lunes, abril 21

Hipertexto, e-books e hipercríticos

Me imagino como un crítico debiendo hacer la crítica tradicional de un hipertexto, y me da escalofríos. ¿Dónde recortar, dónde delinear un corpus? Una inmensa cartografía, donde se multiplican recovecos con basurales industriales, calles sin salida del egotismo múltiple, impostaciones, estilos múltiples y disléxicos, etcétera. Es difícil imaginar un hipercrítico, que seguramente, se contendrá para no transformarse en un taxidermista enloquecido.

No me parece un buen argumento el del “hipertexto” para sustentar la supremacía evolutiva del e-book que, por otro lado, no deja de berrear como un bebé los títulos nobiliarios de sus ancestros.

Existe un aspecto a analizar que es el del soporte, problema que de hecho excede lo electrónico o lo tradicional: la falta de hábito de lectura y del tipo de lecturas críticas. Como lector hedonista, prefiero el libro de papel: por su portabilidad, su diseño, su textura, porque no irradia partículas u ondas en mi vista cansada, porque me sumerjo, me demoro y vuelvo a releer. El e-book es todavía un objeto incómodo y radiante, aunque masivo y posiblemente, gratuito. Tal vez, en el futuro, el desarrollo tecnológico le permita ganar las ventajas del libro papel, que a un lector hedonista o tradicional le son tan caras.

Es evidente que una gran mayoría del “público lector” está leyendo en medios electrónicos, pero dada lo que defino como “velocidad de lectura” la cual está asociada al medio, exige (tal como lo veo) textos cortos, mucha imagen, frases simples; porque la vista va a vuelo de pájaro sobre las páginas. El papel permite la concentración (no irradia, no come la vista). La pantalla nos “acostumbra” al clic, al sobrevuelo, a la lectura leve, modular.

Hacer un análisis antropológico y “antropométrico” del acto de leer según el soporte de lectura, es necesario para entender la posible evolución del e-book y de los blogs. La forma, también, condiciona el contenido; y eso será evidente cuando se analicen los productos resultantes y “más visitados” de cada formato.

Los problemas de legitimación y de evaluación de la calidad, son distintos, y se ajustan a las políticas educacionales y culturales a nivel país, pero también a nivel global.

Personalmente, el hipertexto me desalienta: como esos libros plagados de citas al pie, campo minado para la lectura deslizante (conectar “pie” con “mina”. Insólita relación entre velocidad de traslado y el peligro de caer en una de ellas para luego decidirse a abandonar la lectura)

Antes que en un hipertexto, prefiero sumergirme en “El Arco Iris de Gravedad” de Thomas Pynchon, que sin apelar a nodos y corredores formales electrónicos, dan una sensación de interconexión modular al borde de lo inaprensible o del caos. Concedo que esta novela tiene el peso de una Notebook, pero no precisa el clickeo para ser una criatura de avanzada, y no es necesario que irradie sobre mis ojos cansados, sino sobre mi mente inquieta.

A pesar de lo expuesto, estoy de acuerdo que uno debe probar y producir en todos los ámbitos y medios disponibles (antiguos y modernos), y aspirando al límite de uno mismo en cuanto a la calidad. La crítica vendrá solita, ya que obedece otras leyes y otra problemática que no tiene necesariamente que ver con la forma o con el medio (al menos en lo que respecta a la escritura.). De alguna manera, es una lucha evolutiva y tecnológica. Específicamente en el hiperespacio de la Literatura, hay historias que siguen manteniéndose sobre el soporte de la oralidad desde la antigüedad, y siguen siendo maravillosas y presentes.

4 comentarios:

Jorge Alberdi dijo...

coincido con el análisis de un modo de lectura que se generaliza (cuando encontrás a alguien que leyó un post de más de 30 líneas lo considerás una bendición, lo mismo que si no solo se limita a leer el último publicado).
Voy a linkear este texto tuyo.
Saludos

Anónimo dijo...

Hay textos largos en los blogs que se leen masticando cada línea. Creo que faltan lectores hiperinteresados en capturar lo esencial aunque esté en un texto extenso. Así también hay textos cortos, pésimos, que desde la primera línea anuncian su cortedad en la imaginación. Así que uno los deja, uno prefiere leer durante varios minutos y se siente cerca del que ha escrito...

F X.

Anónimo dijo...

El libro como objeto estético (con su ética implícita sea la que sea) no creo se muera nunca.
La lectura frente al monitor trae un tiempo distinto, con intervenciones neuronales, con el cuerpo introducido en el acto de leer de una manera diferente y eso es algo que lo experimento a diario. Por eso sí, creo en el libro electrónico, en su potencia y persisto vía blog.

Salute.
F X.

Miguel P. Soler dijo...

FX, persistí, es la única manera de sacar algo de lo indiferenciado. . .