tag:blogger.com,1999:blog-113808682024-03-07T03:16:38.153-03:00DuralMiguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.comBlogger145125tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-17297263255531731902021-03-18T16:18:00.004-03:002021-03-18T16:21:02.862-03:00LA INCLEMENCIA<p style="text-align: right;"> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt; text-align: right;">“Time jump like a broken typewriter”</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: right;"><i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: EN-US;">Naked Lunch</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 10pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: EN-US;">, William S. Burroughs<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;"><span> </span>Se
encontrarían en el restaurant de siempre. El vendaval que lo recibió al bajar
del colectivo, había hecho de su paraguas un pájaro quebrado que ahora goteaba
junto a la campera y la mochila, en una tercera silla. Venía de la Facultad. Como
siempre, ella llegó con retraso, pero al verla acomodar su saquito de verano,
sentarse con la cartera sobre las rodillas y desplegar una servilleta decidió
pedir una cerveza. “Prefiero cenar con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cavernet</i>,
si no te importa”, le dijo al acercarse el mozo. “Es una ocasión especial, ¿o
no?”. Su rostro hermoso y mustio se le presentó como un problema de álgebra
vectorial y trató de hacer foco en sus ojos violetas. Unas curiosas arruguitas
tendían a cerrarlos entre el rímel, pero no había rastros de emoción. Una vez
más quedó jaqueado al momento de pedir una suprema a la Maryland para
compartir. Ella había pedido un ojo de bife braseado a las finas hierbas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;">“Con el pelo corto y rubio te ves más grande, pero te
queda bien”, dijo él un poco nervioso y esperanzado. “Vos te ves mucho más
joven, pero no te queda”, se rió ella,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Igual
te salvaste. Por lo menos, te diste cuenta del cambio de look”. Suspiró y
sumergió la mirada en su carterita negra. “Hagámoslo rápido e indoloro”, dijo mientras
hurgaba en su bolso. Le tendió un anillo de oro. “Disculpame que te lo devuelva
así, tan desnudo”, dijo y resolvió dejárselo sobre la servilleta, “La cajita
roja hace tiempo que la tiré, No sé si la habré perdido en alguna mudanza…”. Luego
puso toda su atención en cortar la carne jugosa, y se largó a hablar de los
mellizos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;">De vuelta a casa, el tiempo había mejorado aunque el
calor lo agobiaba. A las diez cuadras, tuvo que sacarse la polera que le
apretaba el cuello, No había elegido un buen momento para algo tan importante. Estaba
seguro que el lugar era el adecuado. Toda su historia amorosa gravitaba en ese
restaurant, aunque no había tenido la intimidad claroscura de otras épocas.
Mañana podría intentarlo de nuevo. Solo era cuestión de tiempo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Al abrir la puerta de la casa, todo era un caos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Su madre lloraba en la habitación conyugal, echada
sobre perchas y vestidos amontonados. No había hecho la cena y buscaba una
minifalda para irse a bailar. En el sillón del living, agonizaba su hermana
menor, mientras sonaba una orquesta de jazz en el combinado. Fue a la cocina y
calentó un plato de hígado encebollado en el microondas. Cuando salió al patio
brumoso, escuchó el zumbido de los alambres telegráficos. Llamó al gato para
darle de comer. No sabía que para esas horas, el animal era solo átomos
dispersos y sin vistas de integración. Miró el cielo lechoso y pensó que tal
vez ella habría llegado a su casa para esas horas. Se guareció en el escritorio
del padre para discar su número. La operadora no pudo comunicarla, aunque dijo
que a través de la línea, se podía escuchar la interferencia de la tormenta
marciana en el poblado de Yoknapatawpha. Fue al baño, y luego de aliviarse descorrió
las cortinas de la ducha. Con disgusto observó el cadáver de su padre inmerso en
la bañera quién sabe desde qué hora. Entró a su habitación y tuvo que echar a
su hermano mayor que intentaba construir un robot con los Legos. Había
intercalado algunas piezas dentales de la hermana menor entre los ladrillos
azules. Le tiró una patada amistosa cuando salió.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cerró la puerta y encontró en su
bolsillo derecho el anillo que ella le había devuelto y que ahora brillaba sin
mácula. Luego sacó del izquierdo la cajita roja, mustia y áspera, que había
llevado oculta para pedirle casamiento. Al abrirla, dentro de su interior de
perla desgastada, certificó que no había nada. Insertó el anillo en la ranura vacía
con cierto temblor. Aún le quedaban cinco cuotas por pagar, pero anillo y caja encastraban
con la perfección de una paradoja. Cerró la cajita y la ocultó en el primer
cajón del armario, bajo pares de medias apelotonadas. Luego, de puntas de pie,
intentó dibujar una mujer desnuda sobre la superficie helada de la ventana.
Cada tanto, la imagen parpadeaba gracias a los faros de los vehículos que rozaban
los techos del barrio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-indent: 35.4pt;">A la mañana siguiente, se sentó a leer el diario. El
mozo le trajo un café con leche y dos medialunas de grasa. Afuera garuaba mansamente.
Una nena entró en el restaurant. Buscaba a su abuelo y pensó que él podría ser
un amigo del club. Le dijo que no, pero que si quería sentarse a esperarlo, le
daría una de sus medialunas. Se preocupó un poco por ella cuando dijo que sí.
Sus ojos tenían un brillo peculiar, a piedritas bajo el agua, y le trajo recuerdos
vagos y erosionados. De tres bocados, la nena se terminó la medialuna. Él pidió
entonces una chocolatada y dos medialunas más.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 200%;">Con una mueca volvió a desplegar el diario tembloroso
y, dirigiéndose a ella como si fuese un secreto incómodo e irrevocable, le
susurró: “Se pronostica que el tiempo va a seguir inestable toda la semana”.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-45518518149223486482013-03-19T12:28:00.002-03:002013-03-19T12:28:26.531-03:00La disolución de Arlequín<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibuRRSawM1HymttMv4vLoMBbrtnoFS8azkwsJBbmar7X1TfPulwcpQpg7g1rNdXwqgxtuNfnc-x5SfQpo7PH4DixQrMA2S1de85wv3x58Q_zQkAMT07v3qvx8O8jUA1LZ9UJYbHw/s1600/Viaje+Israel-Italia+285.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" psa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibuRRSawM1HymttMv4vLoMBbrtnoFS8azkwsJBbmar7X1TfPulwcpQpg7g1rNdXwqgxtuNfnc-x5SfQpo7PH4DixQrMA2S1de85wv3x58Q_zQkAMT07v3qvx8O8jUA1LZ9UJYbHw/s400/Viaje+Israel-Italia+285.JPG" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El interior verde de los <em>vaporettos </em>se acentúa en la noche y parecen peces abisales con su vientre de cristal de murano, oliváceo como las aguas que ahora son negras, festonadas de reflejos de plata; y la gente se apiña sobre cubierta, de pie y con las manos en los bolsillos, mecidos en el vandeo de la embarcación: ruidosa, prepotente al golpear contra los muelles.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ese verde, entre el musgo y el oliva, sume a Venecia en su característica atmósfera de sueño líquido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ese verde, se imbrica con los ocres erosionados de las fachadas de los edificios: rojo, amarillo, rosa, gris, igual que un Arlequino. Y en el cruce de dos ondas circulares sobre las superficies agitadas de la laguna, descubro la forma de la cuadrícula romboidal que, acaso, haya inspirado la trama arlequinada de las máscaras.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi mente empieza a sintetizar formas y colores en una especie de red que intente aquietar a Venecia, descomplejizarla hasta libar la gota más pequeña de una fórmula: donde fuerzas y masas desplieguen todos sus anclajes y fluencias a través del tiempo y el espacio, desde la máscara de Arlequín hasta las figuras que describen las ondas de agua, desde los pilotes invisibles hasta el fondo de los pozos cellados bajo tapas de hierro negro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Solo así Venecia dejará de confundir y perturbar mi mente. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<em>Venecia - Febrero 2013</em></div>
Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-367042600583929592011-10-29T11:52:00.008-03:002011-10-29T14:41:01.855-03:00Sobran motivos para ser salvajes<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv56HnRzld2_gEXA-EFqEG7ozATnthFadqa_XyS7HJcAjapfaDgu49iBQ7cExP0Hxlovi_AN4SQ5gVGmwszch2HdSsrxWYmh8591-fR9vLEuecC2Vb3tFHtzX2_W0pv0-pU0wV_A/s1600/ana3.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 175px; DISPLAY: block; HEIGHT: 298px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5668948204872715858" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv56HnRzld2_gEXA-EFqEG7ozATnthFadqa_XyS7HJcAjapfaDgu49iBQ7cExP0Hxlovi_AN4SQ5gVGmwszch2HdSsrxWYmh8591-fR9vLEuecC2Vb3tFHtzX2_W0pv0-pU0wV_A/s400/ana3.jpg" /></a><br /><br /><div align="justify">Salió a la venta el libro<em> <strong>Los archivos de Nación Apache</strong></em>, una cuidada e inteligente selección de textos realizada por Paula Pampín, Omar Genovese y Guillermo Piro, extraidos del multipremiado sitio web que todos conocemos. La edición de por sí es bella, tanto en su papel satinado como en el peso sorpresivo de su portatilidad, así como también en la sobriedad y simpleza de su diseño paratextual (un sugerente fantasma de tinta mitad ataque de pluma y mitad libro desgajado nos llama desde su portada).<br /></div><br /><div align="justify">Gracias a la calidad y pirotécnica variedad de los textos reunidos, así como también a la entusiasta participación de sus autores (la amplia mayoría de reconocida trayectoria escrituraria), este libro es un claro reflejo de esa política "descentrada, horizontal y rizomática" que impele al homónimo blog colectivo a "expresar un pensamiento lateral en el campo de la cultura contemporánea, esa densidad sumida en el delicioso caos de las contradicciones".<br /></div><br /><div align="justify">A modo de índice-catálogo y de estratificado anzuelo en corte, detallo a continuación las sugerentes secciones del libro:<br /></div><br /><div>1) <strong>Humos y Señales</strong> (Literatura, textos y ensayos)<br /></div><br /><div>2) <strong>El sonido de la tierra</strong> (Filosofía)<br /></div><br /><div>3) <strong>Salvajes y alambrados</strong> (Humanos en guerra)<br /></div><br /><div>4) <strong>Flechas en la oscuridad</strong> (Asuntos de la realidad)<br /></div><br /><div>5) <strong>Pensamiento nómade</strong> (Reflexiones sobre Arte)<br /></div><br /><div align="justify">El listado de autores en orden alfabético (dentro del cual me veo casi fuera de foco, pero agradecido y sonriente entre Sasturain y Tabarovsky) es una aldea poblada de cronópicas, simpáticas e interesantes sorpresas:<br /></div><br /><div align="center"><em>Humberto Acciarressi - Pedro de Angelis - Edgardo Balduccio - Gabriel Bañez - Sergio Bizzio - Nicolás Casullo - Susana Cella - Oliverio Coelho - Sergio Chejfec - Luis Chitarroni - Silvia Dabul - Luis del Mármol - Ariel Dilon - Daniel Freidemberg - Sergio Gaiteri - Raúl García Luna - Omar Genovese - Mempo Giardinelli - Luis González Bruno - Nicolás González Varela - Daniel Guebel - Juan Diego Incardona - Gabriela Liffschitz - Jean-Marie G. Le Clézio - Ernesto Mallo - Jorge Mayer - Luis Menéndez - Federico Monjeau - Héctor A. Murena - Andi Nachon - Max Nettlau - Gustavo Nielsen - Lucas Oliveira - Inés Pereira - Julio Petrarca - Guillermo Piro - Nicolás Enrique Puente - Elíseo Reclus - Ricardo Rouvier - Leonardo Sai - Juan Sasturain - Miguel P. Soler - Damián Tabarovsky - Maximiliano Tomas - Andrew Vachss - Gianni Vattimo - David Wapner - Horacio Zabaljáuregui.</em><br /></div><br /><div align="center">Es evidente que sobran motivos para ser salvajes... </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-84219337582144637112011-07-06T10:09:00.011-03:002011-07-06T15:46:02.551-03:00Pynchonavegando en régimen turbulento<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwcBIChMY9nKpti8OWMnQfnK7V631N35sWhzDGagSD6oknHsV7HBmEYB43rdOXMbFRCA5JmNm5nQ-vgdbYond-ogEw_4Bu1yydAezGmrDEAdBwH5BzNPkfU0ctmNN7fsoSN4V8aA/s1600/karl-hans-janke_1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5626238489925605842" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 182px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwcBIChMY9nKpti8OWMnQfnK7V631N35sWhzDGagSD6oknHsV7HBmEYB43rdOXMbFRCA5JmNm5nQ-vgdbYond-ogEw_4Bu1yydAezGmrDEAdBwH5BzNPkfU0ctmNN7fsoSN4V8aA/s400/karl-hans-janke_1.jpg" border="0" /></a>Traspasé ya la mitad del voluminoso <em>Contraluz</em> del ing. Thomas Pynchon. Vengo armándome un mapa de navegación que utiliza ciertos personajes, a través de sus nombres, como si fuesen estrellas: las boyas más importantes del firmamento y que servían a los navegantes transoceánicos (no hace mucho, soñé con una especie de astrolabio desarmado en pivoteantes piezas de bronce bruñido que, al contrario de los conocidos artefactos de múltiples ruedas, rayos y arábigas inscripciones, más bien parecía un giróscopo de cuatro grados. Uno más que el que detenta los giróscopos de los aviones para la aeronavegación: corazones secretos del vuelo, así como los tubos pivots, órganos sensibles que pueden acarrear el desastre). Hay una común opinión de que el lector experimenta un efecto de desorientación, de desorden, de caos. Sin embargo, a medida que cartografío y sintetizo, uno puede percibir que solo es turbulencia controlada. Tengo la certidumbre de que Pynchon es un colega, un ingeniero aeronáutico, o cuanto menos (espero no producir suspicacias), un ingeniero mecánico. Pero si uno escribe informes técnicos para la Boeing, como lo dice la solapa con el cuadro tachado de Tusquets, es altamente probable que se deba contar con una matrícula profesional aeronáutica y al menos cinco años de experiencia en el rubro. Yo, si fuese un detective salvaje, intentaría acceder y rastrear esa matrícula en el Consejo Profesional (una como la que yo pago aún, año a año), y aunque probablemente Thomas Pynchon ya haya dejado la profesión, no me extrañaría encontrar tras ese número un representante técnico de alguna aeronave o flotilla o pequeña empresa, o a un dueño de un avión privado.