidad todavía las hubiese- que prohíban la aparición de malos libros y que castiguen severamente el enriquecimiento ilícito gracias al tráfico masivo y a la vista de todo el mundo, entre la gente honrada pero desprevenida, de mala literatura; de ninguna manera. Pero el submundo que practica ese tráfico detesta a la crítica, porque no ignora que el sistema que ha creado –sobre todo en los países industrializados- no resistiría mucho tiempo a los análisis, a las distinciones, y sobre todo al rigor intelectual y a la ética que el ejercicio de la verdadera crítica supone. Es vital para sus intereses que la crítica no se meta con ellos; y eso tal vez impulsa una de las razones que me incitan a practicarla de vez en cuando: no darles el gusto.
Pera esa razón es secundaria. La principal es la siguiente: ya sabemos que la crítica es una forma superior de lectura, más alerta, más activa, y que, en sus grandes momentos, es capaz de dar páginas magistrales de literatura. En consecuencia, la frecuentación del género con la esperanza de lograr algunas de esas páginas no es un proyecto demasiado inútil por parte de un escritor: la obtención de una sola de ellas lo justificaría.
[Saer escribió este texto como prólogo para su libro de crítica La narración-objeto, fechado el 3 de septiembre de 1999, y editado por Seix-Barral. Siempre estuve tentado de reproducirlo en este blog, porque concuerdo en mucho de sus puntos (aunque habría que ampliarlos con mayor detenimiento en un análisis de los fenómenos percibidos), y especialmente, por su contundencia. Disfruto mucho más los textos críticos de Saer que sus novelas (tal vez, a causa de que tardé en caer en la cuenta de que las novelas de Saer se deben leer como las de Proust: en su conjunto, como un continumm), y recomiendo a quienes sean recelosos de la crítica, tanto La narración-objeto, como El Concepto de Ficción y Trabajos. Creo que a partir de varios post que vengo leyendo por la red, donde el conflicto mercado-literatura-crítica origina cruces estrepitosos y poco razonados, este texto de Saer, esta especie de credo conradiano a favor de un ejercicio sostenido y riguroso de la crítica, es perentorio y necesario. Frente a cualquier discusión que involucre los términos de este conflicto, me parece que, como background, por lo menos debiera estar presente en las mentes de los contendientes.]

jueves, noviembre 5

Sueño Blanco

Sé que suelen aburrir los sueños escritos (lo que por otro lado, no ocurre con los narrados oralmente), pero seré breve y éste, en particular, tiene una vinculación sutil con lo real (lo que lo potencia) que podrá interesar. Ayer por la noche, apenas quedé dormido de cara a las anchas persianas soñé. Estaba en una especie de pasillo blanco, luminoso como la vía láctea, avanzando hacia algún lugar indiscernible ya que la blancura lo inundaba todo. No era un túnel (vade retro victor-sueristas y analistas freudianos), sino un pasillo prismático, casi levreriano. Y hacia mí, digamos que avanzando en dirección contraria, venían cloqueando asustadas gallinitas blancas de crestas de un rosa incoloro y patas de un amarillo huevo (bosteros abstenerse, soy del diablo). Asustadas, como si escapasen, aleteando súbitamente suspendidas en un vuelo torpe, confluían hacia mí de a decenas, con lo cual me llevaban a tener que evadirlas protegiendo mi cabeza con los brazos y moviéndome como un anti-arquero. Venían muchas, arrastradas por su pánico, como si estuviesen en una cinta transportadora. Pero mi mente insueño, lejos de estar sorprendida, rumiaba una sola idea, un objetivo urgente: ¿cómo iba a poder capturar alguna y estirarle el cogote de un certero movimiento?, ¿cómo iba a poder desplumarla y cocinarla en ese lugar? En esos reflexivos momentos comencé a despertarme, y como en un entresueño, nítidamente el disco acebrado de la luna brillando a través de la persiana, sumergiéndose en un halo azulado que cambiaba su forma como un charco móvil, borroneando el disco en distintas direcciones. Pestañeos más tarde, pude enfocar la escena con la imprecisión de mi vista sin lentes de contacto. Me quedé unos segundos admirando la luna real como una vaporosa mancha tras las persianas y el cortinado de sombras.
Finalmente, me levanté y fui al baño pensando: qué sueño loco y que poca cosa para un cuento o una narración. Pero lo real es que lo había soñado de cara hacia la luna, y no podía descuidar la posibilidad de su influjo soterrado. Entonces recordé a los hombres-lobo (una conexión, después de todo, literaria), cerrándose con la imagen de las gallinitas, la blancura lunar, la necesidad de cazar civilizadamente. La luna no estaba llena y mi interpretación es sólo una relación de causas y efectos literarios. En el sueño yo no era un lobo, ni me sentía como tal. "Lobo" sólo es un eslabón perdido entre el influjo (¿real?) de la luna recortada por mi persiana en un piso catorce y un sueño curioso y ridículo (a la vista de la vigilia).
Tal vez después de todo, haya una especie de influjo de la luna, así como lo hay en las mareas oceánicas. Lo extraño viene de reflexionar y tratar de descubrir qué clase de influjo operó en mí, y la sutileza imaginaria con que lo hizo. Un misterio que tardará lo que un post descriptivo en desaparecer de mi atención.
Qué poco sabemos de la noche...