lunes, noviembre 28

Canto de cuna

Quería dormir el pequeño Miguel (8 años)
cubierto en su cama tibieza
(el sabor de la cena, el fruto que sueña)
gatos pretenden suspiros, y una luna gibosa
(otro lugar donde dormir es oculto)
ya cantan los grillos y un tren en cercano rumor
el ojo profundo que hiere la noche.
El Lobo acecha en los ruidos
"¡y todos dormidos!"
una isla, un náufrago, una historia
que vale lo que una moneda
en el fondo en el medio del Mal.

martes, noviembre 22

Lolita en backstage

1.
Humbert Humbert observa “inundado por una asimilación casi convulsiva y penosa de belleza”, a su amada nínfula, Dolores Haze, jugando al tenis con una amiga, quien sin tanto estilo armónico, le ganaba inevitablemente. Pero el tenis de Lo, “su tenis era el punto más alto a que podía llevar una criatura el arte de fingir, aunque me atrevería a decir que para ella era geometría misma de la realidad esencial”
“Pude haberla filmado”, se lamenta H.H., pensando que aquella imagen tan volátil de la geometría sin efecto podría llevarse en forma portátil al igual que un relicario. Y merced a las capacidades técnicas del Cine, rotar, retardar paso a paso, acelerar, tomar detalle a detalle toda la evolución de ese cuerpo en movimiento. La imagen se hace múltiple, asediada por el ataque de un ojo armado y movedizo, que se distancia e invisibiliza (voyeaur) tras una manipulación de máquinas y técnicas: el zoom, el montaje, las traslaciones, el retardador, la iluminación artificial. Cabría esperar, por consiguiente, una estrategia, “un arte de fingir”, que mantenga la forma intacta ante cada intrusión. Se hace film sobre ese anillo que guarda respetuosa distancia de su escena.

Ahora bien, Lolita describía todos los movimientos de una verdadera campeona, pero todos sus efectos carecían de “desvío”, de “efectividad”; como los actores de una película de acción que, tras saltar por una ventana, caen más allá del foco de la cámara sobre una colchoneta. Por ello, el deseo de H.H., necesita un enfoque que recorte aquellas porciones del espacio de la cancha de tennis, donde la pelotita evita un ice. Más adelante, H.H. fantasea como quien proyecta un film paralelo y mental, a Dolores Haze campeona profesional; pero no puede evitar, finalmente, imaginarla “actuando como joven campeona en una película”. Entonces, el anillo se ajusta como un lazo corredizo hasta lograr la máxima tensión del fingimiento. Ella “prefería representar a nadar, y nadar a jugar al tenis”: juego dentro del juego, doblez ambiguo donde el oponente juega al tenis, y Lo a actuar el juego.

2.
Inocentemente, Lolita en su tenis, revela su arma más potente descubriendo, a su vez, su lado más débil. “La representación”, la dominación de la actitud, su fuerza de sustentación de simulacro es su lado armado. Su debilidad se muestra en la porción más allá del encantamiento, donde los efectos son nulos o estériles, y donde se evidencia su naturaleza de simulación. La perfecta estrategia defensiva al ojo armado, puede ser también la perfecta estrategia ofensiva del actor. Para ello se necesita que el deseo del otro recorte el tenso espacio de la simulación, y desatienda el flanco donde se señala a sí mismo como ilusorio.
Se necesita un poder de encantamiento que no desvíe la atención del cazador encantado. Con una mano atraigo su atención: “¡mira que linda manito!”, con la otra le clavo un puñal por la espalda. Por sus requisitos, la estrategia esbozada, es de naturaleza dual: una brazo que se llena de intencionada visibilidad, y otro que se invisibiliza sostenidamente hasta el chicotazo. Unidos en un punto al que se acercan infinitesimalmente parte a parte, pero tensos a la espera de una descarga.