<br /><br /><div align="justify">En el monstruo argumental y estilístico de <em>Contraluz</em> (una literatura de izquierda y de derecha trabajando al unísono como el cerebro aún no invadido por el pánico <em>cirrus</em> de un piloto), por ahora aprecio la ductibilidad y la libertad de un tipo que edita lo que quiere, con sus aciertos, sus complejidades y sus riesgos. Un escritor extremo bancado por un editor extremo. Eso es lo más envidiable de Pynchon (al menos para mí): el uso y abuso de los seis grados de libertad que habita como Skip, la centella parlante. A pesar de ser un libro excesivo, a veces moroso y a veces intrépido (veáse los lectobioritmos trazados por <a href="http://www.elpezvolador.wordpress.com/2011/03/28/icontraluzi-de-thomas-pynchon-vii-valoracion-parte-uno/" target="_blank">Martín Cristal </a>en su blog como ejemplo), es obvio que discurre de una manera controlada y orquestada, casi jazzisticamente (es decir, hay estructura e improvisación habitándola). Es una turbulencia congelada de difícil navegación, pero imbuida de un espíritu juvenil y apasionado.</div><br /><div align="justify">Hay dos fuerzas primarias en mi lectura (una simplificación, de alguna manera, de ese espectral lectobioritmo que por cada lector es distinto y único, ya que depende de contingencias externas e internas: colectivos y traslados, sueño atrasado, lecturas juveniles y futuras, el peso mayor o menor del ejemplar inmanejable, la traducción agreste, la infame y mezquina dosis de tinta en la impresión editada para empobrecidos lectores de papel): cada vez que aparecen los Chicos del Azar, el libro remonta vuelo, se insufla de aire y levedad, de imaginación y belleza. Cada vez que aparecen los Traverse (salvo Kid, ya que enlaza con los Hazzard Kids), el libro se hunde, se hace de piedra y aletarga, se hace predecible anclado en las entrañas sólidas de la tierra. Dos generos en pugna: el aéreo de la <strong>literatura juvenil</strong> versus el pedestre del <strong>western</strong>. Mi lectura es una primera aproximación, envolvente e imprecisa: como toda integración simplificativa de funciones tan irregulares como un lectobioritmo de Cristal.</div><br /><div align="justify">Como <em>background</em> para mi navegación, me doy cuenta paso a paso como quien reconoce el paisaje de una pesadilla recurrente, me basta por ahora mi gran caja de apuntes de la UTN (que descansa sólida en un armario de la casa de mis viejos). No me extrañaría que Pynchon escriba desde una caja parecida en algún lugar bilocalizado.</div></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-2536047018739786502011-06-24T15:35:00.008-03:002011-06-24T16:01:07.953-03:00Ficción crítica y crítica ficción: De J. L. Borges a Jaime Rest<div align="justify"><em>“(...)la materia verbal sólo puede engendrar ficciones, pero estamos desprovistos de cualquier otro medio que nos facilite la organización de nuestra experiencia.”</em><br /><br />Estas palabras pertenecen a <em>El universo de los signos</em>, uno de los cuatro artículos que conforman el libro del ensayista Jaime Rest: <em><a href="http://www.eternacadencia.com.ar/ee-ellaberinto.htm" target="_blank">El laberinto del universo</a></em>. Borges y el pensamiento nominalista (recientemente reeditado por Eterna Cadencia Editora). En esta cita se respira un ambiente enrarecido como puede ser el de la metalinguística, ambiente paradojal en el sentido de que todo y parte se coaligan en forma oscilante. Es decir que una misma “materia verbal” comunica y contamina la ficción-crítica de Borges con la crítica-ficción de Rest. Todo parece integrar un mismo discurso donde la ficción, en continua migración, establece una suerte de juego de correspondencias y paradojas que abisman lo que se pretende rescatar de un texto. Es como si el discurso de Borges arrastrara y plegara a la superficie la lectura de Rest. Llegado a este punto, el escrito analítico de Rest parecería haber callado para mí.</div><br /><div align="justify">¿Qué dice Rest que ya no esté dicho en Borges?</div><br /><div align="justify">De este sutil resquicio, pasando por otros tres ensayos que le pertenecen y que establecen una traza estilística, intento desplegar la mirada analítica de Jaime Rest, es decir, su voz distintiva dentro de la crítica literaria.</div><br /><div align="justify"><em>[Este ensayo, haciendo un click, continúa en </em><a href="http://www.nacionapache.com.ar/archives/4877" target="_blank"><em>NACIÓN APACHE</em></a><em>]</em></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-82692049275215480362011-06-19T21:20:00.007-03:002011-06-19T21:35:15.897-03:00El sueño de LeonardoEscultura en cemento de <strong>Leonardo J. Soler</strong>, realizada durante el período 2010-2011.<br /><br /><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 400px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5620092657964863042" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGkSqYdh2h47J8r7czqF6NKolU1zLxPSDGys4gWuKaRhUC3fpWbgb1VM4MmQXjU1SGfGkN_0VKHpfherI4fDlA1ZCd4Y5KhUEH-L25pLgV4ow67sj1b1VZrMZ0J80evDONwuf5wg/s400/La+m%25C3%25BAsica+-+Leonardo+J.+Soler+%25282%2529.JPG" /><br /><br /><div><br /><div></div><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 400px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5620091874579344290" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUAEDEQp6lHkqSgt7_gnXXJZlyFj2-GujUdMT3CQlGyzYA14oY9A-anckFuvXXwdNKoleEa9aFaQDpuYnlxXjgkJ8hZ7AqkLwb8dvAUh3vzWVaex3fnKrBz9fFf-T5kXqylIG2lA/s400/La+m%25C3%25BAsica+-+Leonardo+J.+Soler+%25281%2529.JPG" /> </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-18552673237900559242011-05-20T11:54:00.006-03:002011-05-20T12:31:22.207-03:00Bolaño: Hacia una teoría de la Incompletitud<div align="justify">El estilo centrífugo de lo inacabado contrapuesto al estilo centrípeto de lo completado hasta la nimiedad.</div><br /><div align="justify">Pero es muy distinta la incompletitud kafkiana que de la misma manera surge de una "situación" frente a la que sostiene o se adscribe Bolaño. Hay una cuestión de esfuerzo y de quedar exhausto en Kafka. Como si empezase con brío una tarea que no parecía ser eterna, y sin embargo, así resultaba al quinto párrafo.</div><br /><div align="justify">Es decir, y literalmente, el Desaliento. En cambio, Bolaño es la pirueta, el artista del aire, la demostración de lo posible: "miren mi fuerza, mi capacidad". Lo que se llama una prueba de destreza, un testeo.</div><br /><div align="justify">Ambos murieron prematuramente, socabados por una enfermedad de cierta lentitud, con lo cual sabían que tenían poco tiempo de vida.</div><br /><div align="justify">Pensemos en la rapiña del editting necrológico: todo puede "acomodarse" para formar un póstumo. ¿Pero que hay de esa necesidad en vida?</div><br /><div align="justify">Ver estos tristes esbozos estirando los brazos, pidiendo un crecimiento casi instantáneo, para ser inmovilizados en una edición prematura. Por ejemplo, Kafka, cuando sus amigos le dicen que ya es hora de editar, y termina arreglando con ligero decoro esos trozos trasvasados de su diario para componer su primer librito <em>Contemplación</em> (luego se arrepentiría de esto).</div><br /><div align="justify">En similar estado debió encontrarse Bolaño: la uregencia de editar en tiempo de descuento.</div><br /><div align="justify">Entonces, ¿por qué ese esfuerzo sobrehumano, muy repetitivo y poco efectivo, de la parte de los asesinatos en <em>2666</em>? ¿La sombra de Kafka aquí también? ¿El aburrido apilamiento de sucesos en <em>El Castillo</em> para jamás llegar a destino? ¿La inconclusión como postergación de la muerte, de El Fin?</div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-85024108346309517702011-05-09T12:05:00.007-03:002011-05-09T12:45:49.611-03:00Mimetizado en la tangente<div align="justify"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5604741662453797154" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 299px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg42nM-nLgQKQjqWTW6M-DltSckOLWLjE1gIRh33r6fy_b8Lsu0PtdJIdLSFVJwndyf7wCIGSVV0DEdB-R7jt5Z4zPsoJFnitA8SYl78Zof2yAGLSFfjX0Rm1Om1clkNnUNfyYybw/s400/Mandioca+en+la+Feria+2011.JPG" border="0" /> Feria del Libro 2011. En el stand de <strong>Estación Mandioca</strong>, mimetizado entre autores, ilustradores y editores, extraña simbiosis de criaturas del libro. Tomando agradecido un vino que rotaba entre mis dedos sin desbordar de la copa, pescando algún canapé multicolor, casi sintiéndome en una pecera donde los visitantes que orillaban los cordones pretendían una participación como los peces del Botánico las tutucas sobrantes del Zoológico. Y ese día, me contuve en la tangente de la Feria, en ese stand 2554 frente a la entrada de Cerviño, un poco a espaldas del ruido y los remolinos del interior. Aún así, en un borbotón de cámaras y flashes, como periodistas escapados de mi caso, entró el economista Martín Lousteau en fuga mediática. Casi creí verlo tras sus lentes bicolor: por un segundo dudó entre doblar hacia el rojo o hacia el azul. Ni que decirle, que tras los cordones, nos reímos sorprendidos de sus aparición de pop star de las letras y los números, mimetizados en la calidez amarilla de una isla tangencial.</div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-37052262290925052642010-11-16T11:20:00.005-03:002010-11-16T11:51:38.844-03:00Vonnegut Reverse<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhys35MPPtuBiVluvftsATTSh2LhL8yQzSzF0zrKcGga2VnDo1etAqYAXC84dyjevV94-pWAfie2i4CPLkrOt-eoqmALr27b71I-KQkvidvXR-68HiHfYNEXHp1EG4n0rV1vTOFrg/s1600/B-24_Kopfstand.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5540159963551070946" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 290px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhys35MPPtuBiVluvftsATTSh2LhL8yQzSzF0zrKcGga2VnDo1etAqYAXC84dyjevV94-pWAfie2i4CPLkrOt-eoqmALr27b71I-KQkvidvXR-68HiHfYNEXHp1EG4n0rV1vTOFrg/s400/B-24_Kopfstand.jpg" border="0" /></a><br /><div><em>"Billy Pilgrim bajó las escaleras con sus fríos y marmóreos pies. Se dirigió a la cocina y allí la luz de la luna dirigió su atención hacia una botella de champaña medio vacía que había sobre la mesa de la cocina. Era todo lo que quedaba de la fiesta. Alguien había tapado otra vez la botella. Y parecía decir: «¡Bébeme!»<br /></em><br /><div align="justify"><em>Así que Billy la destapó con los dedos. No hizo ruido alguno. El champaña estaba muerto. Así fue.</em></div><br /><div align="justify"><em>Billy miró el reloj que había sobre la cocina. Tenía que matar el tiempo durante una hora antes de que llegara el platillo. Se fue a la salita balanceando la botella como si fuera una campana, se sentó en una butaca y encendió el televisor. Entonces, tras haberse aislado ligeramente del tiempo, vio la última película, primero al revés, de fin a principio, y luego otra vez en sentido normal. Era una película sobre la actuación de los bombarderos americanos durante la Segunda Guerra Mundial y sobre los valientes hombres que los tripulaban. Vista hacia atrás la historia era así:<br /></em></div><div align="justify"><em></em> </div><div align="justify"><em>Aviones americanos llenos de agujeros, de hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron a la formación.<br /></div></em><div align="justify"><em>La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombarderos abrieron sus escotillas y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.<br /></em></div><br /><div align="justify"><em>Cuando los bombarderos volvieron a sus bases, los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barcos a los Estados Unidos de América. Allí las fábricas funcionaban de día y de noche extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte, mujeres. Los minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que así no volvieran a hacer daño a nadie.<br /></em></div><br /><div align="justify"><em>Los pilotos americanos mudaron sus uniformes para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba. Porque Billy extrapolaba. Y se imaginó que todos se volvían niños, que toda la humanidad, sin excepción, conspiraba biológicamente para producir dos criaturas perfectas llamadas Adán y Eva."