jueves, junio 7

Uno


Dios, jamás entendí esa necesidad por escuchar desde el principio cualquier historia que nos quisiesen contar, como si la única forma de que una flecha llegue a destino sea la de sostenerse punto a punto sobre una trayectoria que nadie puede ver. Como lo mío es el dibujo y las artes visuales, me recuerda la forma en que el público recorre una galería de arte. Si prestan atención en ello, verán como la gente se traslada cuadro a cuadro, tratando de componer un film imaginario que les pueda indicar el sentido de la serie. Por eso traté siempre de ir sólo a una exposición que fuera de mi interés; porque de las veces que recuerdo haber ido acompañado, me sentí tirantado por esa órbita preestablecida en la continuidad de las paredes y la uniformidad de los espacios. Yo creo que uno tiene que entrar un poco ciego, y dejarse asaltar por la súbita visión de una pintura; algo así, como jugar a la gallinita ciega: plantarse en el centro del salón, girar una cantidad de veces, y lanzarse al tanteo de una forma fugaz pero apremiante, como hacia una mujer que guía con su aliento, cada vez más jadeo, cada vez más ardor.
Nunca la memoria ha ordenado con eficacia la concatenación de hechos que forman nuestra vida. Solemos pensar que ajustada la relación de causas y efectos, el sentido surgirá como un fantasma convocado. No es así. Y se los puedo decir, porque muchas noches me he puesto a barajar esas fotos que conservó en mi mente, y llego a un punto en que no sé a qué juego estoy jugando; pero creo que lo más terrible, es tener la sospecha de que no es a un solitario. Hay visiones hermosas, hay visiones espantosas de mi viaje a Venecia; algunas las he bocetado en la medida que se sostuvieron en el tiempo para ser apresadas, algunas se han vuelto tan agresivas y fugaces como latigazos. Pero hay una, injertada en el punto más agudo de mi nuca, a la que temo mirar más que a ninguna, pero cuya atracción es tan grande que draga mis fuerzas. Es como un agujero negro, una perforación en la línea de mi vida que lo succiona todo: mi pasado, mi futuro y mi presente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ah, no. Cortaste justo cuando se ponía interesante.

Creo que la razón de que la gente haga un recorrido fijo y lineal en las exposiciones es muy simple: es la forma segura de ver todo lo que hay. No sé si tiene tanto que ver con la necesidad de armar una historia en base a la sucesión de cuadros.