sábado, diciembre 31

Vitreaux

Es del todo inútil esta contemplación.
Arrojar al viento los pecios de mi naufragio. Mi continuo e invisible naufragar. Aquí, escribiendo casi sin meditaciones que se armen de una coraza de sentido; aquí, entre el arrullo del viento en las campanas del estío; aquí, en el parque del fondo de casa, deambulantes Dasha y Chungui, hociqueando la promesa de la pólvora, la irrupción futura de una cadena de minúsculas estrellas: rojos artificios flameantes. La parra de vides serenas, los pinos balanceándose como espigas frondosas; mi familia, las prisas y preparaciones de una cena de fin de año.
El Fin.
El Año.
¿Es que las palabras son copas vacías, tintineantes con sed de vino de sentido? O emborracharse con su crueldad borravino, o destrozar la cristalería vacía. Los astros esta noche, querrán contarnos sus silenciosos villancicos. ¿Estaré atento? ¿Estaré sediento, y mi cuerpo tendido como una antena? ¿O descoyunturado, a fuerza de intentar escuchar la cajita de música del año? A punto de quebrarse, como un rito vencido.
El Fin.
La Ceremonia.
El juego desarticula la memoria la literatura acaso aspira a decir lo que en un cuerpo vaciado se espera encontrar. El suspiro del alma. La ceremonia del adiós (un año más baja como las horas, spinetta y bach), concierta las miradas y también las desvía de ese punto oscuro donde aguarda el morir, la agonía.
Llenar la casa de música estridente, apagar las luces del canto de las estrellas: las sirenas.
Quisiera hablar de los personajes que atirantan de mí; quiero poblarme del decir de los otros; quiero entibiarme bajo las miradas en flor; quiero el zumbar de las oraciones, el corrosivo dominio del beber de la fuente herbosa. Sentir, como el navegante pánico, la tirantez de las fuerzas que trazan las tormentas. Ser puro animal, salvaje, dominador del dolor. Saltar en espasmódicos saltos los tejados, oler las profundidades del sentido, bucear el sin sentido y volver indemne de mis combates con Dios. Y en un lapso, tan breve como el suspiro, escribir los años, la gente, los amores como un faro girandulamentebrillar.
Todo se multiplica, se apila como cubiertos y porcelana sucia para lavar. ¿Lavar qué? ¿Lavar cómo?
Un pétalo rosado sobre la tapa de mi cuaderno marrón, más allá mi padre sentado, tal vez disimulando un temor ante el hijo meditabundo, melancólico y pelotudo (esto lo digo yo.) Como rayos esbozados, enlazar los objetos y los actuantes; tejer una línea histórica y ofrecerla a la devoción de la épica. Luego viene las horas y las corta con tijeras herrumbradas.
Hay algo cierto (al menos en este tiempo), el dolor hay que disolverlo en el agua. Hay dolor en los movimientos más minúsculos (el agitarse de los cabellos, la serenidad y transparencia que crece a nuestro alrededor.)
Papá no puede mantenerse en la quietud de la contemplación. Ya siente que el dolor lo paraliza (también, maldito, se instaura en la inmovilidad), se levanta como en un espasmo, toma una escalera y se prepara a reparar el farol del patio. Pretende la luz expandirse en su vacío, su promesa de alejar la materia obscura que crece en derredor. La familia debe mantenerse dentro de la calidez de la luz. Y afuera, la noche, las promesas y temores convidados, las estrellas palpitando entre inmensidades de tenebro negror.
Lentamente, la noche última del año se va apagando; los perfiles de las cosas se van diseminando en esta materia fluídica de la invisibilidad. Creo, por un momento, diluir mis pensamientos y pesares en su insubstancialidad. El farol promete prenderse, como el germen de una voz amorosa.
El Farol.
La luz.
El fin.
La contemplación que se apaga, la materia oscura ahogando el farol, la luz pringosa queriendo existir las cosas, las copas tintineantes, los fuegos de artificio como manotazos de ahogado, la luz extinta, el vino tinto, el tintinear de los cristales, la fragilidad, la transparencia, la invisibilidad, la no-contemplación, el pensamiento oculto bisbiseando, la escalera que se estira al farol, la luz, la luz, la oscuridad entorno, la oscuridad; el fin es mi principio; mi principio es el fin.
Las fiestas (sus fragmentos) se prendieron en la oscuridad.
Esperar un nuevo año, subir los peldaños y encender el farol (para que entre tanta oscuridad, “alguien” nos vea y se nos acerque, convidado de vidrio, chinchín y el sol.)