</em></div><br /><div align="right">Matadero Cinco, <strong>Kurt Vonnegut</strong></div><br /><br /><div align="justify">[Maravillosa "inversión" de Vonnegut, extraida de mi reciente lectura de <em>Matadero Cinco</em>. Aún cuando el efecto sorpresa de <em>time travelling</em> se pierde porque hoy en día podemos rebobinar películas en play, el cruce de géneros en este fragmento me parece cuanto menos ingenioso. El detalle de la champaña muerta, y ese "bébeme" que remite directamente a <em>Alicia en el País de las Maravillas</em> (la pócima que reduce, si mal no recuerdo). La espera del platillo volador que lo va a raptar... (esa c.f. de baja calidad que sustenta toda la novela y que da coartada a las condiciones mentales de Pilgrim. Henry James lo hizo con el género de fantasmas en <em>Otra vuelta de tuerca</em>: la indecibilidad de la percepción mental). Pero aprecio lo simple del procedimiento, que con un <em>rewind</em>, una inversión temporal, un pasaje de términos, la escena se ve resignificada y la reflexión crítica se dispara. Me hace pensar en ese proyecto inconcluso, que la muerte prematura obliteró, que es el de las <em>Poesías</em> de Lautreamount: la aplicación sistemática de inversiones en frases y poemas famosos para extraer una nueva luz sobre las reflexiones más anquilosadas y/o admiradas.]</div></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-55216666058734611232010-11-02T13:11:00.008-03:002010-11-08T11:02:07.428-03:00El Infinito literario<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf73q2VMmEjsEkLUEyHzpD4uxcus-wKTVxXNep244n_t7jVIjbPeo5ALRhyTsBAoQAK8c447T_UGhH4VFVkunG9wLEpsMhfdLVwhbW3x8lzpHVkn956Oot8aLTyELmR8D-ry06gQ/s1600/reloj.png"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5534988145098190722" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 198px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf73q2VMmEjsEkLUEyHzpD4uxcus-wKTVxXNep244n_t7jVIjbPeo5ALRhyTsBAoQAK8c447T_UGhH4VFVkunG9wLEpsMhfdLVwhbW3x8lzpHVkn956Oot8aLTyELmR8D-ry06gQ/s200/reloj.png" border="0" /></a> <strong>I</strong><br /><em>El tiempo infinito</em>: Toda concepción del infinito se muestra acotada desde una perspectiva de escala humana. En el espacio: el vasto gravitar de un universo expansivo (microscópico, de dimensiones enteras, series potenciales); también la fuga material del interior de las cosas que nuestra mirada no llega a intuir (microscópica, de dimensiones fractales, series acotadas). Semejante peso de infinitos, tiene un correlato en el tiempo, ejemplificado tal vez con mejor acierto en los relatos de carácter onírico. De aquí, la innumerable producción literaria que incluye a los surrealistas, el <em>stream of consciosness</em> de Joyce y Woolf, etc. </div><div align="justify"><br />La novela, marcada por el cronotopo de la “vida”, es el espacio textual que mejor puede dar cuenta de la temporalizad, y es<em> El Castillo</em> de Kafka un buen ejemplo de ello. K es presa de un fluir discontinuo (aunque alud) de acontecimientos que demoran la finalidad del personaje. El cansancio de K se ve acentuado por esa materialidad del tiempo: lento (1 a 1) en el discurso de Pepi, veloz y teatral (película de Chaplin) en la escena del reparto de expedientes en el pasillo. Cada acontecimiento tiene su propio tiempo, todos ellos están en primer plano. Mario A. Lancelotti, en su <em>Teoría del Cuento</em>, escribe: “(...) por un mecanismo que une inexorablemente la instancia temporal a la espacial, lo pequeño se vuelve inmenso, lo más diminuto se torna infinito”. El que espera, es ineluctable prisionero de los acontecimientos; todo se dilata, el rictus más nimio cobra una significancia y una materialidad que linda el presagio (inútilmente creemos manejar ese colectivo que no arriba, pisamos el acelerador y su lógica sigue curvas incognoscibles y fatales. Lógica parecida rige la vida de <em>Orlando,</em> el personaje de Virgina Wolf. Atrapado/a entre el tiempo exterior -infinito- de la Historia y el tiempo interior –infinito- de su cuerpo; y la clave de ello: la naturalidad del sueño, de lo cotidiano).<br /><br /><strong>II<br /></strong><em>El espacio infinito</em>. <em>Lo desértico</em>: Existe una chatura en el texto, como una larga composición musical de Eric Satie. La genialidad (un maestro de música me lo dijo una vez) está en la irrupción fantasmática de un acorde, allí donde esperabas oír otro en la continuidad de esa lógica armónica. El jazz es la posibilidad de la exasperación, los frustrantes tropiezos de K (de sus lectores especialmente).<br /><br /><strong>III</strong><br /><em>Lo abigarrado. Los cuadros de Brueghel el Viejo</em> como en su pintura de los juego de innumerables niños, un todo extenso, y de tan abigarrado: en apariencia chato. </div><div align="justify"><br /><em>Escena de Orlando</em>: el río congelado del Tamesis que se quiebra y, entonces, los náufragos con sus pequeñas historias bogando hacia la muerte. Esa vista campesina, el retablo entre inocente (desde una distancia ausente del narrador <em>Orlando</em>, narrado por su biógrafo, narrado a su vez por Woolf) y enmarcado como suceso aislado en la continuidad de lo intrascendente. Apenas un esbozo de pequeñas circunstancias que se multiplican en otras más pequeñas. <em>Fractal. Multiplicación.</em><br /><em></em></div><div align="justify"><em>Roland Barthes</em>: El texto es plural, desplegable, de latentes sentidos multiplicados, pronto a dispararse según la lectura atenta. Su definición de la finalidad es la de un correlato, acción que demanda su conclusión. Todo lo demás es una suspensión del sentido, se transforma en una catálisis dilatada según una estrategia argumentativa (maneja el engaño, la mentira, los retrasos, el equívoco: da forma a la espera).<br /></div><div align="justify">Toda migración de sentido será posible merced a la contigüidad de estas habitaciones de pequeños acontecimientos. Pero... ¡horror!: nos encontramos con habitaciones sin fondo, o simplemente planas, o llenas de gestos indescifrables, o solo espejos o solo cuadros pintando habitaciones.<br /><br /><strong>IV<br /></strong><em>Lo intransferible</em>. <em>La pensatividad de la Marquesa</em> (marqués es, precisamente, el que cuida los límites) que se abre al infinito por inapropiable o intransferible. Aquí lo imposible de leer, lo real del texto. Hay una lógica del pensamiento que se contrapone al del razonamiento. Lógica del Azar que responda a los acontecimientos del Absurdo. ¿Qué pasa por la mente del Castillo?, se pregunta K y tropieza con un ayudante. ¿Qué pasa por la mente de Kafka?, se pregunta el sano lector y tropieza con un discurso inquietante entre Bürguel y el Agrimensor.<br /><br /><strong>V</strong><br /><em>Textos arborescentes</em> en infinitos retrocesos de fuentes literarias. En Borges, esta es la operación que fomenta la vaguedad, lo falaz de la autoría. Hay innumerbales ejemplos de ellos en las literatura del siglo XX: las citas multiplicadas del <em>Necronomicón,</em> el asombroso <em>Diccionario Lázaro</em> de M. Pávic, el colage de géneros discursivos, etc.<br /><br /><strong>VI<br /></strong><em>“...hlör u fang axaxaxas mlö”</em> corresponde a la idea de la luna para los tlöneses australes. Apresar “lo otro” en la multiplicación caótica de palabras, es un movimiento al infinito producto de la pérdida de un lenguaje adánico. Barthes, en su artículo <em>La Utopía del Lenguaje</em>, habla de una realidad cambiante que produce un lenguaje vivo y mimético de imposible captura. Peter Burger explica el carácter divergente de la literatura, en la tendencia de encuadrarla como totalidad orgánica u objeto que difiera de la “actividad humana racional y planificada”. Utópico es el lenguaje-jaula de Tlön, muestra acabada de la imposibilidad de una escritura que acaricie la vida sin apartarse de ella.<br /></div><em></em><div align="justify"><em>Barrenechea: </em>con otro movimiento enunciativo, los adjetivos de Borges quieren dar cuenta de ese “horror intelectual” que fascina en el infinito: lo inacabado o la inmovilización de un gesto. El infinito como una mancha de piedra (en<em> El Banquete de Severo Arcángelo</em>, aquella escena que de cara a las estrellas, se pronuncian cifras inmensas –14- y se sienten aplastados), y pero aún la carrera infinita a la vista de una meta finita. Barrenechea apila adjetivos sustantivos de infinito. Las palabras obran como las cifras así como las metáforas de Chesterton: escalofríos del intelecto.<br /><br /><strong>VII</strong><br /><em>Lo indecible</em>: El texto trata de apresar lo indecible; el escritor acuña monedas que se acerquen a ese valor incalculable. Una es la paradoja, que solo puede dar cuenta de esa imposibilidad en la contradicción cuya solución se pierde en el punto impropio. La otra es la poesía, esa búsqueda suicida de lo indecible.<br /><em></em></div><div align="justify"><em>Kristeva:</em> Hay en el lenguaje del sujeto poético (a través de lo que Kristeva denomina ritmos frásticos) un intercambio pulsional con el lector (lo otro). Solo lo encuentra en fragmentos, en jadeos, en deseo insatisfecho; una desaparición del sentido en el sinsentido y la Risa (Absurdo). (En la novela <em>Nova Express</em> de Burroughs, las secuencias están mutiladas, el sentido se pierde o, al menos, se disgrega a lo largo de un texto balbuceante.)<br />Es esto último, lo indecible, el otro rostro de la literatura que no se regodea en el mero horro intelectual o en las apetencias de proyectos estéticos (modelos estructurales para textos Escher); sino en el buceo en la indecibilidad sin culminar en el silencio. </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-85720190707476455522010-08-31T12:47:00.003-03:002010-08-31T13:05:32.077-03:00"Los Frasquitos" (una obra de teatro posmoderna)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU_3N5GXr3EUbQzxHeZXHsrBwu4SumPscHjxXowbWnh0lo64ltN1Z5eIOfpXzvEpLJNfy-w17NVAKzWOK4Jl4IUv5BmgWcrWrAG-6e2wzBPHtlfjaoor9EfagayMMrBvwMh8Ur5g/s1600/Miguel_observacion.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5511605650045209810" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 220px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU_3N5GXr3EUbQzxHeZXHsrBwu4SumPscHjxXowbWnh0lo64ltN1Z5eIOfpXzvEpLJNfy-w17NVAKzWOK4Jl4IUv5BmgWcrWrAG-6e2wzBPHtlfjaoor9EfagayMMrBvwMh8Ur5g/s320/Miguel_observacion.jpg" border="0" /></a><br /><div><div align="justify">La obra tiene un planteo bastante sencillo en principio. Es un policial de época, como se puede deducir de las vestimentas de los actores y de las marionetas. La primera escena, bajo una luz negra que precisa los reflejos y la palidez de la porcelana, ocurre dentro de lo que parece una cripta en cuyo centro se encuentran dos cuerpos: una muñeca de pálida vidriería y un muchacho igualmente pálido abrasado a ella. Irrumpe a escena, un notario, un médico, un par de policías y un personaje que se presenta como el juez. La muchacha está muerta desde hace días por envenenamiento. El muchacho que a ella se abraza, se encuentra en estado de coma, sin poderse precisar cuánto tiempo permanecerá en él. Sin lugar a dudas, éste es un homicidio y nos hallamos en la <em>escena del crimen</em>. ¿Quién ha asesinado a la muchacha? ¿Por qué este muchacho, armado de un puñal, se encuentra en estado comatoso en la escena del crimen? A su vez, el médico sostiene, complicando aún más el enigma, que el muchacho no tiene más de dos días en ese estado, por cuanto no pudo haberse dado el hecho de que estuviese presente al momento de morir ella. El juez ordena una ajustada lista de personas involucradas que a lo largo de la obra irán dando su versión de los hechos, descubriendo por cada una, secretas intenciones homicidas. Los sospechosos son: los padres de ella y de él, un farmacéutico tartamudo, un cura apesadumbrado, amigos y conocidos de ambas partes, todos extraños y extrañados de irse postulando como posibles autores de un hecho aberrante. En un principio argumentan que al morirse ella, supusieron que había fallecido de ha,bre y tristeza. Pero al descubrirse el veneno, el asesinato de esta dulce muchachita sale a la luz, descartándose a la vez el suicidio. El farmacéutico declara, sin faltar a la verdad, no conocerla ni haberla tratado, por cuanto niega haberle vendido ese veneno que, de hecho suele preparar para clientes exclusivos. El cura del pueblo, quien sí la conocía, dice entre sollozos que es imposible pensar en el suicidio en una chica tan devota, que solo quería vivir para amar y ser amada. Como en esos policiales ingleses, la obra se torna un sistema cerrado, donde todos pueden ser los culpables o una próxima víctima. Las idas y venidas con diálogos y peleas efectistas entre los personajes, bajo luces que atraviesan vitrales suspendidos, van dejando fuera de foco esa imagen central de la pareja trágica; hasta tal punto de que ocurren, sin poder intervenir el juez, dos asesinatos más. En el último acto, sobre los restos de espadas y cristalerías rotas (por efectos sonoros adecuados) el notario trae hasta el juez, un libro requisado. El juez, descubre así, casi en forma sesgada, que este sistema cerrado es en realidad la obra de Shakespeare, su famosa tragedia del amor. Pero mientras en aquel libro, quién se hallara dormida bajo los efectos de una pócima ofrecida por el cura era la bella muchacha; y consecuentemente, el muchacho se envenenaba creyéndola muerta con el frasquito comprado al famacéutico; en este caso, se había dado una inversión. Alguien había intercambiado los frasquitos, resultando la muerte inevitable de la muchacha, y el sueño comatoso del muchacho. No dejaba de ser un homicidio ya que el plan de la chica en un principio, era hacerse pasar por muerta para reunirse en secreto con el muchacho, eludiendo la prohibición fatal de sus padres. ¿Quién había invertido los frasquitos, cambiando el final de la historia?