martes, marzo 28

Brevario de amotinados 5

Al fin doy con una. Le descargo el palo, y la trozo en dos. Pero se queda viva, y una mitad sale corriendo y la otra empieza a dar brincos delante de mí, como diciéndome: no creas, verraco, que a mí se me mata tan fácil.
"¡Animal!", me dice mi madre, y me tira una piedra en la cabeza. "¡Deja a las pobres lagartijas que vivan en paz!" Mi cabeza se ha abierto en dos mitades, y una ha salido corriendo. La otra se queda frente a mi madre. Bailando. Bailando. Bailando.

Celestino antes del alba, Reinaldo Arenas

3 comentarios:

paula p dijo...

Reinaldo es un genio
deforma al boom del ´60
como un lavarropa inteligente

Miguel P. Soler dijo...

Interesante, Paula, tu doméstica comparación; aunque no puedo encuadrar a Arenas en el boom del 60, sino como una "singularidad" (en el sentido matemático o físico) en la literatura. Sin ir más lejos, pienso en el comienzo de "El Mundo Alucinante", que de entrada te mete en un lavarropa de cabeza, mientras gira a tu alrededor granvies fosforecentes y tán simpáticos como cronopios.
Sin embargo, fuera de Celestino y El Mundo Alucinante, que son sus dos primeras novelas, el resto de sus novelas me fueron menos fascinantes.
Pero no hay duda que Arenas era un maestro para titularlas:
"El palacio de las blanquísimas mofetas", "Otra vez el mar", "El color del verano", etc... Fijate que Mario Bellatin titula muy parecido, y no me extrañaría que Arenas sea su referente. Hasta ahí todo similitud, porque por lo que leí de Bellatín, éste no me parece ni original ni "animal" ni plancha.

saludos.-

Mori Ponsowy dijo...

Te dejo este poema de regalo y porque también habla de lagartijas. Besos.

NO SE ACEPTAN RECLAMOS

Hay un alma mal embalada dentro de ti
y no sabes dónde se va a reclamar.

Has visto las de otras personas envueltas en cartón
corrugado de tres capas, acolchadas con espuma
de polietileno y películas de telgopor, resguardadas
en cajas de acero a prueba de bombas nucleares.

Pero la tuya anda a la intemperie, se encoge bajo la lluvia.

Claro que no todo es lo mismo,
algunas cosas son más frágiles que otras:
sueños, crisálidas, imperios.
¿Y el alma que vive en ti? ¿Si es etérea,
no se puede romper?

Amenazadas por un enemigo,
las lagartijas sueltan la cola.
Luego les crece otra, como si nada.
Quizá también las almas
puedan renacer de las migajas
de un mundo en ruinas.

No la tuya: porfiada,
negándose a abandonar recuerdos,
marchando desnuda a la batalla,
blandiendo su inmortalidad
como sola armadura.

Quizá en quince o veinte años puedas cambiarla:
una leve anestesia, una visita al quirófano,
una inyección de células madre te convertirá
en una lagartija cualquiera.

Hasta entonces,
no se aceptan reclamos.