miércoles, mayo 4

Silencio postergado

Es increíble la cantidad de silencio que media, como un mar, entre esta anotación y la anterior. Como si estuviese en el borde de un pozo inextendido, y arrojase una piedra esperando escuchar el "block" de su fondo; pero nada . . . Tal vez sea tan profundo y tan lejano, que mi oído jamás lo perciba, o la piedra jamás quiebre la superficie de un fondo para orlarse de ondas, cerrándose en abanico hasta chocar con mi indolente espera.
El cielo está gris, un pichón raya su espesura, el pino apenás se agita trémulo en la brisa, la lluvia se anuncia en su ausencia. Un mismo silencio se propaga (el tecleo lo posterga, pulso a pulso). Un silencio muy parecido al de quien no tiene nada que decir, ni que contar. . . (¡que perdida de tiempo!, ¿no? O pérdida paulatina de visión, bajo esta lluvia de rayos catódicos, el temblequeo de la luz eléctrica que atenta contra tu mirada, tu lectura que se desgana con cada palabra eslabonada, sin gracia, sin esfuerzo, sin dirección)
El silencio escrito de quien no tiene nada que decir . . . ¿Acaso no hay ya muchos que revuelven sus armarios, sus cabezas irradiadas de visiones de pantalla, de voces acodadas sobre hilos telegráficos, ondas de radio, celulares vibradores, en procura de un intante de vida orgánica, de experiencia muscular?
De lo que no se sabe, mejor callar. Buen concejo para los muertos, pero no para mí.

5 comentarios:

Charlotte dijo...

me gustó mucho la última línea. buen consejo para los muertos pero no para mí. si, si, me gustó.

Miguel P. Soler dijo...

Agradezco tu comentario, Charlotte. Pero como veràs, recién estoy despegando.

Charlotte dijo...

de que estás despegando?

Charlotte dijo...

me tiene abandonado el blog???? pilas, piiiilas.

Miguel P. Soler dijo...

Con "despegar" hacía referencia a transformarme en un blogger más dedicado. Pero lo cierto, es que escribo muy de vez en cuando. Veremos . . .