<br /></div><div align="justify">El único culpable, no podía ser otro (rugía aquí el juez, haciendo vibrar la porcelana y el cristal), no podía ser otro más que el Lector. Lector que por distracción, o por pereza (la madre de todas las pestes), o con propósitos homicidas, había “leído erróneamente”, invirtiendo los frasquitos: el fatal veneno y la pócima del sueño. El actor que interpretaba al juez señalaba al auditorio, y casi siempre enganchaba a un espectador joven que venía a ver los ensayos. Es decir, que además de pretenciosa en esa mescolanza de actores y muñecos, con un libreto posmoderno, la obra era interactiva. De acuerdo con la reacción del público, los muñecos y actores seguían improvisando quince minutos más.</div><div align="justify"> </div><div align="justify">La sala que le habían cedido para actuar era un poco exigua; aún considerando que eran sólo ensayos, los pocos que iban (amigos, enemigos, ocasionales visitantes) no lograban llenar el espacio disponible. Sus caras, si bien variaban entre la admiración (ante los efectos y los muñecos) y la sorpresa de verse rodeados por el juez, los guardias, asesinos, médico y notario; no podían ocultar, a la hora de los saludos afectuosos, un futuro y fulminante debut, seguido de un cada vez más acentuado fracaso.</div></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-34955264702332561822010-08-09T12:43:00.015-03:002013-03-25T12:07:48.095-03:00Los portátiles zapatos de Monsieur Teste<div align="justify">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqmasvk06JtZoczCIZMxl-KB_NJ17pmr5qoGCtJl0YTMQ2ck1i6DYc1KA1EZIIUQ-lzyrV_1DlvOiVPBEN0JNnPhFYYisrvYgR2DeG1-4gd8A9sVrqqU8i0G3JXLkVhve_cQAXNw/s1600/zapatos.bmp"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5503470863356317250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqmasvk06JtZoczCIZMxl-KB_NJ17pmr5qoGCtJl0YTMQ2ck1i6DYc1KA1EZIIUQ-lzyrV_1DlvOiVPBEN0JNnPhFYYisrvYgR2DeG1-4gd8A9sVrqqU8i0G3JXLkVhve_cQAXNw/s200/zapatos.bmp" style="cursor: hand; float: right; height: 200px; margin: 0px 0px 10px 10px; width: 160px;" /></a> Estaba <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">curiosiando</span> el sitio de <strong>Enrique <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">Vila</span>-Matas</strong> (el cual me parece <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">admirablemente</span> construido), tras los pasos de su novela <em>La asesina ilustrada</em> ya que es <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">díficil</span> conseguirla aquí, cuando entro en una de sus páginas (en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">construcción</span>) acerca de la <em>Historia abreviada de la literatura portátil</em>, enfocándome en el fragmento 9.<br />
<br />
Este fragmento trata sobre <strong><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">Paul</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">Valéry</span></strong> y está acompañado por una fotografía de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7"><strong>Madoz</strong></span> (que vuelvo a pegar aquí), rebautizada con propiedad por <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Vila</span>-Matas como: "Los zapatos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Monsieur</span> Teste". Por supuesto, me sorprendió mucho (<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">remitiéndome</span> a un universo donde las coincidencias <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">austerianas</span> y las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">teletransportaciones</span> de contrabando cibernéticas se mezclan en oscilaciones inadvertidas), porque hace unos cuantos años, yo había armado un post con un texto que escribí y tenía cierto aire a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Valery</span> y que presenté como un fragmento de su <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">nouvelle</span> <em><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">Monsieur</span> Teste</em> perdido y encontrado entre las páginas de mis viejos diarios. Dicho post, lo acompañé con una fotografía de un artista que me fascina y había descubierto en otro medio: <a href="http://www.chemamadoz.com/" target="_blank"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">Chema</span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Madoz</span></a>, y que plasma en imágenes sorprendentes, sutiles paradojas que me sumen en ensoñaciones abstractas. En su momento, había elegido esta foto porque mi texto hablaba sobre la capacidad de convertirse en "el cazador de uno mismo" y los zapatos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">entreatados</span> remitían a ese concepto casi incorpóreo.</div>
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Hoy, la oportunidad de descubrir en el sitio de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">Vila</span>-Matas, reunidos en una misma entrada a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">Monsieur</span> Teste y los zapatos entrelazados de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Madoz</span>, me hizo sentir un estremecimiento semejante a una experiencia <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Lautreamount</span>: la belleza de ver reunidos sobre una mesa de disección un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">paraguas</span> y una máquina de cocer . </div>
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Es más, en un momento me pareció que dicha entrada número 9 me estaba dedicada, ya que en ella se dice: "Un problema de los blogs literarios: Al buscar una cierta espontaneidad, corrigen poco cuando corregir –elaborar tras haber producido previamente el documento espontáneo- suele ser esencial para la escritura de un texto literario." Pero es muy posible que me engañe y este pretendiendo un ligero reconocimiento por haber reunido materiales dispersos que son de dominio universal, gracias a la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_38">web</span> y a la simpatía intelectual que cunde entre los literatos.</div>
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Ya con la mente un poco a la deriva, estos zapatos que correr no pueden pero sí pegan saltos de sitio en sitio, me recuerdan una cancioncita en catalán que mi abuelo, que había nacido en Barcelona, solía cantar y que suena (transliterada) así: "los sclaus de deus fangaban / sant shuán li eran grant/ sant peré, iba careras / con el triquitriquitrac" (perdón a los catalanes por mi torpeza de transliterador)<br />
<br />
Para quién quiera seguir los pasos de los zapatos de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_39">Monsieur</span> Teste, dejo los <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_40">links</span>, que más allá de trazar una sospechosa coincidencia, fue para mí una grata sorpresa:</div>
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<a href="http://acteondural.blogspot.com/2007/08/monsieur-teste-o-el-cazador-de-uno.html" target="_blank">1. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_41">Monsieur</span> Teste en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_42">Dural</span></a><br />
<a href="http://www.enriquevilamatas.com/obra/l_haliteraturaportatil.html" target="_blank">2. <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_43">Monsieur</span> Teste en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_44">Vila</span>-Matas</a> </div>
[<strong>Post scriptum</strong>: Aterradora coincidencia. ¡Acabo de darme cuenta que mi post es del 9 de agosto del 2007, es decir, hace exactamente 3 años! ¿No será cosa de <em>satam alive</em>, no?]Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-85259096090988464642010-08-06T14:06:00.009-03:002010-08-18T12:46:48.131-03:00Superenjambre<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNKXWjrMCAdBjUZl610XCmSTtBYGFwOXerfdr_3-p8DbVkr16Bx_UZr4Nb9aOT3kJDk2Edycl6Naq3ZRpJp8K1p4xDjiAaN3qzy8lX53QbBYY2Hn60by4beBWIkssgWBLyfew18Q/s1600/synthetic_3.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5502353724014509010" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 299px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNKXWjrMCAdBjUZl610XCmSTtBYGFwOXerfdr_3-p8DbVkr16Bx_UZr4Nb9aOT3kJDk2Edycl6Naq3ZRpJp8K1p4xDjiAaN3qzy8lX53QbBYY2Hn60by4beBWIkssgWBLyfew18Q/s400/synthetic_3.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Una noche de abril, luego de realizar mi habitual y mecánica extracción y lavado de lentes de contacto, al momento de guardar el líquido en el botiquín, pensé que estaba trasladando átomos de plástico de un lugar a otro. Es más, que yo era otros átomos (en el sentido griego, es decir, puntos de mínima unidad de materia <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">energizada</span></span>) trasladando otros átomos diferentes de un lugar absoluto del espacio a otro, y que como <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">contrapartida</span></span>, en otro sector del universo, semejantes <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2">traslaciones</span></span> de energía destructiva (para mí, que lo veo desde mi escala nimia) fluían de la misma manera, pero con "menor" complejidad mental (esto es difícil de expresar: mi mundo de compuestos es más real y presente, más complejo y abigarrado que lo que produce, en cuanto a forma y belleza, un agujero negro que va desarmando las cuentas luminosas de un collar <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">constelativo</span></span>).<br /></div><div align="justify"></div><div align="justify">Entonces, merced a esta "<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4">simplificación</span></span>" (yo átomos, y la botella de líquido: átomos trasladados de un punto absoluto del espacio a otro), toda mi historia, lo real percibido se transformaba en una pintura impresionista, un hormigueo de puntos sin conciliación de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">linealidad</span></span>, todo se transformaba en un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6">superenjambre</span></span>.</div><div align="justify"><br />Esa descomposición en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">superenjambre</span></span>, tal vez, pudiera ser sostenida (experimentalmente) para escribir un cuento, en el punto de vista de un hombre, digamos, por ejemplo, un químico y su título aflora en mi mente, a la manera de <em><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">Bartleby</span></span>, el escribiente</em>, o más adjetivado: <em><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">Jacques</span></span>, el fatalista</em>, no sé, algo así como <em><strong><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">Browniann</span></span>, el químico</strong></em> (un título con un discreto bruñido <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11">decimonónico</span></span> o positivista). Por supuesto, es una especie de extrañamiento o personaje <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">lumpen</span></span>, nada original si se piensa en <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">Camus</span></span> & <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">Sartre</span></span>.</div><div align="justify"><br />Pero veamos, hay dos conceptos <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_15">germinativos</span></span> en este apunte un tanto apresurado: a) el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16">superenjambre</span></span>; b) las <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_17">percepción</span> impresionista (de alguna manera, el texto impresionista)</div><div align="justify"><br /><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17">Dejémoslo</span></span> estar. A lo sumo, es un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_18">balconeo</span></span> existencial que retrata muchas de mis noches, en las que un acto repetitivo como esta simpleza de sacarme los lentes de contacto o <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19">cepillarme</span></span> los dientes, me recuerda la <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20">aproximación</span></span> inexorable de la muerte.</div><div align="justify"><br />[Días después de mi epifanía impresionista, <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_22">vi</span> un documental de <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21">NATGEO</span></span> sobre <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">Nanotecnología</span></span> donde un entrevistado decía "sólo somos patrones de átomos". La foto de este post pertenece a <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_23">Richard</span></span> <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_26"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_24">Barnes</span></span>, de su trabajo <em>Animal <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_27"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_25">Logic</span></span></em>] </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-4926377091793054082010-06-25T11:45:00.010-03:002013-03-19T11:35:47.683-03:00A qué suenan las vuvuzelas<div align="justify">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ8_02IZxqkHyB_0ZoK1fCeV685eOW9Hnvg2upSR144unl5wEQ9eIkwRD-11FyeeRUsLBnJSD2wOUz-qNDgKBvgv0ekRzVu5LCKCzwKtE8cj_AZKuK5Ay5d6drc8MwTJIkgsJChw/s1600/20060119154504!Trystero-small.png" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; height: 203px; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; width: 248px;"><img border="0" height="200" psa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ8_02IZxqkHyB_0ZoK1fCeV685eOW9Hnvg2upSR144unl5wEQ9eIkwRD-11FyeeRUsLBnJSD2wOUz-qNDgKBvgv0ekRzVu5LCKCzwKtE8cj_AZKuK5Ay5d6drc8MwTJIkgsJChw/s200/20060119154504!Trystero-small.png" width="200" /></a></div>
