martes, julio 14

Dos apuntes comparativos e incautos: Aira versus Kafka

1. El Dinamitero Loco
Escritores del límite: aquellos que fuerzan la literatura al límite.

Esa escritura se podría rastrear en Franz Kafka, especialmente en el “sí, pero” analizado por Marthe Robert. Una escritura quNegritae no tendría forma ya que ésta se ve desintegrada. Miguel Vitagliano, en un seminario sobre la novela, dijo que César Aira podría leerse como escritura cero (concepto postulado por Roland Barthes, el grado cero vendría a ser la escritura que se arranca la literatura. Así por ejemplo, “yo escribo” sería el primer grado, “escribo que escribo” sería el segundo…) Pero ¿qué quiere decir con esto? Bueno, de alguna manera, que Aira mina constantemente la literatura (según parece, a través de lo chistoso.)

No se sabe con certeza si César Aira tiene un programa, un proyecto teórico. Más bien se presume la ausencia del mismo; pero no por carencia, sino por sobresaturación. ¿Pero es interesante el dinamitero loco? Digamos que podría tener valor porque es un límite. Es interesante a la Crítica Taratológica el escribir cada vez más peor (¿pero es posible esto?)

2. Ley de los Rendimientos Decrecientes versus Ley de la Mejora Continua
Sin embargo, al terminar de leer Cumpleaños de Aira, me pareció que ahí se planteaba una especie de Ars Poética, imbricada en una reflexión existencial risueña. Me interesa su método para destrabar la escritura, su “Ley de los Rendimientos Decrecientes” que bosqueja en este delgado volumen (algo así como un libro de autoayuda para escritores inhibidos.) A esa ley, a su vez, se podría contraponer una “Ley de la Mejora Continua”, a la que más bien, como en mi caso, adscribiría Franz Kafka (con resultado adverso), a partir de lo que se puede deducir de esa entrada en su Diario en la que habla sobre el comienzo. La cito por su maravillosa consistencia:

En el primero momento, el principio de todo cuento es ridículo. Parece imposible que ese organismo nuevo, todavía incompleto y delicado por donde se lo mire, pueda mantenerse vivo en la organización del mundo ya existente, que como toda organización completa tiende a encerrarse sobre sí misma. Sin embargo, uno olvida que el cuento, si su existencia es justificada, ya lleva en sí una perfecta organización, aun cuando no haya completado todavía su desarrollo; por eso es injustificada la desesperación que puede provocar en ese sentido el comienzo de un cuento; del mismo modo deberían desesperarse los padres ante una criatura de pecho, porque nunca tuvieron la intención de traer al mundo ese ser miserable y sobre todo ridículo. Por supuesto, uno nunca sabe si la desesperación que siente es justificada o injustificada. Pero esta reflexión nos sirve en cierto modo de aliciente; bastante daño ya me ha hecho ignorarla.” (Diarios, 19 de diciembre de 1914)

Y todo esto, centrado en el eje temático caro a los concursos literarios, sobre los principios y la engañosa postura de que con un comienzo gancho, se justifica o no el continuar con la lectura de una novela o un cuento. A Aira parece interesarle específicamente “comenzar”, para luego terminar con apresuramiento y desaliño ante el pánico de quedar trabado y a la inmovilidad.
Ante el mínimo obstáculo: adoptar la solución de lo primero que se me pase por la cabeza, un maravilloso destrabe automático como la cola de las lagartijas (postulando una especie de literatura de las soluciones triviales.)

2 comentarios:

JML dijo...

En el desaliño, Aira encuentra la extrema ambigüedad. Nunca sabremos si ese "apresuramiento" es un rasgo de genialidad o una manifestación de incompetencia. Las novelas de Aira nunca son redondas. Habrá que buscarle otra geometría.

Miguel P. Soler dijo...

Veo que mis apreciaciones no difierne mucho de las tuyas en el post que linkeas, aunque sospecho que no hay genialidad en su apresuramiento, sino una combinación de pereza y necesidad por producir lo más que se pueda. Tiene que ver con la serialidad de la fábrica. Aira no es una fábrica alemana, sino una fábrica china. Y sale como sale... lo tomas o lo dejas. En realidad, (y esto me lo reservo para un artículo que vengo mondando desde hace tiempo), está más emparentado con el Comic, y este, está determinado por los plazos de entregaga a una revista quincenal. Esa precariedad, pero también esa estética, da el tempus y el ending de sus producciones (yo lo llamo "comic en prosa")

Por otro lado, haciendo referencia a tu post, para vinculación enfermedad y voluptuosidad de la palabra, te recomiendo "Perorata del Apestado" de Gesualdo Buffalino, por si no lo leite.

Saludos