miércoles, julio 5

Apreciaciones sobre la Crítica: la estilística

En "Lingüística e historia literaria" el teórico y crítico de la estilística alemana Leo Spitzer incluye el comentario de una de sus alumnas, quien le hace una serie de objeciones a su teoría crítica, y que podrían abreviarse según estos puntos:

1) Carece de técnica y método (moviéndose en su análisis según la arbitrariedad del crítico.)
2) Su única manera de demostrar consiste en mostrar.
3) Visibilidad instantánea del sentido en el todo de la obra (sin mediar escalones progresivos que permitan un develar el texto analizado.)

A estas objeciones, confrontaré (a fin de poder vehiculizar entre ambas una respuesta propia) un texto anterior del mismo Leo Spitzer: "La interpretación Lingüística de las Obras Literarias", compilado junto con otros textos en el volumen "Introducción a la Estilística Romance" por Amado Alonso, Buenos Aires, 1932:

"(...)estas interpretaciones son como ensayos personales de allegarse directamente, mediante la conciencia moderna del lenguaje y la sensibilidad actual, a las obras literarias tanto modernas como antiguas. Claro que otros podrán luego interpretar de distinta manera tal o cual pasaje, o la obra íntegra, y revisar mis conclusiones; pero hay algo que es lícito afirmar como incondicional: el derecho que tenemos a allegarnos a lo idiomático de las obras literarias directamente con nuestro sentimiento personal de la lengua."

De alguna manera, parece que Spitzer está leyendo las objeciones de su alumna, y contrapone este derecho que prima en la sensibilidad que recorre el texto. La Estilística, como bien dice Amado Alonso en el prefacio de la colección, aspira a ser una exploración sensible que parta de las expresiones idiomáticas más características (las que aún no se han petrificado por el uso colectivo son los mejores según Spitzer), hasta las vivencias estéticas originales que las determinaron. Es decir que, a partir de los acentos, los ritmos, las imágenes inusuales, puede percibirse la figura oculta que se mimetiza en el todo enmarañado de la Lengua común. Es obvio que no existe un método o una técnica metodológica que permita, al igual que la Ciencia, llegar a una misma respuesta que no esté preestablecida por la lectura del crítico. Existe, por otro lado, una sensibilidad que se hace eco de la sensibilidad general, para aspirar a la extracción del sentido total que produce y sustenta la obra. Digamos que donde trastabilla la confiabilidad de un estudio estilístico, es en desplegar el todo a partir de una parte. Es como un estudio acotado que, comunicando a través de un diferencial, pretende dar cuenta del comportamiento dinámico de un animal complejo. Por ello, la objeción más atendible, sea la de escoger determinado fragmento sabiendo que despliega un sentido preconcebido de la obra. Sin embargo la falta de una metodología es, tal vez, la que pueda desencadenar mayores incomodidades en la lectura de un estudio estilístico. Uno puede ver amenazada su propia lectura frente a la lectura de fuerza emprendida por el crítico, y modificar por arbitrariedades subjetivas disfrazadas de consistencia, una obra que antes nos parecía más brillante. No me parece esto último suficiente para desestimar a la Estilística, ya puedo escoger la sensibilidad del crítico que más me agrade. Tal vez el punto anterior (el todo por las partes) haga que como Crítica a desarrollar sea un género menor en mis apetencias. Sin embargo, creo que lo que me fascina en su lectura (cuando leo crítica estilística: especialmente la emprendida por los escritores que son buenos lectores, Calvino o Kundera por ejemplo), es lo que la alumna desestima en la manera expositiva de Spitzer: Demostrar por mostrar. El texto, merced a que sobre un punto del mismo se aplica una corriente galvánica vivificadora, comienza a moverse frente a nuestros ojos. Todo depende de la pericia de nuestro crítico, pero el texto muestra felinamente sus movimientos más sutiles. Nos entusiasma a una nueva lectura, y no a una relectura. Nos entusiasma a desplegar una sensibilidad que perfecciona su ámbito y su naturaleza, y que se ve urgida de una nueva oportunidad (o tan sólo una oportunidad cuando no se ha leído aún la obra que el ensayo aborda.)

1 comentario:

Néstor dijo...

¡Qué lejos quedó la estilística después de la irrupción de los franceses! y sin embargo siempre me fue simpática, quizás porque muchos de sus practicantes eran gente muy talentosa como los Alonso, Vosler, Salinas... a los que daba verdadero placer leer.
un abrazo