Por supuesto, mi limitado tiempo liebre, digo libre, absorbido por los partidos de este mundial. Por cada evento siempre surge una intervención reconocible, autónoma y elemental por parte del auditorio, ese anillo de vectores anónimos y expectantes que rodea como un lazo fatal la cancha. Una vez, fueron las mareas circulatorias de brazos extendidos, otra fueron esos “palitos chinos” inflados aplaudiendo casi en silencio, otra nuestra lluvia de papelitos, y los cantitos combativos, las orquestas de mariaches, las máscaras embanderadas, el carnaval, etcétera, etcétera (como diría Gombrowicz).<br />
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Pero en este mundial, nos tocaron las <strong>vuvuzelas</strong>: cornetas de plástico que vibran prácticamente todo el tiempo, el entretiempo, el segundo tiempo y el tiempo de descuento. Es como un zumbido carrasposo (pienso mientras miro uno de los tantos partidos), un sonido rototraslacional que activa mi memoria. ¿Pero a qué me suena este ataque de las vuvuzelas? ¿Al grito de las bandurrias una mañana fría y patagónica? No, no es eso. La cosa no está en la Patagonia, si no en el continente “caja negra” de África...<br />
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<img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5486739948649927298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieCKspEYQbtd03CNpmmi8YvbBO4g3PSezmunpTAPZOEUJcXFBpk1WynYqDLxIKo4-iIW3Vk0vvNzjnmo-hkLasOO0YFkO9A1Ls-Y81XTIIX4xf7Nr7f5mil4c8VhQy1hy_XeLvDw/s320/vuvuzela-2.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 240px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 360px;" /><br />
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Ya sé...<br />
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La persistente y afiebrada insistencia de las vuvuzelas me suena a las moscas. A miles de ellas volando entorno a los jugadores. Y es inevitable, porque mi mente saturada de literatura ataca esa parte que electriza o goza o sufre o bosteza el fútbol -según el partido que se preste-, y trae una imagen que se sobreimprime, como un fantasma cinematográfico, sobre el pasto verde rayado por las evoluciones extrañas del <strong>Jabulani</strong>. Es una imagen mental del libro de <strong>Joseph Conrad</strong>: <em>El corazón de las tinieblas.</em> Y en especial, ese instante, cuando Marlow observa unos africanos que, inmovilizados por el tórrido calor del ambiente por fuera y roídos por el hambre y la enfermedad por adentro, se apiñan bajo la sombra de un raquítico árbol mientras las moscas zumban por miles entorno suyo, se posan en sus caras inmutables, orillan un ojo indiferente, y esperan pacientemente anidarlos.<br />
<br />
¿Acaso estas intervenciones modales del público pudieran interpretarse a través de una semiótica de los pueblos anfitriones? Me suena afectadamente intelectual y apresurada esta hipótesis, pero no aleja de mí la impresión, por cada vez que suena el silbatazo inicial, de escuchar en las vuvuzelas el vuelo rotacional de las moscas de África como una presencia pesada que proviene del exterior, de esa caja negra perdida y jamás recuperada.</div>
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<img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5486741363457432818" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9bt4NGCMkW6czTZpzcLxppuqxvV2O_gCmcC8_SJa5HMm5IqxKWesz-1DYY1PToCLqJHoy1fBZxIDd7j_TN6CePGmvQ7c2VI552_bMC6Mxmr5UMFGiG8hAZEwstK3N9Ka6t70XfQ/s200/0009x6ar.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 71px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 200px;" /> <br />
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<em>[El símbolo que acompaña este post, es la corneta asordinada del correo (the mute posthorn) de</em> R.E.S.T.O.S., <em>una compañía de correo postal paralela y oscura que inventó <strong>Thomas Pynchon</strong> en su novela </em>La subasta del lote 49<em>. Imagino una sordina semejante que acalle piadosamente las vuvuzelas este próximo domingo, cuando juegue <strong>Argentina vs. México</strong> en octavos de final.]</em> </div>
Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-76185760658940369682010-05-18T15:00:00.004-03:002010-05-18T15:29:18.425-03:00Dos docenas de cerdos<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJO5Chsy576VLsKblrCfaFFg0JDadhJRVDRhh-DRg-IUWqK8eCv5U_Uj74QtnRKo7UIedG344Z4ZhiGH1JlA7mXGIPf9lE5zJJ5gyvNSUO6cocip-5JFded7TCjhg_t1TNmKVJPw/s1600/hcheaderpig.png"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5472677381458585666" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 72px; CURSOR: hand; HEIGHT: 45px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJO5Chsy576VLsKblrCfaFFg0JDadhJRVDRhh-DRg-IUWqK8eCv5U_Uj74QtnRKo7UIedG344Z4ZhiGH1JlA7mXGIPf9lE5zJJ5gyvNSUO6cocip-5JFded7TCjhg_t1TNmKVJPw/s200/hcheaderpig.png" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify"></div><div align="justify">La revista dirigida por Mauricio Salvador & Co, la prestigiosa <em>Hermano Cerdo</em>, edita su número 24, organizando su material especialmente en esta ocasión, alrededor de la traducción. Once cuentos de jóvenes autores norteamericanos que, si no fuese por la desinteresada pasión de sus traductores y colaboradores, serían invisibles a nuestros hociqueos de lectores voraces.</div><br /><div align="justify">Por otro lado, veo con alegre sorpresa, que han reeditado el polémico artículo de B. R. Myers, <em>Manifiesto de un lector: un ataque a la pretenciosidad de la prosa literaria americana</em> (cuya sección "Prosa Incisiva", traduje con la lentitud de un armador de puzzles), desmitificador análisis que sería interesante plantear en correlato con la literatura latinoamericana. Lo cierto es que, en mi caso, hizo que me alejase de los libros de Delillo y abrazase con mayor fervor a los de Pynchon. </div><br />La revista de los campeones, a un simple click aquí: <a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/" target="_blank"><span style="color:#ff6600;">Hermano Cerdo 24</span></a>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-1903766300269880032010-05-10T11:49:00.004-03:002013-03-19T11:29:01.027-03:00Children´s Corner<div align="right">
<span style="color: #3333ff; font-size: 78%;"><span style="color: #330033;">Publicado originalmente en</span> <a href="http://www.cronicasinutiles.blogspot.com/" target="_blank"><strong><span style="color: #ff6600;">Crónicas Inútiles</span></strong></a></span></div>
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<span style="color: #3333ff;"></span></div>
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<span style="color: white;">Mi desencanto con la Feria del Libro, ha ido creciendo estos últimos años. En mi “primera juventud”, solía llevarme como mínimo diez libros de distintas editoriales, comprados al 20 y al 30 % con un certificado de docente falsificado con mucha simpleza y gratitud. Iba por lo menos tres o cuatro veces, entrando con mi libreta de cartulina de Filo, cada vez más momificada en cinta scotch, hasta que un patovica me avergonzó cuando se burló de que no había dado un final desde el siglo pasado. Ya para el 2009 fui una sola vez y no compré ningún libro. Pensé que no tendría nada nuevo que contar este año, pero me terminé llevando una sorpresa.<br /><br />Es la primera vez (¿será la última?), que me invitaban a ir a la feria como “autor”. Y acá el lector, seguramente, esperará con cierta incomodidad, que se venga el envanecimiento y autopromoción del tipo que escribe y que ante el menor guiño de la Feria (ese monstruo atemporal inflado de helio, zeppelín mongolfier), cree que asciende aupado por la Literatura Universal. Pero “autor”, tal como lo entiendo, es una bella máscara para cualquier carnaval, una especie de comodín que puede esconder al escritor de líbelos revolucionarios, al poeta de <em>gingles</em> imborrables, al <em>graffiter</em> fugaz y anónimo, al creador de <em>puzzles</em> criptográficos, al <em>blogger</em> transmutado en <em>book-star</em>, al educador idealista que perpetra ejercicios estimulantes que despierten mentes inquietas. Creadores de historias y de estructuras. En resumen, al “autor” me lo imagino como alguien que pretende deformar un medio o la mente utilizando las palabras (por lo menos, en cuanto a los libros, y dándole un poco la espalda al famoso <em>¿Qué es un autor?</em> de Foucault, péndulo paradójico).<br /><br />Bueno lo cierto es que, para acceder cómo invitado, ese jueves 29 de abril, tuve que entrar por la puerta trasera del Feria, debiendo rodear todo el búnker de la Embajada de EEUU, y evitando así, el hall de entrada donde imperan las grandes editoriales. Este cambio de orientación también afectó mi percepción de la Feria, como si me alistase al mundo combatiente detrás de espejo y de un momento a otro, esperará la aparición insidiosa de Alicia.<br /><br />El stand al que iba para brindar por su primera aparición en la Feria con su cálido y laburador staff, tomándome un rico vinito y picoteando unos canapés, era el anaranjado y exiguo espacio de </span><a href="http://www.estacionmandioca.com.ar/" target="_blank"><strong><span style="color: white;">Estación Mandioca</span></strong></a><span style="color: white;">, una editorial relativamente nueva orientada a la docencia, con libros de texto para los distintos niveles y materias de enseñanza, pero con un par de colecciones de libros para chicos que entusiasman la lectura y fomentan la creación de lectores atentos. El universo de la literatura infanto-juvenil (una denominación discutible y de límites a veces neblinosos) es, salvo por uno o dos ejemplos, nuevo para mí. Es decir, el año pasado, estaba fuera de foco cuando entraba a la Feria. Pero este año, percibo que es un universo en leve expansión, desde las espaldas de la Feria y en distintos puntos heterogéneos de su distribución tricolor, y si van, se darán cuenta de ello. Los mejores stand, los más atractivos a la mirada, los más “air-freshing” son los de literatura infantil. Los colores, los muñecos, las formas curvilíneas de sus arquitecturas y festones, las caricaturas y personajitos que quieren superar los delirios de Tim Burton, todo llama la atención de los visitantes. Ni siquiera la gigantografía plana del Buda que está todos los años, sorprende de la misma manera. Casi todo stand, aún de las grandes editoriales, tiene su rincón llamativo orientado a los niños. Noto que muchos autores de literatura para “grandes”, han sido instados a publicar sus libros para chicos. Lo más peculiar, es que este año el fenómeno está más acentuado que el de años anteriores. Como si la Feria del Libro estuviese siendo fagocitada por la Feria del Libro Infantil (una feria que, de hecho, viene temporalmente detrás).<br /><br />Con un simple escaneo previo, observé el anquilosamiento de la tradicional Feria. Fui a Riverside Agency, y pregunté por <em>El Original de Laura</em>, la traducción del libro intangible de Valdimir Nabokov y que ya publicó en España Anagrama. Vacilando, afectado por una inocente pregunta fuera de los estantes que podía controlar, el puestero me respondió que esperaban con angustia unos conteiners demorados. Tal vez, en ellos viniese el libro por el que preguntaba. A continuación, me acerqué a Tusquets. Ni siquiera vi el libro de Olguín entre los otros, y menos expuesto en pedestal olímpico como uno podría esperar para promocionar sus novedades. Pregunté al cortés vendedor de la caja (que un año me vendió con muy buena onda, al 30% de descuento, el monumental <em>Gödel, Escher, Bach</em> en su edición de tapa dura), por los libros de Thomas Pynchon. Me mostró en un bello catálogo, que se editaría <em>Contraluz</em> para junio, aprox., de este año. ¡Pero Pynchon editó otro libro antes, aún no traducido! ¡Un autor que escribe cada diez años, y ya le vamos tan a la distancia que da pavura! ¿Lo más nuevo que tienen las grandes editoriales son catálogos? Los stand son fotocopias deslustradas de años anteriores: así como los desmontan un año, lo vuelven a montar al siguiente.<br /><br />Mientras atrás se desarrolla una pirotécnica batalla de tizas, adelante los padres bostezan mirando la calle entre sus muebles viejos. ¿No hay que captar lectores? ¿Acaso esto no muestra que se siente que han perdido la batalla con el lector adulto? ¿Es posible que tengamos que reorientar todas las estrategias a apuntalar un lector temprano? ¿La resultante de la fuerzas de la literatura infantil llevarán a Pynchon en la edad madura?<br /><br />Me parece que este universo colorido que percibo en expansión, en la Argentina, merecería un análisis crítico más serio que las impresiones de un caminante de patios traseros (¿soy un sexto backyardigans alumbrado por mi hija hace tres años?). Y como en toda guerra que se precie de tal, creo (pretendiendo ser estratega de la palabra), que hay que luchar en todos los flancos y por medio de todos los medios. Creo que abandonar la lucha en el frente, largar la mano al lector maduro, es un error. Crear una literatura integrativa de todas las edades del hombre, no es imposible (pensemos en dos cuentos de hadas: <em>Alicia detrás del espejo</em> y <em>Lolita,</em> dos libros de scf: <em>Crónicas marcianas</em> y <em>El arcoiris de gravedad</em>), pero exige esfuerzo e inventiva.<br /><br />Imagino tramas complejas, recorridas a través de esos peloteros laberínticos que cualquier nene acometería con pasión. ¿Cuántas veces no sentimos el impulso de ir detrás de ese pibe, y olvidarnos del acartonamiento que nos atornilla a la mesa de los grandes? Todo el problema estriba en la falta de energía que, aún escasa, habría que administrar con inteligencia. Todo el problema está en la inmovilidad, el <em>rigor mortis</em> de la falta de cambio que aqueja a los “grandes” en el frente de la Feria del Libro, nuestro helado zeppelín. </span></div>
