Demasiado conocido es el caso de aquel pobre alemán enamorado del número tres, quién reducía todos los aspectos de su vida a una cuestión de tríadas. Una noche volvió a su casa, se sirvió tres tazas de café, puso tres cucharadas de azúcar en cada una de ellas, se cortó tres veces la yugular con una navaja de afeitar y con mano agonizante garabateó en la fotografía de su mujer: "¡Adiós, adiós, adiós!".
Flann O´Brien, Nadar a dos pájaros
Un hallazgo de Sergio Pitol
[Info sobre brevario de amotinados]
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