viernes, septiembre 23

El veneno de Conrad para un blogger despreocupado

A pesar de los inconvenientes, de carácter personal, que comprometieron mi tiempo esta semana, pude ir a los Encuentros en el Rojas coordinados por Guillermo Piro, los cuales tenían por tema el "fenómeno" blogger. Fue grato y cálido, más que iluminador. Pude establecer esa extraña conexión entre imaginario textual y emisor real, plegando el gesto a las palabras. Antes de saber quién es quién, y dada las huellas que todo lector atento puede rastrear en un estilo, pude pre-identificar a los bloggers casi sin haberles escuchado antes (salvo al brasiliante, pero cuyo bronceado permanente tendría que haberme avivado.) Hasta reconocí al hargentino entre el público (es decir: un reconocimiento, obviamente, fundado en la estadística), y tengo mis sospechas sobre otros que ni participaron y tampoco se dieron a conocer, de entre los que leo o leí alguna vez.
Luego vino los saludos, el desenmascaramiento, la charla y la cena. Me pidieron amablemente escribir más, cambiar la cara (el template), relajarme, experimentar, desbandarme. Todas cosas que me hicieron reflexionar y remitirme a los múltiples decálogos para ser un buen blogger, o bien de sentirme en la trama de una educación sentimental. No es una cuestión de "seriedad" ni de "ligereza"; lo entiendo. Pero sí tiene que ver con la escritura, y eso remite a una dimensión personal confusa y exploratoria.

Para qué escribo en el blog, para quién. Y derivándose de esto: cómo y cuándo. Sobre el cómo, hay infinidad de pareceres y de intentos. El cuándo es lo más perentorio y condicionante: lo ideal es todos los días. Los blogs que tienen poco ritmo tienden a desaparecer, como si siguieran una ley entrópica. Noto, por lo pronto, que dada mi forma de vivir la escritura, pierdo el paso y por lo tanto, estoy siempre a punto de trastabillar y caer. No puedo escribir con ligereza (y como diría Calvino, no es éste un atributo negativo, pero sí participa del espíritu de la época o del nuevo milenio.) Siento una fuerte responsabilidad con lo escrito. No soy un autocorrector compulsivo, no me jacto de un sufrimiento flaubertiano, pero no puedo emitir gatos cuando sueño con liebres. No puedo encadenar libros como Aira, con el pragmático fin de mantener la línea caliente. No puedo escribir de lo actual, cuando seducido por el pasado, reescribo el futuro (como si fuese una criatura bergsoniana.) Admiro a quién produce sin dudar: es una energía inestimable y preciosa. Pero los admiro cuando sus obras son admirables por sí mismas, y no por la cantidad de energía desplegada.

Un blog "correcto", no dista mucho de una telenovela.

Tiene su franja horaria, su franja social o cultural de espectadores, su persistencia, su género. Y todos sus clishes y sus salvadores remakes. Puedo perderme un capítulo, y sin embargo, como si fuese un dios ubicuo y pagano, me vuelve a acoger en su trama. Y tiene su competitivo raitting. Y sus propagandas (los links amigos, los links de variedades y curiosidades, los links que nos favorecen.) Pero como toda telenovela, cuando uno se ha perdido tres capítulos y otras cosas nos reclaman (otro canal), caen y se abandonan en el olvido. Es difícil cortar con una telenovela, a pesar de su tensión permanente entre lo cursi y lo novedoso o lo macabro, crea una adicción extraña que es su corazón oculto y tiránico. Y yo desconfío de ese doble corazón paralelo.

Como si el blog, Dural, fuese el William Wilson de "NS", mi novela en demorada corrección. Temo que WW tome el control, porque como todo doble, absorve la energía del otro (NS) hasta su fin (que siempre es simultáneo). De la misma manera que en el cuento de Poe: absorviendo toda "la corrección" (la vida moralmente correcta), WW descorregía al narrador, condenándolo al infierno. Un doble, que con su acción angélica, niega el cielo a su protegido. Tal vez, deliro. Tal vez, me doy cuenta que la vida social del blog, impide la subvida anónima del escritor. Extraña paradoja.

El veneno de Conrad corre como una gota de aire por mis venas en el momento de la escritura. Supongo que las pocas visitas que tiene Dural y los concejos atentamente escuchados (y que aprecio, por supuesto), responden a la acción de este veneno que paraliza mis post, los acartona, los endurece y los espacía de silencio. Y como respeto a esos pocos y ocacionales lectores, que terminan de leer hasta la última línea de un post de Dural, les anexo las citas que, a modo de prospecto en la caja de un frasquito calavérico, pertenecen a un escritor maravilloso como Joseph Conrad, quién vivió primero y escribió para vivir después:

A) “Sólo mediante una devoción absoluta e inquebrantable al perfecto acuerdo de la forma con la sustancia, y mediante un cuidado incesante del contorno y la sonoridad de la frase, se conseguirán la plasticidad y el color adecuados, y la luz de la fascinación iluminará la superficie banal de las palabras, caducas y agotadas y desfiguradas por varios siglos de empleo negligente.”

B) “El trabajo es la ley. El espíritu que no se ejercita en la acción se convierte en una cosa muerta, pierde su fuerza e impide dejar un rastro personal sobre la tierra.”