</span></div>
Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-7765135826559165232010-04-12T13:18:00.002-03:002010-04-12T13:19:24.873-03:00Sobre la caída de la publicación de Libros de Cuentos<div align="justify">El cuento nace y se fortalece con el periódico primero, y luego continúa con las revistas. Su brevedad y la necesidad de ser impactantes como relámpagos o como un flash fotográfico en la mente imaginativa del lector, condecía con el espacio y periodicidad del diario. Por ejemplo, a finales del 1800, los cuentos de Poe, incrementaban la cantidad de ejemplares vendidos de un diario de mediopelo. Como los extinguidos discos “simples” de pasta, permitían una difusión y popularidad que la novela no lograba por sí misma. Lo mismo para las nouvelles de James, y las novelas por entrega. Los cuentos latinoamericanos permitieron la difusión de su literatura en revistas extranjeras gracias a su forma (y contenido, obvio), acotando las traducciones, y minimizando los riesgos de publicar toda una novela. Hoy ese soporte amoroso entre el periódico (o el suplemento) y el cuento, agravado con la creciente influencia de la TV (toda ficción se “descarga” en la mente del espectador con simpleza en 1 o 2 hs, y sin el trabajo de “leer”), ha dejado prácticamente de existir en este país (y casi diría en forma global, poniendo como caso la actual política del New Yorker). Hay que recordar que no se escribían libros de cuentos, sino que estos cuentos se iban publicando en diferentes medios, y se agrupaban selectos en un libro después.<br /><br />Por otro lado, esa caída del cuento, como si fuese un eslabón en la cadena de la lectura, puede implicar la caída de la novela en este sentido: el aprendizaje de la lectura “crítica” (es decir, no la de aprender a leer, sino la de aprender a pensar y disfrutar de la lectura.) Aún así, veo difícil que internet pueda sustentar al cuento, dada las velocidades y ansiedades del lector cibernauta. A lo sumo, la microhistoria o el fragmento lo hagan mejor, como criaturas con mejores recursos de adaptación y permanencia.</div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-41311918249698176772010-03-10T11:24:00.004-03:002010-03-10T11:30:39.148-03:00T O O L<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4b29A3hifhyphenhyphen7oNMQ-yjOWQD_LaCJmiwv2OgBDCUF0uPy-URCK1AIxHOz2TTB6FIiWS3abPt9NDK41jE8jrWr_3LzP6Ue-DwO8fuIPGY42Y5gWaka0aDhz_MbKXN4CHd7dI5OkJA/s1600-h/TOOL.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5447012235650383522" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 200px; CURSOR: hand; HEIGHT: 120px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4b29A3hifhyphenhyphen7oNMQ-yjOWQD_LaCJmiwv2OgBDCUF0uPy-URCK1AIxHOz2TTB6FIiWS3abPt9NDK41jE8jrWr_3LzP6Ue-DwO8fuIPGY42Y5gWaka0aDhz_MbKXN4CHd7dI5OkJA/s200/TOOL.bmp" border="0" /></a> “The Original of Laura” (TOOL) no debería considerarse como novela póstuma, evitando que las controversias subiesen de volumen innecesariamente. Son más bien notas y fragmentos para una novela que Nabokov tenía <em>in mente</em> pero que no pudo desarrollar.. Su terror permanente a la muerte, la certeza de que ciertas mariposas vivirían 24 horas más que él, y la incompletitud de una obra imaginada, lo alejaron varios pasos de una agónica paz. <div><div align="justify"><br />Volviendo al tema de las notas de TOOL, un buen ejercicio para comprender su real naturaleza textual y la insalvable distancia entre lo que es y lo que pudo llegar a ser, es leer “El cuaderno de Bitácora de Rayuela” antes que leer “Rayuela”, o al menos, abstrayendo que esta última jamás existió.</div></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-14164162664384298852010-01-17T10:50:00.003-03:002010-08-06T15:04:03.692-03:00Breviario de Amotinados 15<div align="justify">El Caballero tuvo una sensación extraña al mirar el lago. Le parecía que si le echaba una piedra iba a hablar, decir algo, revelar un secreto.</div><div align="justify"></div><div align="justify">"Pero me daría miedo". Y comenzó a imaginar qué habría del otro lado: ¿más jardines, otrosdioses? Mil lánguidas fantasías desfilaron por su mente. El lago adoptaba formas fantásticas, crecía veinte veces de tamaño, se reducía a una miniatura, sin perder nunca su calma mortal. Al crecer el agua el Caballero sentía mucho temor, pues se imaginaba el tamaño inmenso de las ranas, sus grandes ojos y sus monstruosas patas. Pero al decrecer el agua se reía pensando qué diminutas se habrían puesto; imaginaba sus patas, más finas que si fueran arañas, y su croar disminuido que ya nó podría oirse. Quizá nu fuera más que un lago pintado, como los del teatro. Era un lago maravilloso, y le habría gustado bañarse en él. Pero estaba seguro de que se hubiera ahogado.</div><div align="justify"></div><div align="right">Aubrey Beardsley, <em>Bajo el Monte</em></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-66497219263836629122009-11-18T11:32:00.004-03:002009-11-18T11:50:53.099-03:00Literatura & Tinto<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBgi1j65Fv2ihXSEgzKn9W1QrQA-__ntapKB6N5Q9zrLUW8UFji4CX5Kjtw2og-UgDI1mCrZ5rOqR_hM3fAuOcbc1_gda4evZyZORo6C-UUM-4vtEjzL1G9QpV_UHqNt8B7fX5og/s1600/flyergabrielbanez.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5405451730153529522" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBgi1j65Fv2ihXSEgzKn9W1QrQA-__ntapKB6N5Q9zrLUW8UFji4CX5Kjtw2og-UgDI1mCrZ5rOqR_hM3fAuOcbc1_gda4evZyZORo6C-UUM-4vtEjzL1G9QpV_UHqNt8B7fX5og/s320/flyergabrielbanez.jpg" border="0" /></a><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8XOOYXMB0xwVhgud4OEJMrFGPAZMPcmlAIz5I3xFVbLOOXYdQEpwRdErOrF2pf3RZh0afMN_c4G27oTL2itrDmOZAN1ccSlnK3mN53MIL4UqSkToMNkrAWFVfu1wmslBZverlbg/s1600/flyergabrielbanez.jpg"></a>El 24 de noviembre a las 19 hs., en Eterna Cadencia: </div><div><br /><strong>Homenaje a Gabriel Báñez</strong> y presentación de Posted by (selección de textos de su blog <a href="http://cortey.blogspot.com/" target="_blank">Corte y Confección</a>, publicados por La comuna ediciones)</div><div><br />Participan:Juan Sasturain, Martín Kohan, Marcos Rodríguez, Iván Maidana </div><div></div><div> </div><div>Importante: Se entregarán ejemplares de <em>Posted by</em> entre los concurrentes de manera gratuita. Al final, brindis con buen vino de la casa.</div><div></div><div> </div><div>Auspician: Secretaría de Cultura y Educación / Municipalidad de La Plata – La comuna ediciones. </div><div></div><div> </div><div>Organiza: <a href="http://www.nacionapache.com.ar/" target="_blank">Nación Apache</a> </div><div> </div><div></div><div><a href="http://blog.eternacadencia.com.ar/" target="_blank">Eterna Cadencia</a> Honduras 5582 – Palermo – Buenos Aires<br /><br /></div><div></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-88273940131577336662009-11-13T14:52:00.004-03:002009-11-13T15:13:22.689-03:00Juan José Saer sobre la necesidad de la crítica<div align="justify"><em>(…) Teniendo en cuenta el estado presente, desde el punto de vista intelectual y artístico, de lo que se llama, sin consentir la delicadeza de algún eufemismo, el mercado literario, se me dio por pensar que la crítica es en la actualidad más necesaria que nunca, y si bien mis textos no se ocupan de demoler falsas reputaciones que en general, con el tiempo, suelen derrumbarse solas, en el momento en que estaba proyectando disculparme por haberlos escritos, tuve la intuición de que esa modestia era peor que un acto de cobardía: era un gesto puramente retórico. Porque, a decir verdad, en mi fuero íntimo pienso lo contrario: renunciar a la crítica es dejarles el campo libre a los vándalos que, al final del segundo milenio de nuestra era, pretenden reducir el arte a su valor comercial.</em><br /><em><br />Es notorio que el discurso contra la crítica, académica o no, que abunda en la escena pública, ya no constituye hoy en día la rebelión legítima de auténticos creadores contra el conformismo que pretendía imponerles un preceptiva petrificada, sino que encarna exactamente lo contrario, es decir la pretensión autonómica de la sociedad mercantil que disfraza el mismo conformismo de siempre en espontaneísmo, de supuesto respeto por la masa de compradores a la que designa con el concepto vago de “público”, y de la confusión constante entre la prosa aproximativa del periodismo y una serie de inepcias que se quieren hacer pasar por literatura.</em><br /></div><div align="justify"><br /><em>Es obvio que mi intención no es la de exigir de las autoridades –si por casualidad todavía las hubiese- que prohíban la aparición de malos libros y que castiguen severamente el enriquecimiento ilícito gracias al tráfico masivo y a la vista de todo el mundo, entre la gente honrada pero desprevenida, de mala literatura; de ninguna manera. Pero el submundo que practica ese tráfico detesta a la crítica, porque no ignora que el sistema que ha creado –sobre todo en los países industrializados- no resistiría mucho tiempo a los análisis, a las distinciones, y sobre todo al rigor intelectual y a la ética que el ejercicio de la verdadera crítica supone. Es vital para sus intereses que la crítica no se meta con ellos; y eso tal vez impulsa una de las razones que me incitan a practicarla de vez en cuando: no darles el gusto.<br /></div></em><div align="justify"><em>Pera esa razón es secundaria. La principal es la siguiente: ya sabemos que la crítica es una forma superior de lectura, más alerta, más activa, y que, en sus grandes momentos, es capaz de dar páginas magistrales de literatura. En consecuencia, la frecuentación del género con la esperanza de lograr algunas de esas páginas no es un proyecto demasiado inútil por parte de un escritor: la obtención de una sola de ellas lo justificaría.