3.
Andreas Huyssen, en su artículo “Guía del Posmodernismo”, caracterizaba al éxito de la literatura del penúltimo cuarto del siglo gracias a “la mezcla experimental de la cultura de masas y el modernismo”. Si tenemos en cuenta que el Cine, como lo describe Walter Benjamin, ha permitido gracias a sus condiciones de reproductibilidad técnica, una participación masiva de la obra de arte, también ha metamorfoseado su naturaleza. Ya que ésta, ha tomado la dinamicidad que las técnicas cinematográficas han desarrollado, configurando también una nueva actitud lectora. La forma en que se despliegan, en la obra de Nabokov, visualmente sus historias (sus "escenas", diría él mismo, como lo hace en mucho de los prólogos de sus libros), lleva las articulaciones de una cámara; es decir que una nueva sensibilidad ha permitido el desarrollo de una movilidad que se hallaba en forma latente y larbaria (de la misma manera que dentro del “arrastrarse” de la oruga, duerme el “volar” de la mariposa.) Tanto es así, que se representa dentro de las mismas obras las operaciones propias de la filmación, del cine: un backstage ambiguo. En la obra de Nabokov aparecen las películas de las cuales se sienten partícipes sus obsesivos héroes, las estrellitas de cine, los extras, la calidad fílmica de las descripciones. Esta forma en que la percepción se acerca a su objeto de estudio también deforma el objeto dejando la huella de su trayectoria. Pienso en aquella vez que, siendo niño, al despertarme de un sueño febril caí en la cuenta que era mi primer sueño en colores; seguramente, al contraponer sus imágenes oníricas a las que veía en mi televisor blanco y negro de entonces. Una súbita posición reflexiva, descubría la forma de la percepción de los sueños con las características fílmicas del medio televisivo.

domingo, noviembre 20

Dos visiones del Volcán Villarica

Aproximándonos a la base



El cráter (utilizando una mascarilla antigas)



[Fotos que remiten al post anterior]

miércoles, noviembre 16

Pearl Jam, entropía y acordes menores

Llegué muy cansado a casa.

Pusé Pearl Jam y ahí está sonando toda su eléctrica dimensión de acordes menores, circular como un fuego entorno a mi pc. Tal vez por la proximidad de mi cumpleaños, estas semanas se me hacen cuesta arriba. Recuerdo cómo, años atrás, resbalé en la nieve cuando ascendía el volcán Villarica. Mi cansancio era tal que, al caer, ví con poca alarma cómo me deslizaba por la nieve, cómo clavaba mi pico de la manera incorrecta para perderlo y seguir deslizándome, y cómo finalmente, recordando las lecciones del instructor de unas horas antes, arqueé el cuerpo para clavarme con las uñas profundamente en la nieve y detenerme al fin. Miré al grupo metros arriba que, desde el sendero zigzagueante, me observaba con sorpresa (dos canadienses, un australiano, dos suizos, el instructor chileno y mi novia que iba de lo más campante), y tuve ganas de llorar del cansancio y de la bronca del orgullo que tironeaba ingrávido pero con poca fuerza.

Cansancio de Tántalo, de los grandes esfuerzos inútiles o de los resultados nimios. Cada vez menos energía, y cada vez más necesitados de la inteligencia para no desperdiciarla y administrarla con eficacia. Por eso, tal vez, Pearl Jam, Stone Temple Pilots o Nirvana: pilas de oscuros relámpagos energéticos. Cocinar también, me serena y me ocupa: picar la cebolla y el ají con mi cuchilla de acerado brillo. Una compañera del laburo me soñó matando a "todos" con un revólver. Extraño, pensaba ella, cómo podía ser que un pibe tan buen compañero y tan centrado estuviese bajando tipos con esa gran satisfacción pintada en su cara. "Le tendría que haber jugado al 47", me dijo sonriendo como una tía buena.

Ahora, yo me pregunto (mientras pongo Nevermind), si cuando soñamos que muere alguien conocido, se dice que le agregamos años de vida, ¿qué pasa cuando nos sueña otro, matando a muchos, como un asesino serial? Ahí, ya no sé si gano o pierdo años de mi propia vida. Misterioso balance energético que no podemos medir con exactitud y precognitiva antelación. Tal vez mi energía imaginaria (esa que sensatamente busca descargarse en pararrayos como las novelas, la escucha de música con acordes menores o la cocina que se jacta de su filo), sea tanta, que haya terminado por desbordarse y esté descargando en sueños ajenos.

