miércoles, octubre 14

La Televisión del Acampamentista

La semana pasada, tratando de conseguir los cuatros libros siguientes de la saga del Padre Brown, en una librería de viejo de mi predilección, me ofrecieron "Las Paradojas de Mr. Pond", en la Colección Austral. Aunque suene raro hoy en día, este libro menor que tengo de Gilbert K. Chesterton, es una cuarta edición, y trata sobre los casos casi mínimos de un personaje muy elocuente y enciclopedista en cuanto a los temas generales, pero tímido y un tanto humilde con la exposición de sus propios logros. A tal nivel lleva su timidez, que sus historias terminan comprimiéndose en frases paradojales que los demás escuchan como un non-sense admirable y sospechoso, o la chochera de un funcionario del ministerio inglés entrado en años.

Pero lo que llamó especialmente mi atención hoy, mientras leía en el colectivo, fue una observación sobre el fuego del hogar y el cinematógrafo, que rápidamente vinculé a una frase que suelo decir alegremente cuando acampo en el Sur: la fogata es la televisión del acampamentista. Puedo estar horas modelando la alternacia multífida de la flama, viendo cómo el aire caliente se entrama en el aire helado y cómo se alejan las pavesas incandescentes queriendo prender polucivas. El párrafo que marqué es el que sigue:

“A veces no sé si eran mejores las cosas cuando veíamos figuras en el fuego, en lugar de verlas en la pantalla cinematográfica. Las figuras del fuego, como las figuras de las nubes, son lo bastante incompletas como para exigir que la imaginación las complete. Además”, añadió Mr. Pond, atizando alegremente las llamas, “uno puede meter el atizador entre las brasas, y hacer una figura diferente; en tanto que si uno mete un enorme palo en la pantalla porque no le gusta el rostro de la estrella, ocurre toda suerte de dificultades.”

Es cierto que en la época de Chesterton no había televisión, pero él ya intuía una función que faltaba en el cine: el Zapping.

¿Acaso no es zapping lo que hace Mr. Pond cuando atiza el fuego y cambia las figuras que danzan frente a sus ojos?
Pero hay una última función bosquejada en sus pensamientos, de la que suele carecer el cine y la televisión: la Incompletitud. Y por ende, la participación creativa del espectador en la elaboración, in mente, de cada historia. Cosa que, de hecho, otra forma como la novela propicia y alienta, produciendo missreading o versiones incompletas, subentendidas, sobrentendidas, desfiguradas.

Esta idea de la Incompletitud que pide nuestra participación, es como si uno, cambiando de canal, descubriese que la materia oscura ha transformado en puzzle dinámicos los reality-ready-shows-made, las noticias desgarradas por los mass-blacK-media-hole en TN, las series desconstructivadas de los Simpson, las recetas alternadas de Francis Mallmann y Narda Lepes, el astío de la repetición incesante de las mismas series hollywoodenses; todo esto, salvado por el atizador irrespetuoso e incisivo de la mente de un tímido y humilde espectador.

1 comentario:

JML dijo...

Una intuición genial! La sinergia del zapping en las imágenes caprichosas e inestables del fuego. Y la incompletitud: todos esos muñones que le salen al cuerpo de un relato...