martes, noviembre 22

Lolita en backstage

1.
Humbert Humbert observa “inundado por una asimilación casi convulsiva y penosa de belleza”, a su amada nínfula, Dolores Haze, jugando al tenis con una amiga, quien sin tanto estilo armónico, le ganaba inevitablemente. Pero el tenis de Lo, “su tenis era el punto más alto a que podía llevar una criatura el arte de fingir, aunque me atrevería a decir que para ella era geometría misma de la realidad esencial”
“Pude haberla filmado”, se lamenta H.H., pensando que aquella imagen tan volátil de la geometría sin efecto podría llevarse en forma portátil al igual que un relicario. Y merced a las capacidades técnicas del Cine, rotar, retardar paso a paso, acelerar, tomar detalle a detalle toda la evolución de ese cuerpo en movimiento. La imagen se hace múltiple, asediada por el ataque de un ojo armado y movedizo, que se distancia e invisibiliza (voyeaur) tras una manipulación de máquinas y técnicas: el zoom, el montaje, las traslaciones, el retardador, la iluminación artificial. Cabría esperar, por consiguiente, una estrategia, “un arte de fingir”, que mantenga la forma intacta ante cada intrusión. Se hace film sobre ese anillo que guarda respetuosa distancia de su escena.

Ahora bien, Lolita describía todos los movimientos de una verdadera campeona, pero todos sus efectos carecían de “desvío”, de “efectividad”; como los actores de una película de acción que, tras saltar por una ventana, caen más allá del foco de la cámara sobre una colchoneta. Por ello, el deseo de H.H., necesita un enfoque que recorte aquellas porciones del espacio de la cancha de tennis, donde la pelotita evita un ice. Más adelante, H.H. fantasea como quien proyecta un film paralelo y mental, a Dolores Haze campeona profesional; pero no puede evitar, finalmente, imaginarla “actuando como joven campeona en una película”. Entonces, el anillo se ajusta como un lazo corredizo hasta lograr la máxima tensión del fingimiento. Ella “prefería representar a nadar, y nadar a jugar al tenis”: juego dentro del juego, doblez ambiguo donde el oponente juega al tenis, y Lo a actuar el juego.

2.
Inocentemente, Lolita en su tenis, revela su arma más potente descubriendo, a su vez, su lado más débil. “La representación”, la dominación de la actitud, su fuerza de sustentación de simulacro es su lado armado. Su debilidad se muestra en la porción más allá del encantamiento, donde los efectos son nulos o estériles, y donde se evidencia su naturaleza de simulación. La perfecta estrategia defensiva al ojo armado, puede ser también la perfecta estrategia ofensiva del actor. Para ello se necesita que el deseo del otro recorte el tenso espacio de la simulación, y desatienda el flanco donde se señala a sí mismo como ilusorio.
Se necesita un poder de encantamiento que no desvíe la atención del cazador encantado. Con una mano atraigo su atención: “¡mira que linda manito!”, con la otra le clavo un puñal por la espalda. Por sus requisitos, la estrategia esbozada, es de naturaleza dual: una brazo que se llena de intencionada visibilidad, y otro que se invisibiliza sostenidamente hasta el chicotazo. Unidos en un punto al que se acercan infinitesimalmente parte a parte, pero tensos a la espera de una descarga.

3.
Andreas Huyssen, en su artículo “Guía del Posmodernismo”, caracterizaba al éxito de la literatura del penúltimo cuarto del siglo gracias a “la mezcla experimental de la cultura de masas y el modernismo”. Si tenemos en cuenta que el Cine, como lo describe Walter Benjamin, ha permitido gracias a sus condiciones de reproductibilidad técnica, una participación masiva de la obra de arte, también ha metamorfoseado su naturaleza. Ya que ésta, ha tomado la dinamicidad que las técnicas cinematográficas han desarrollado, configurando también una nueva actitud lectora. La forma en que se despliegan, en la obra de Nabokov, visualmente sus historias (sus "escenas", diría él mismo, como lo hace en mucho de los prólogos de sus libros), lleva las articulaciones de una cámara; es decir que una nueva sensibilidad ha permitido el desarrollo de una movilidad que se hallaba en forma latente y larbaria (de la misma manera que dentro del “arrastrarse” de la oruga, duerme el “volar” de la mariposa.) Tanto es así, que se representa dentro de las mismas obras las operaciones propias de la filmación, del cine: un backstage ambiguo. En la obra de Nabokov aparecen las películas de las cuales se sienten partícipes sus obsesivos héroes, las estrellitas de cine, los extras, la calidad fílmica de las descripciones. Esta forma en que la percepción se acerca a su objeto de estudio también deforma el objeto dejando la huella de su trayectoria. Pienso en aquella vez que, siendo niño, al despertarme de un sueño febril caí en la cuenta que era mi primer sueño en colores; seguramente, al contraponer sus imágenes oníricas a las que veía en mi televisor blanco y negro de entonces. Una súbita posición reflexiva, descubría la forma de la percepción de los sueños con las características fílmicas del medio televisivo.

1 comentario:

Carroll's dijo...

Pienso en Kubrick y en cómo éste logró trasladar, sin mostrar absolutamente nada, a la imagen visual el erotismo de semejante libro. Cargó con la sensura porque supo insinuar, porque supo hacer literatura desde la imagen.
Lolita, lolita...