Creo que mejor voy a poner "Amnesiac", de Radiohead. . .
Play.

sábado, noviembre 12

Fragmento ficcional a punto de borrarse

Contemplé a dos nenes construyendo ensimismados un castillo de arena. ¿La patria es la infancia, como dicen? Recuerdo, que en una ciudad de verano tan pequeña como está, tenía mi barrita de amigos con quienes jugar a la pelota, y corríamos al mar como un solo grito para sentir que lo revolvíamos con nuestras cabriolas y barrenadas. Miramar no está emplazada sobre las dunas y entre pinares como Villa Gesell, sino que es más parecida a un damero junto al mar, y por ella me desplazaba en bicicleta como si fuese mi imperio. Recuerdo que a los quince años era esmirriado y tímido, y me había enamorado perdidamente de la prima de Luis, mi mejor amigo de entonces. Seguíamos integrando la vieja barra de amigos en Miramar, pero la adolescencia nos había suministrado diferentes armas a cada uno. A mí me había dado la poesía, a Luis el rock, y a Carlos “el Sarna”, la prepotencia. Claudia era como un sueño imposible: deliciosa, sonrosada y voluptuosa en su malla enteriza. Cada vez que estaba cerca de ella, su aroma me embriagaba, su mirada distante y altiva a veces captaba mis torpes emisiones de amor enmudecido. Ella apenas hablaba, y cada vez que lo hacía, solo eran breves frases mimetizándose en su risa juvenil. Nadaba como una diosa, mar adentro, lejos de mi límite natatorio. Una vez, contemplando el mar como ahora (y eran muchas las veces), pensé que sobre las olas todos éramos extranjeros. Siendo fluido en movimiento, y como diría Heráclito (yo todavía no lo había leído), no nos bañábamos dos veces en el mismo mar. Imaginé un pueblo que se trasladara como un nenúfar sobre la superficie del océano, su épica y su historia, y su neréidica heroína: Claudia. Escribí enfebrecido un largo canto con esa imagen y se la ofrecí a ella, temblando de emoción. Al otro día, vi mi poema en manos de el Sarna, con Claudia junta a él festejando sus chistes, mientras el hijo de puta, sin dejar de rascarse, transformaba todos mis versos en palabras obscenas, con la artística inclusión de dibujos pornográficos en sus márgenes. Ahí supe que la literatura no era lo mejor para conquistar chicas, y cambie mis estrategias. No faltará quien diga que mi historia explica mi actitud para con las mujeres; y tampoco faltara quien sugiera, que Carlos “el Sarna” al igual que Claudia, tal vez fueran de familia adinerada, explicando así mi elección por la izquierda. Como pude comprobar años más tarde, Pablo, mi amigo de la facultad, seducía y conquistaba con su elocuencia y su literatura, de una manera efectiva y profunda. Y además, el Sarna no dejó de ser otro muchacho más de padres sacrificados y de clase media en lenta disolución, un futuro empleado para empresas de servicio privatizadas. Lo lamentable es que la vida moderna, con su alienante velocidad consumista, nos condicione a una mentalidad prefabricada. Y pienso que esto, nos impide acercarnos cada vez más, al secreto de la existencia por cada minuto que avanzamos en el futuro.

martes, noviembre 8

Credulidad

A pesar de que tenía mis justifiables dudas, aún cuando al minuto final de entregar la urna sellada y demás planillas ensobradas al pibe del Correo, éste me entregó un papelito con una dirección y un día específico según mi DNI, ayer finalmente cobré 50 manguitos por haberme desempeñado como autoridad de mesa en las últimas elecciones.

Un especial saludo a los fiscales, y a ese "ciudadano" cuyo sobre contenía un objeto de latex que podía percibirse sin abrirlo por su húmeda huella anillada en el papel (tengo que aclarar que, siendo suficiente evidencia para mí para darlo por nulo, se lo dí con dos dedos al fiscal general para que lo abriera él si quería.)

Gaudeamus

lunes, noviembre 7

"El Cielo Protector" de Bowles en tres capas

21 de Enero de 2002
"1.- Te cuento que estoy leyendo el libro que me recomendaste y me esta gustando. Te hago una preguntita: Kit (la chica) y Port son novios, pareja o algo así porque no me queda muy claro.

Realmente, parece ser una relación muy rara, ¿no?

