viernes, marzo 3

Contigüidades en mi mente lectora

Hay una extraña contigüidad entre la obra inconclusa de un escritor y la obra emergente de otro muy posterior; quienes hasta podrían desconocerse o estar incomunicados.

Julio Cortázar, en 1980, sueña con una novela absoluta y “última”, que guarda celosamente en su escritorio y que piensa publicar (¿cabría pensar, que luego de ella, vendría la mudez?) Cuando se dispone a leerla, ve que está escrita en letras cuneiformes, extrañas runas, trazos inteligibles en la vigilia, pero plenos de significado en el sueño. Luego, en 1983, meses ante de morir, Cortázar le cuenta a Luisa Valenzuela, que ha soñado con su último libro, pero esta vez, lo soñó lleno de figuras geométricas: geometría pura que expresa todo lo que siempre quiso expresar a través de la escritura: búsqueda y hallazgo.

Años después, en los noventa, Roberto Bolaño publica “Los Detectives Salvajes”: novela palimpsesto y polifónica que Vila-Matas, en forma apresurada y un tanto cegatona, comentaría como un “histórico carpetazo a Rayuela.” Los tramos finales de la novela de Bolaño, y haciendo referencia al poemario fantasma y lúdico de ese poeta-personaje que es Cesárea Tinajero, se componen de formas geométricas (¿una ventana? ¿algo que asoma en una ventana? Ver cómo se leería un poema geométrico en el capítulo 20. La poesía y su tenso estiramiento sobre lo indecible.) Hay un extraño vínculo entre la “Novela Geométrica” de Cortázar y la novela existencial de Bolaño, como si la primera fuera el fantasma futuro de la segunda.

Bolaño muere y deja casi inconclusa “2666”, auténtica novela fantasma (con todo su phatos, su huella de una muerte prematura) ¿Qué novela preanuncia? ¿Hacia dónde tiende sus puentes precarios?


[Extraído de un post que publiqué en Kapput.]

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sepa que Bolaño estaba muy de acuerdo con mi afirmación. Carpetazo al Boom. Lee usted de forma demasiado literal.

Enrique Vila-Matas

Bardamu dijo...

Interesante trazado. Imaginar una geometría asintótica donde lo preanunciado de ese modo se pierde en un horizonte lejano, sin roces con lo pasado, sin objetivarse jamás.
¿No era que Vila-Matas dejaba de escribir (por segunda vez)? Finalmente es como su admirado Cioran que a cada rato renegaba del vivir y se murió de puro viejo.

Anónimo dijo...

Una pésima mente lectora. Una verguenza.

Miguel P. Soler dijo...

Me extraña señor Vila-Matas, que alguien que sospecha de la lectura literal confíe en las opiniones literales de un tipo tan jodido como Bolaño (un verdadero innovador literario). Como lectura, me parece más ingenuo todavía un carpetazo al Boom que un carpetazo a Rayuela, es decir, es de cegatón pensar que la literatura que media entre Cortazar y Bolaño sigue siendo Boom (¿y qué entiende Vila-Matas por el boom?)
Pero bueno, como ud. mismo escribe en "París no se acaba nunca": "Somos como los demás nos ven, de acuerdo. Pero yo me resisto a aceptar tamaña injusticia. Llevo años intentando ser un enigma para todos. Para ello, con cada persona adopto una actitud diferente, busco que no haya dos personas que me vean de igual forma. Sin embargo, esta esforzada tarea se me está revelando inútil. Y por lo visto todos me ven igual, como a ellos les da la gana."
Es decir, un escritor de la impostación. ¿Qué se podía esperar de un pacto con el demonio, acaso disfrazado de Bolaño? Leer su nombre al revés, como lo aconcejaría cualquier asesino de Lenon, es revelador. Acaso al leer sus libros al revés, logre eso que sorprendía y exasperaba a Marguerite Duras, es decir el asesinato del lector.
Vade retro, pero aprecio lo ingenioso de sus inversiones ;)

Mi buen amigo Bardamu, mientras existan escritores y sus anecdotarios del oficio, Vila-Matas seguirá escribiendo.

Saludos.-