C)“Trabajar lo más concienzudamente posible, describir exactamente lo que se ha visto, cuidar las frases como la tripulación baldea y cuida la cubierta, y no esperar otra recompensa que el respeto silencioso de sus iguales: en eso estriba el honor de un escritor.”

Manéjese con cuidado. Manténgase lejos de los niños y de los incautos(y de los lectores, arriesgaría yo también.)

7 comentarios:

inx dijo...

En esta confesión de imposibilidades, yo veo virtudes, criterios que comparto. ¿Por qué ceñirse a un concepto de género en pos de una supuesta mayor eficacia? La verdad que cada uno es capaz de encontrar, también es eficaz para el que escribe. Depende del cristal con que se lea, depende de la ambición con que se aborde, como todo. A mí me gusta este blog.

Miguel P. Soler dijo...

Agradezco tu comentario, Inx. Lo que quise con este post, es observar sobre el escritorio, las exigencias internas y externas que, a través de este medio, inciden en mi propia escritura y mi manera de ejercerla. Por supuesto, es esta una exploración personal, mi pequeña experiencia hasta el momento. Sin embargo, no es una análisis de la validez del medio, sino una puesta en escena (entre otras cosas) de ese combate de dobles entre Dural y mi novela tradicional. Por supuesto, que en tanto alguien lea, Dural seguirá de alguna forma, en algún lugar.
Gracias.-

Gus Nielsen dijo...

Muy bueno, Hernán!

Anónimo dijo...

cuando lei tu comentario respecto a que un blog correcto no difiere de una novela, me sentí un poquitin extraña. Hacia apenas un instante me había topado con muchos blogs vacíos, y con uno llamado la-novela-de-la-tarde, raro, no raro en la acepción de modernidad, si no raro justamente, para estar aca, porque es asi como un bolero, berreta y calenton. Me dio ánimos y me inspiró para escribir uno, a mi manera, seguramente igual de mala.Pero me dejó pensando.Justamente, en la falta de miedo para escribir,para ser poco sofisticados, extremadamente aficionados, con la cuota cursi de la novela, que vos afirmas que no permite desprenderse de ella.
Entonces te leo, y me vuelve el miedo a no dar la talla. y que mejor no escribo nada. Bueno, dejo un blog en blanco, como tantos que vi, como promesas, como jardines secos.
Sabes, escribir debería ser mas simple. No mas facil, mas simple.

Miguel P. Soler dijo...

Gustavo, no pude decirte personalmente cómo me gustó Tutucas, a pesar de su largueza que bien podría ser estructuralmente un acierto. El último, de Bob, no me pareció tan bueno porque depende de reponer un hecho ¿histórico? fuera del cuento mismo y que el lector podría desconocer (aunque muy improbablemente.) Gracias y un saludo.


Blanca, creo que hay que separar el acto de escribir de lo que es Medio, que es en parte el enfoque de mi reflexión. Como vos dijiste, no es fácil escribir pero debería llegar a ser simple, con nuestra persistencia. Como nadar, que no es fácil porque en algún momento puede matarte. Pero uno debe a aprender a moverse con simplicidad, aún cuando el estilo sea tan complejo y desmedido como el mariposa. Esa simplicidad puede irse abordando según el medio, pero ningún escritor puede saber cuando se llega a ello. Yo creo que solo lo puede apreciar el lector. Como caminar, se llega y se torna muda acción inconsciente, natural y necesaria. (No confundir con escribir simple, por supuesto.)
Un saludo. Y persistí; en el medio que más te resulte (sea blog, papel, radio, tv, o sobre el agua.)

PD: Piro, me honra y me sorprende el que me hayas citado en Wimbledon. Un saludo para vos también.

Daniel dijo...

Miguel; quizás te falte comprender aun que el blog no es obra, al menos no en un sentido estricto del mismo modo en que tus mails no deberían exijir ningún destino de edición póstuma. Al menos de mi parte, al blog lo entiendo más como experimentación pura; descartes, búsquedas, ensayo-error, fragmentos, etc.

Miguel P. Soler dijo...

Daniel, en ningún momento me parece haber dicho que el blog es obra; es más, hablo del blog como un medio no como un fin (cosa que caracteriza a una obra: su finalización; sino no existirían las "obras inconclusas") Si pensamos que en este "medio" concurrirían astillas de una obra potencial (entendiendo a través de la probabilística, que bien podría coincidir biyectivamente con una obra), no deja de tener sus exigencias y urgencias internas y externas, como una telenovela. Cosa que la escritura tradicional, bajo claustros (tampoco es tan así, pero sí mayormente), personal y solitaria, carece. Quise mostrar esa distinción: en ambas la dimensión de la escritura, pero doppelgänger que en mí se muestran antagónicos aunque idénticos.
Está bien, como vos decís podría escribir un blog autístamente: la escritura bastándose a sí misma. Pero sería como caminar cuando bien podrías estar volando: no utilizas los grados de libertad que te permite el medio: su comunicabilidad, su condición de intemperie (no la libertad de escribir lo que se antoje, ¿me explico?)
Gracias igual por tu siempre valorada intervención.

Salutte.-