</em></div><div align="justify"><em></em> </div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">[Saer escribió este texto como prólogo para su libro de crítica <em>La narración-objeto</em>, fechado el 3 de septiembre de 1999, y editado por Seix-Barral. Siempre estuve tentado de reproducirlo en este blog, porque concuerdo en mucho de sus puntos (aunque habría que ampliarlos con mayor detenimiento en un análisis de los fenómenos percibidos), y especialmente, por su contundencia. Disfruto mucho más los textos críticos de Saer que sus novelas (tal vez, a causa de que tardé en caer en la cuenta de que las novelas de Saer se deben leer como las de Proust: en su conjunto, como un <em>continumm</em>), y recomiendo a quienes sean recelosos de la crítica, tanto <em>La narración-objeto</em>, como <em>El Concepto de Ficción</em> y <em>Trabajos</em>. Creo que a partir de varios post que vengo leyendo por la red, donde el conflicto <strong>mercado-literatura-crítica</strong> origina cruces estrepitosos y poco razonados, este texto de Saer, esta especie de credo conradiano a favor de un ejercicio sostenido y riguroso de la crítica, es perentorio y necesario. Frente a cualquier discusión que involucre los términos de este conflicto, me parece que, como background, por lo menos debiera estar presente en las mentes de los contendientes.] </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-29432518647104861482009-11-05T11:53:00.005-03:002009-11-05T12:58:07.949-03:00Sueño Blanco<div align="justify">Sé que suelen aburrir los sueños escritos (lo que por otro lado, no ocurre con los narrados oralmente), pero seré breve y éste, en particular, tiene una vinculación sutil con lo real (lo que lo potencia) que podrá interesar. Ayer por la noche, apenas quedé dormido de cara a las anchas persianas soñé. Estaba en una especie de pasillo blanco, luminoso como la vía <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">láctea</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1">avanzando</span> hacia algún lugar <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_0">indiscernible</span></span> ya que la blancura lo inundaba todo. No era un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_3">túnel</span> (vade retro <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_1"><em>victor-sueristas</em></span></span> y analistas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_2"><em>freudianos</em></span></span>), sino un pasillo <span style="color:#330033;">prismático</span>, casi <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_4"><em>levreriano</em></span></span>. Y hacia mí, digamos que avanzando en dirección contraria, venían cloqueando asustadas <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_5">gallinitas</span></span> blancas de crestas de un rosa incoloro y patas de un amarillo huevo (<span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_6"><em>bosteros</em></span></span> abstenerse, soy del diablo). Asustadas, como si escapasen, aleteando <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">súbitamente</span> suspendidas en un vuelo torpe, confluían hacia mí de a decenas, con lo cual me llevaban a tener que evadirlas protegiendo mi cabeza con los brazos y moviéndome como un <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_11"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_7">anti-arquero</span></span>. Venían muchas, arrastradas por su pánico, como si estuviesen en una cinta transportadora. Pero mi mente <em>insueño</em>, lejos de estar sorprendida, rumiaba una <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">sola</span> idea, un objetivo urgente: ¿cómo iba a poder capturar alguna y estirarle el cogote de un certero <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">movimiento</span>?, ¿cómo iba a poder <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_8">desplumarla</span></span> y cocinarla en ese lugar? En esos reflexivos momentos comencé a despertarme, y como en un <span class="blsp-spelling-corrected" id="SPELLING_ERROR_15">entresueño</span>, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_16"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_9">ví</span></span> nítidamente el disco <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_17"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_10">acebrado</span></span> de la luna brillando a través de la persiana, sumergiéndose en un halo azulado que cambiaba su forma como un charco móvil, borroneando el disco en distintas direcciones. Pestañeos más tarde, pude enfocar la escena con la imprecisión de mi vista <span style="color:#330033;">sin</span> lentes de contacto. Me quedé unos segundos admirando la luna real como una vaporosa mancha tras las persianas y el <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_19"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_12">cortinado</span></span> de sombras. </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Finalmente, me levanté y fui al baño pensando: qué sueño loco y que poca cosa para un cuento o una narración. Pero lo real es que lo había soñado de cara hacia la luna, y no podía descuidar la posibilidad de su influjo soterrado. Entonces recordé a los hombres-lobo (una conexión, después de todo, literaria), cerrándose con la imagen de las <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_20"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_13">gallinitas</span></span>, la blancura lunar, la necesidad de cazar <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_21"><span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_14">civilizadamente</span></span>. La luna no estaba llena y mi interpretación es sólo una relación de causas y efectos literarios. En el sueño yo no era un lobo, ni me sentía como tal. "Lobo" sólo es un eslabón perdido entre el influjo (¿real?) de la luna recortada por mi persiana en un piso catorce y un sueño curioso y ridículo (a la vista de la vigilia).</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Tal vez después de todo, haya una especie de influjo de la luna, <span class="blsp-spelling-error" id="SPELLING_ERROR_22">así</span> como lo hay en las mareas oceánicas. Lo extraño viene de reflexionar y tratar de descubrir qué clase de influjo operó en mí, y la sutileza imaginaria con que lo hizo. Un misterio que tardará lo que un post descriptivo en desaparecer de mi atención. </div><div align="justify"></div><div align="justify">Qué poco sabemos de la noche... </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-46597969802809340152009-10-27T12:14:00.002-03:002009-10-27T12:19:53.305-03:00Un Estilo Despojado<div align="justify">Hace un tiempo abrigaba la idea de escribir una serie de textos con "los lugares comunes de la crítica", y específicamente de la reseña. Una forma de la crítica a la crítica actual. Mi intención era más bien programática: delinear cómo se lee desde la autorización, y específicamente, cómo se autoriza críticamente desde el lugar común. Un ejemplo, muy claro, es el de "estilo despojado". </div><div align="justify"> </div><div align="justify">No es una cuestión de vacío o de sin sentido, si no de intención. Cuando una reseña subraya "el estilo despojado" de una novela o de un texto literario, está abogando en contra del preciosismo o del riesgo estilístico, ponderando por sobre otras escrituras, una "carverización” del discurso literario. Supongo que hay que pensarlo con más detenimiento, pero ese "estilo despojado" es, además de un lugar común de la crítica argentina, un connotado prejuicio valorativo hacia quien ejerce un estilo personal y no-despojado, es decir, no simplista. </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-34382089793992641722009-10-19T10:26:00.009-03:002010-08-14T15:28:51.124-03:00Cinco Artilugios para Escribir Non-Fiction<div align="right"><span style="font-size:78%;color:#3333ff;"><span style="color:#330033;">Publicado originalmente en</span> <a href="http://www.nacionapache.com.ar/archives/3401" target="_blank"><strong><span style="color:#ff6600;">Nación Apache</span></strong></a></span></div><div align="justify"><span style="color:#3333ff;"></span></div><div align="justify"><span style="color:#3333ff;"></span></div><div align="justify"><span style="color:#ff6600;">Introducción:<br /></span><br />Ya lo había dicho <strong>Truman Capote</strong> en su prefacio a su libro <em>Música para Camaleones</em>, en 1975 (es decir, nueve años después de editar su novela emblemática en un género anfibio entre la realidad y la ficción del lenguaje: <em>A Sangre Fría</em>), que “los críticos se quejaron de que la novela de <strong>non-fiction</strong> era un término para llamar la atención, un fraude, y que no había nada de nuevo ni original en lo que yo había hecho” Sin embargo, el término vino a iluminar el producto de una crisis entre la escritura literaria y la periodística, sobre el eje de lo verosímil. ¿Cómo contar la experiencia de lo real con la sensibilidad adecuada que se transmita en palabras al lector? ¿Cómo revitalizar ese pacto entre el cronista y el lector? Consideremos, sin ir más lejos, otro de los textos que hicieron historia: <em>Operación Masacre</em> de <strong>Rodolfo Walsh</strong>. Es indudable que en su original técnica que combina el documento periodístico, la denuncia expresiva y los artilugios derivados de la novela policíaca negra norteamericana, junto a su estilo claro e inmediato, Walsh le da una efectividad narrativa que realza “lo real” a la vez que lo comunica y lo acerca al lector. Y si consideramos que ha sido editado antes que la famosa novela de Capote, bajo condiciones muy diferentes, es decir, casi al margen, sin el auspicio de los medios de comunicación, en contra del aparato del Estado, podríamos dudar que ambas “novelas” puedan ser comparables o definan un mismo género de escritura. Sin embargo, comparten ciertas estrategias y artilugios que atañen también a otros textos de la <strong>non-fiction</strong>, y que establecen el mismo riesgo y la misma emergencia: que los hechos son reales y que el lector contemporáneo deberá sentir que lo que lee es real. Así como para los griegos, los cantos de Homero contaban la verdad mítica, y para los lectores del siglo XIX, leer las novelas de Balzac les transmitía la verdad de la vida burguesa y las contingencias de la pobreza, la forma de la escritura tuvo que irse adaptando en cuanto a sus estrategias para dar verosimilitud e inmediatez a lo narrado. La forma tuvo que acondicionarse a la nueva sensibilidad del lector de mitad del siglo XX, puesto que había experiencias que una mirada objetiva ya no podía transmitir: las drogas, la guerrilla, la subjetividad de lo otro (el asesino, la estrella de cine, la víctima), en definitiva: lo prohibido y lo inalcanzable. Un registro crudo, inmediato, y por ello, más real. Pero esa forma también es un ideal, una aproximación permanente, siempre perfectible y nunca alcanzada. Truman Capote percibió esta dificultad luego de publicar<em> A Sangre Fría</em>, escrito que veía ya como un libro helado, y que le llevo a entrar en una crisis creativa que: <em>“alteró mi concepción total de la literatura, mi actitud hacia el arte, la vida, el equilibrio entre ambos y mi comprensión de la diferencia entre lo verdadero y lo realmente verdadero.”</em> Por ello, la disparidad de los títulos que componen la colección de la non-fiction, y por eso, nuestra intención de comparar dos registros tan absolutamente diferentes, como son los de Rodolfo Walsh y el de <strong>Rex Reed</strong> en <em>¿Duerme usted desnuda?</em> A través de este texto del autor norteamericano, perteneciente al <strong>New Jornaulism</strong>, iremos analizando algunos de los interesantes aspectos que identifican a un escritor de <strong>Non-Fiction.<br /><br /></strong><br /><span style="color:#ff6600;">1) Empatía y Mimetismo</span><br /><br />Algo que siempre pone en duda un texto que bucea en un medio hostil, es si el autor estuvo allí. Transmitir un registro directo exige a veces ganarse la confianza de la fuente, puesto que muchas veces, lo que termina dando, es un testimonio prefabricado, indirecto. Transmitir la experiencia de las drogas es más verosímil y más excitante si el mismo autor lo ha experimentado en carne propia. La empatía con el entrevistado, es una exigencia doble: por parte del entrevistado (para que éste se abra) y por parte del lector (para creerle), y puesto que es doble, debe estar en el texto mismo. Un ejemplo de ello, es un mínimo detalle en el texto de Reed, cuando Ava Gardner, antes de decir media palabra, le increpa:<br /><br /><em>“—Bebes ¿verdad, pequeño? El último maricón que vino a verme tenía gota y no quiso probar trago.”<br /></em><br />Reed entonces bebe para agenciarse su confianza y de alguna manera, se torna un igual, se mimetiza como un personaje más en el ambiente del texto. Líneas antes, Reed nos había mencionado la alta dificultad de acceder a la fuente, pero precisamente lo que da verosimilitud a su entrevista es cómo cumple con las exigencias del mimetismo. Un ejemplo paradojal, es que <em>“no debe tomar notas”</em>, técnica que comparte con Truman Capote y que desacartona el registro distanciado de lo grabado (el entrevistado cuida sus palabras y está en guardia permanente.) <em>“¿Qué es eso?</em>”, dice Ava, <em>“Los ojos se encogen, partiendo a su huésped por la mitad, perforando mi cuaderno de notas—. No me digas que eres una de esas personas que van por ahí garabateándolo todo en pequeños pedazos de papel. Líbrate de eso. No tomes notas. Tampoco hagas preguntas porque probablemente no contestaré ninguna.”<br /></em><br />Rodolfo Walsh, desde el mismo instante que la “realidad” golpea a su puerta de lector hedonista y burgués, adopta una posición empática con la víctima. <em>Operación Masacre</em> es en primera instancia, la historia de la búsqueda de las víctimas sobrevivientes a un fusilamiento ilegal, y por cada una de ellas, debe vencer su miedo a la exposición y granjearse su confianza, pero también es la historia de un compromiso social entre el periodista y su investigación. Es decir, hay una historia a desentrañar, que poco a poco se transforma de testimonio a denuncia.<br /><br /><br /><span style="color:#ff6600;">2) Backstage y Montaje</span><br /><br />Uno de los aspectos que, según Capote, debilitaban para él <em>A Sangre Fría</em>, era el narrador omnisciente: <em>“Por lo general, el periodista tiene que entrar en la obra como personaje, como observador testigo, si es que quiere mantener el libro dentro del plano de lo verosímil. Yo sentía que era esencial, para el tono aparentemente objetivo del libro, que el autor permaneciera ausente. En realidad, en todos mis reportajes, siempre intenté mantenerme lo más invisible que fuera posible.”