Lo cierto es que la novela no lo dice, pero creo que es una relación muy semejante a la que tenía el autor con su esposa: compañeros, esposos inseparables, pero con camas separadas. Más bien, Port parece un hombre cada vez más distante, en pos de un espejismo que no sabe o no sabemos precisar. En cambio, Kit, siempre presa de signos adversos y premonitorios, no se atreve a dar un paso en falso, más prendida de los hechos físicos que de los espirituales. Ciertamente, es una relación antigua y ambigua, con un pibe-gancho (Turner) que media entre los dos, como si no los molestase (¿o sí?) Él con la vista más allá y Ella con la vista más acá: conforman un juego de afectos y rechazos que bien se puede asemejar a una nebulosa. Esa es una de la razones que atraen de la literatura, la dificultad de precisar una figura ¿Esto que está pasando, es balet, es juego, es vida?

Hay que seguir internándose en ese espejismo . . .



08 de Febrero de 2002
"2.- Cómo puede ser???? Port se murió así nomás, de golpe. Para qué lo hicieron agonizar si no iba a sobrevivir????
El autor es un cretino; Kit, no tiene alma, y Turner es un inservible.


La muerte de Port, parece quebrar la orientación de la novela. ¿Porque esa agonía tan prolongada, tan cargada de ausencia y progresiva lejanía? Si uno piensa que Port, en su continua búsqueda a ciegas de algo indefinible que le urge en su interior (como el reloj despertador de mi mesita de luz, que ante el avance nocturno de sus manecillas, no sabe pero se precipita hacia la marca que lo haga sonar a las 6:00 AM), no puede dejar de avanzar, es claro que cuando lo postra la enfermedad, su delirio en la agonía debe seguir abriendo espacio, hachando maleza. Y la búsqueda debe ser a su forma, esforzada y peligrosa, como el capitán de una frágil embarcación que, decidido, embate las olas monstruosas. Port no es turista; esto es lo que siempre quiere afirmarse en él. Si fuese turista, a la primera incomodidad, respondería que no compra, que es caro. En esa zona limítrofe con la muerte, su delirio reproduce un espacio infernal en el que se debate, y piensa que avanza cuando en lo real, postrado, Kit lo mira debatirse impotente. Ese cielo protector, que encerraba todo su incesante deambular en busca de algo que le urge encontrar dentro, con su último suspiro, se abre (cáscara de huevo) y en su desprotección, ese "algo" parece darle bienvenida desde afuera (¡ojo, no es una aproximación mística o religiosa! Ese algo no está definido, y no se sabe si es bueno o si es malo.)

Y ahora, Kit empieza a escapar sin destino definido. Parece cegada por un espejismo que puede ser el mismo que Port, pero asumiendo otra forma, otro envite.



15 de Febrero de 2002
"3.- La última parte (El Cielo) me reconcilió con Kit, y fue la parte que más me gustó del libro. Creo que es una profunda fantasía de cualquier persona liberarse de su mente y actuar casi por instinto.
El libro me gusto mucho, te agradezco tu recomendación. Sin embargo la última página, es más, el último párrafo me dejó un poco desconcertada, es decir, no entendí nada: ¿Kit se volvió a escapar o es qué todo ese viaje pasó únicamente en su mente?


Kit, se escapa de nuevo. Es una eterna fugitiva, tras el espejismo que le tiende el instinto. No podía ser de otra forma; y para mí, es el final perfecto de la novela. Es tal vez confuso, porque el lector, después de tanto derivar por paisajes acompañando, primero a Port y luego a Kit; en la última línea, la pierde a ella de vista entre la multitud, y queda uno frente a ese cerco que es el punto final de la novela.

Hace años yo hubiera ido tras de Kit, porque es para mí un espejismo enigmático, aún sabiendo que al no ser mía, sino de quien se atravesase en su sonambúlico camino, sufriría constantemente. Si recordás, te dije que antes se lo recomendé a una chica. Esa chica fue mí Kit, años antes de que se lo recomendara. Si había un mensaje en ello, yo no lo sabía, pero había tal vez una intención de comunicar algo que la realidad nos había dado para el resto de nuestras vidas. Y si en su "me gusto" hubo una contestación a eso que quería decirle, tampoco sabría precisarlo. Es un frágil espejismo, un cuento que como una coda, traslada la novela consigo.