El gato de la casa tenía cara de bagre.
Se lo decían, le hacían la broma de que lo iban a meter en una pecera.
Él acogió la ocurrencia con una vanidad exagerada. Y se puso a presumir de bagre.
Otro gato se lo comió.
Cuentos Claros, Antonio Di Benedetto
1 comentario:
jaja, muy bueno. Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea...
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