lunes, abril 12

Sobre la caída de la publicación de Libros de Cuentos

El cuento nace y se fortalece con el periódico primero, y luego continúa con las revistas. Su brevedad y la necesidad de ser impactantes como relámpagos o como un flash fotográfico en la mente imaginativa del lector, condecía con el espacio y periodicidad del diario. Por ejemplo, a finales del 1800, los cuentos de Poe, incrementaban la cantidad de ejemplares vendidos de un diario de mediopelo. Como los extinguidos discos “simples” de pasta, permitían una difusión y popularidad que la novela no lograba por sí misma. Lo mismo para las nouvelles de James, y las novelas por entrega. Los cuentos latinoamericanos permitieron la difusión de su literatura en revistas extranjeras gracias a su forma (y contenido, obvio), acotando las traducciones, y minimizando los riesgos de publicar toda una novela. Hoy ese soporte amoroso entre el periódico (o el suplemento) y el cuento, agravado con la creciente influencia de la TV (toda ficción se “descarga” en la mente del espectador con simpleza en 1 o 2 hs, y sin el trabajo de “leer”), ha dejado prácticamente de existir en este país (y casi diría en forma global, poniendo como caso la actual política del New Yorker). Hay que recordar que no se escribían libros de cuentos, sino que estos cuentos se iban publicando en diferentes medios, y se agrupaban selectos en un libro después.

Por otro lado, esa caída del cuento, como si fuese un eslabón en la cadena de la lectura, puede implicar la caída de la novela en este sentido: el aprendizaje de la lectura “crítica” (es decir, no la de aprender a leer, sino la de aprender a pensar y disfrutar de la lectura.) Aún así, veo difícil que internet pueda sustentar al cuento, dada las velocidades y ansiedades del lector cibernauta. A lo sumo, la microhistoria o el fragmento lo hagan mejor, como criaturas con mejores recursos de adaptación y permanencia.