<br /></em><br />Reed como varios integrantes del <strong>New Jornalism</strong>, solucionan esa debilidad al involucrarse en tanto personajes dentro de sus textos y narrando las vicisitudes de cómo han conseguido esa historia, iluminando el ambiente detrás de las cámaras y los actores involucrados en la edición. El backstage, un término derivado del Cine y que atañe especialmente al texto de Reed, es una forma de cuestionar o evidenciar el montaje, otro recurso esencial del periodismo que, por una restricción de espacios en diarios y tiempo en televisión le es insoslayable. La sospecha del montaje o del “fuera de contexto” se ve salvada por la ilusión de realidad que da la visión de los entretelones en la confección de la historia. De alguna manera, el backstage justifica el por qué Reed accede a la exclusividad de acceder a su historia: <em>“Y nerviosamente, moviéndome bajo mi chaqueta de polo a lo Brooks Brothers, recuerdo también a los fotógrafos, contra los que –según se dice- ella arrojó copas de champán (¡corre incluso el rumor de que precipitó a un periodista por la barandilla!), y -¿quién podría olvidarlo, Charlie?- la marimorena que se armó al presentarse Joe Hyams con un cassette oculto en la manga.”<br /></em><br />Sin embargo, el montaje (otro término derivado del cine, y especialmente, del documental) es una técnica necesaria para el escritor de <strong>non-fiction,</strong> ya que el material (documentos, imágenes, diagramas) precisa ordenarse como un rompecabezas de acuerdo a su mayor efectividad, a la vez que siempre remitirá a lo “real”. En un reportaje de Ricardo Piglia hecho en marzo de 1970 a Rodolfo Walsh, éste habla de la necesidad de llevar al montaje a la categoría de un arte en sí mismo: <em>“(…) que lo que realmente sea apreciado en cuanto a arte sea la elaboración del testimonio o del documento, que como todo el mundo sabe admite cualquier grado de perfección. Es decir, evidentemente en el montaje, en la compaginación, en la selección, en el trabajo de investigación se abren inmensas posibilidades artísticas.”<br /></em><br /><br /><span style="color:#ff6600;">3) Utilización de imágenes de efecto simbólico</span><br /><br />El carácter anfibio del <strong>non-fiction</strong>, le permite utilizar un recurso propio de la literatura, de manera tal de ganar un impacto emocional que el documento o la fría enumeración de los hechos no puede transmitir al lector. Y generalmente, lo encontraremos en los retratos o caracterizaciones de los personajes involucrados, tratando de darle un efecto simbólico que de cuenta de su personalidad o de su destino. Un ejemplo de ello, en el texto de Reed, es el motivo de los “pies descalzos”. Describiendo a Ava Gardner, Reed escribe: <em>“Lleva un suéter azul de cachemir de cuello alto, arremangando hasta sus codos de Ava, y una minifalda de tartán y enormes gafas de montura negra y está gloriosa, divinamente descalza.”</em> Páginas más tarde, Ava se lamenta de su suerte: <em>“Los que nunca se van de casa no tienen dónde caerse muertos, pero son felices. (…) qué maravilloso debe ser trajinar descalza y cocinar para un grandioso y maldito hijo de puta que te quiera para el resto de tu vida.”</em> Los pies descalzos conforman un símbolo doble: están divinamente desnudos en el éxito, están desnudos en la pobreza, es decir, Ava es una cenicienta que desea la felicidad que no ha tenido como princesa. La mezcla simbólica entre la alto y lo bajo, también puede verse en la siguiente cita: <em>“Suena el timbre de la puerta y un chico de cara granujienta y peinado a lo Beatle entrega una docena de hotdogs traídos de Coney Island en limousine.”<br /></em><br />Walsh hace algo curioso cuando se sirve de una imagen de efecto simbólico, por ejemplo cuando describe a Mario Brión, una de las víctimas fatales de la <em>Operación Masacre</em>: <em>“Tenía una tricota blanca, era Mario Brión y parecía un Cristo*”</em> Es una imagen efectiva pero, en definitiva, un mero lugar común. Casi diríamos de mala prosa y muy poco objetiva. Pero Walsh, sabiendo de su efectividad, opta por salvarla con una nota al pie (uno de sus recursos que definen su estilo y su forma de dar verosimilitud a su narración), la cual indica: <em>“* Textuales palabras del sereno al padre de Mario muchos meses después.”</em> De esa manera, se vuelve objetiva sin dejar de tener una intención argumentativa.<br /><br /><br /><span style="color:#3366ff;"><span style="color:#ff6600;">4) Información sin filtrar</span><br /></span><br />Otra de las posibilidades que permite el género por sobre la nota periodista, es poder desarrollar toda la información disponible sin que ésta se vea filtrada según su valor en tanto confiabilidad o verificabilidad. Es decir, en el texto se pueden colar trascendidos, <em>off the record</em>, suposiciones y planteos subjetivos, rumores, chismes, etc. A través de la multiplicidad de voces, las versiones y los datos de diferente valoración, al momento que son enunciadas por cada personaje, dan una coartada al autor. Un ejemplo de material espurio para un periodista objetivo, es el chisme que Reed deja colar sobre la sexualidad de Frank Sinatra y Mía Farrow a través de las palabras de Ava Gardner:<br /><br /><em>“—¿Y Mía Farrow? —Los ojos de Ava se avivan hasta un suave verde césped. La respuesta llega como si cantidad de gatos lamiesen muchos platillos de crema—. ¡Ah! Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un chico.”<br />“Como un tocadiscos automático que deja caer un nuevo LP, cambia de tema.”<br /></em><br />Este amplio espectro de la información, a fin de darle esa cualidad al género en el orden de la narración, dificulta que se pueda subrayar un dato o una versión por sobre los otras. Querer representar la complejidad de lo real, lleva a una igualación valorativa entre todos los datos que componen la historia. Focalizar la atención del lector en un mismo testimonio sin alterarlo, es decir, para que hable por sí mismo, lo lleva a utilizar ciertas estrategias como la repetición de palabras o el uso de bastardillas. Reed lo hace con Ava para que quede subrayada en la mente del lector, la fragilidad y decadencia de una celebridad:<em> “Estoy asustada, pequeño. Asustada. ¿Es posible que puedas entender lo que es sentirse asustada?”<br /></em><br />Rodolfo Walsh, también lo hace, especialmente en ¿Quién mató a Rosendo? Cuando repite frases en signos de exclamación que el mismo entrevistado pronuncio sin afectación, para llamar la atención del lector y darle significancia y peso en su argumentación. Puesto que Walsh sabía que utilizar los recursos de la narración le permitía mezclar información de diferente índole y verificabilidad, es interesante cómo en Operación Masacre, cambia de estrategia para subrayar las palabras que incriminan por sí solas a Fernández Suárez, quien ordenara la ejecución ilegal. Decide <em>filtrarse</em> previamente como narrador: <em>“Aquí quiero pedir al lector que descrea de lo que yo he narrado, que desconfíe del sonido de las palabras, de los posibles trucos verbales a que acude cualquier periodista cuando quiere probar algo, y que crea solamente en aquello que, coincidiendo conmigo, dijo Fernández Suárez.”<br /></em><br /><br /><span style="color:#ff6600;">5) La efectividad del texto en su interacción con la realidad<br /></span><br />En tanto hay una relación íntima entre lo real y la ficción, en la producción misma del <strong>non-fiction</strong>, es que se da una interacción o un feedback entre texto y realidad. Es decir, el texto crea efectos que originan reacciones en los medios, así como también, puede ser al revés: el texto se ve afectado por la realidad. Es por ello, las consiguientes reescrituras y agregados de notas al pie de Rodolfo Walsh. Y también, es un ejemplo de este feedback el que Truman Capote no haya dado punto final a su novela antes de que los asesinos hayan sido ejecutados, dándose un problema de índole ética y moral. El mimetismo, la confianza defraudada, la denuncia subjetiva, tiene un costo que el autor de non-fiction asume, y que por otro lado es la razón de su éxito y su aval de credibilidad. Que el texto tenga una impronta en la realidad, de alguna manera, también lo legitima como no ficción (lo que no significa que sea una característica excluyente del género, puesto que hubo obras literarias que han producido también efectos directos en la realidad.)<br />Esa confianza en la efectividad del texto de no ficción, es lo que lleva a Rodolfo Walsh a decirle a Piglia, en la citada entrevista de su escritura, que:<br /><br /><em>“Según como la manejás es un abanico o una pistola y podés utilizar la máquina de escribir para producir resultados tangibles (…), podés mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda.” </em></div><div align="justify"><em></em> </div><div align="justify"><em></em><em> </div><div align="justify"><br /></div></em><div align="justify"><em></em></div><div align="justify"><em></div></em><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="color:#ff6600;">Bibliografía utilizada:<br /></span><br /><span style="font-size:85%;">Capote, Truman. “Prefacio”, en <em>Música para Camaleones</em>. Ediciones Debolsillo, Bs. As. 2007.<br /><br />Piglia, Ricardo. “Hoy es imposible en la Argentina hacer literatura desvinculada de la política” en Walsh, Rodolfo <em>Un oscuro día de justicia</em>. Emecé. Bs. As. 2002.<br /><br />Reed, Rex. “¿Duerme usted desnuda?” en Wolfe, Tom (ed) <em>El Nuevo Periodismo</em>. Anagrama. Barcelona. 1977.<br /><br />Walsh, Rodolfo. <em>Operación Masacre</em>. Ediciones de la Flor. Bs. As.1986.</span><br /><span style="font-size:85%;">Walsh, Rodolfo. <em>¿Quién mató a Rosendo?.</em> Ediciones de la Flor. Bs. As. 1994.</span></div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-11380868.post-31344191448594496342009-10-14T14:04:00.010-03:002009-10-14T17:19:29.381-03:00La Televisión del Acampamentista<div align="justify"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5392517549156288146" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 150px; CURSOR: hand; HEIGHT: 200px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW5b4tnW6oz_lxNaQZROI0QFVWYDHA7KMXJi9oW2bLKiYzYu5fsWRFsGZdXcgzg6KbXx9kRmqRxlpF4qWTXyaGGVOUzC7M7li8Q9iEYbvJNRyP034Fv4MNvmtbgF3f1_S4yDI2qA/s200/Mr+Pond+intervenido.jpg" border="0" />La semana pasada, tratando de conseguir los cuatros libros siguientes de la saga del <em>Padre Brown</em>, en una librería de viejo de mi predilección, me ofrecieron <strong><em>"Las Paradojas de Mr. Pond"</em>,</strong> en la Colección Austral. Aunque suene raro hoy en día, este libro menor que tengo de <strong>Gilbert K. Chesterton</strong>, es una cuarta edición, y trata sobre los casos casi mínimos de un personaje muy elocuente y enciclopedista en cuanto a los temas generales, pero tímido y un tanto humilde con la exposición de sus propios logros. A tal nivel lleva su timidez, que sus historias terminan comprimiéndose en frases paradojales que los demás escuchan como un <em>non-sense</em> admirable y sospechoso, o la chochera de un funcionario del ministerio inglés entrado en años. </div><br /><div align="justify">Pero lo que llamó especialmente mi atención hoy, mientras leía en el colectivo, fue una observación sobre el fuego del hogar y el cinematógrafo, que rápidamente vinculé a una frase que suelo decir alegremente cuando acampo en el Sur: <em>la fogata es la televisión del acampamentista.</em> Puedo estar horas modelando la alternacia <em>multífida</em> de la flama, viendo cómo el aire caliente se entrama en el aire helado y cómo se alejan las pavesas incandescentes queriendo prender polucivas. El párrafo que marqué es el que sigue:</div><br /><div align="justify"><em>“A veces no sé si eran mejores las cosas cuando veíamos figuras en el fuego, en lugar de verlas en la pantalla cinematográfica. Las figuras del fuego, como las figuras de las nubes, son lo bastante incompletas como para exigir que la imaginación las complete. Además”, añadió Mr. Pond, atizando alegremente las llamas, “uno puede meter el atizador entre las brasas, y hacer una figura diferente; en tanto que si uno mete un enorme palo en la pantalla porque no le gusta el rostro de la estrella, ocurre toda suerte de dificultades.”</em></div><br /><div align="justify">Es cierto que en la época de Chesterton no había televisión, pero él ya intuía una función que faltaba en el cine: el <strong>Zapping</strong>.</div><br /><div align="justify">¿Acaso no es zapping lo que hace Mr. Pond cuando atiza el fuego y cambia las figuras que danzan frente a sus ojos?</div><div align="justify"> </div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Pero hay una última función bosquejada en sus pensamientos, de la que suele carecer el cine y la televisión: la <strong>Incompletitud</strong>. Y por ende, la participación creativa del espectador en la elaboración, <em>in mente</em>, de cada historia. Cosa que, de hecho, otra forma como la novela propicia y alienta, produciendo <em>missreading </em>o versiones incompletas, subentendidas, sobrentendidas, desfiguradas.</div><br /><div align="justify">Esta idea de la <strong>Incompletitud</strong> que pide nuestra participación, es como si uno, cambiando de canal, descubriese que la materia oscura ha transformado en puzzle dinámicos los <em>reality-ready-shows-made</em>, las noticias desgarradas por los mass-blacK-media-hole en TN, las series desconstructivadas de los Simpson, las recetas alternadas de Francis Mallmann y Narda Lepes, el astío de la repetición incesante de las mismas series hollywoodenses; todo esto, salvado por el atizador irrespetuoso e incisivo de la mente de un tímido y humilde espectador. </div>Miguel P. Solerhttp://www.blogger.com/profile/01865745665643318077noreply@blogger.com1