martes, diciembre 27

Dos reflexiones dispersivas sobre los Efectos del Cine

1.
¿Existe una estética del video clip?
Supongo que primero habría que hacer una ajustada definición de qué se entiende por "video-clip". Diría que se comporta como una unidad mínima mass-mediática que agrupa en forma indisoluble música (ritmo) e imagen. Aún cuando la imagen narre una historia, está se verá fragmentada (reducida metonímicamente) merced al ritmo. Imágenes lánguidas y largas en ritmos bolerísticos; imágenes relampagueantes y dinámicas en ritmos rockeros. Obviamente, que el "video-clip" (y aquí sí podrías hablar de una "estética") influyó especialmente en el cine, pero principalmente en la propaganda (ya no es el jingle pegadizo que venía de la radio sin disolverse con la imagen, puesto que debe constituir parte del video y no ser necesariamente una "marca" cantada como lo era el jingle. Recuerdo esa propaganda hecha con trozos de canciones de rock nacional que salió hace un buen tiempo, en la cual cada personaje cantaba la letra según lo que quería decir.)

En el cine, basta con pensar en la famosa escena de "Titanic"; en las escenas dinámicas de "Matrix" (una buena pelea sólo puede darse con la música: especialmente cuando quedan suspendidos en el aire en medio de un salto, la música se arrastra, hasta que vuelve a ponerse en movimiento.) Hay que pensar que muchos de los nuevos cineastas comenzaron haciendo videos, y luego pasaron a formatos más amplios, pero llevaron en ellos una dinámica del video que terminó por modificar la estética del cine.

2.
El remake de King Kong no es más que la reactualización tecnológica de los efectos cinematográficos. El problema no es cómo se vuelve a contar una historia antigua, sino, cómo volver a maravillar nuestro sentido de la verosimilitud visual. Viendo la película anterior, con Jessica Lange, el mono parece el amigo dunga-dunga del Temerario (o el muñeco articulado Joe, creo que así se llamaba, de su versión posterior.) Y si nos remontamos a la película original: ese conjunto de pelusas negras sobre una torre de juguete, manoteando como un robot descompuesto los biplanos que lo circunvuelan tensados de sus piolines invisibles; el efecto de extrañeza visual, la incomodidad al borde de la risa, terminan por eclipsar el argumento de la historia misma.

Entonces, sobre una línea de tiempo, puedo establecer tres puntos de reactualización tecnológica, para que la historia funcione. Tres coordenadas en el tiempo que definen y mejoran nuestra forma de percibir una representación para que ésta se vea imbuida de cierta realidad sorprendente. De la misma manera, que ciertas culturas indígenas no captaban un dibujo en perspectiva sino como la trama "abstracta" y geométrica de un tapiz (no ven la escalera.), la película anterior se vuelve obsoleta, menos "civilizada."

Es curioso también, ver cómo esa historia antigua de lo monstruoso y salvaje irrumpiendo en la ciudad, deriva a través de las formas y los efectos: por un lado la serie de los Kong, por otro el de los Tiranosaurius (los King y los Rex.) En la primera serie estarían las dos primeras versiones comentadas; en la segunda: "El Mundo Perdido", "Jurasik Park" y "Godzilla". Sin embargo, en la última película de King Kong, ambas series se cruzan: dinosaurios y gorilas gigantes. Siempre la apuesta debe ser más alta que la anterior (dado que la historia está impresa como un logo kitch en nuestro imaginario visual), y los nuevos paradigmas científicos deben estar representados argumentalmente en ellas para sustentar el efecto hiperrealista de la verosimilitud cinematográfica.

sábado, diciembre 17

A los posibles sorprendidos

Por fin cambié el template de "Dural".

Es posible que siga haciendo algunas modificaciones. La más importante es la carátula, cuyo diseño gráfico pertenece a mi hermana menor. Como verán, aúna dos aspectos de mi universo mental: la ingeniería aeronáutica y las letras. En el márgen izquierdo, asoma lo que creo es un beechcraft: avión sobre el que trabajé en el taller del secundario. En el derecho, aparece sesgado un manuscrito que no es el mío, pero que bien podría ser el de ustedes. Dural es la abreviatura comercial del Duraluminio, un aleación que ha sido muy utilizada en los aviones por su buena relación peso/resistencia.

Por otro lado, reemplacé en mi Perfil el nickname completo por mi nombre (¿verdadero?) Aún así, seguiré firmando como "acteon", ya que sigue siendo un concepto y un vector de fuerza identificatorio en el medio electrónico. Como verán, mi nombre real y el virtual siguen siendo el de un anónimo, lejos de la academia y de los mass media.

A pesar de las posibles confusiones y divergencias, hay una huella en la escritura que difícilmente cambia, por más facilidades que tengamos en el arte de la falsificación o la impostación, y creo que la mía fluctua con su fosforescencia habitual.

Cualquier queja que tengan al respecto, será debidamente recibida y atendida en la administración correspondiente.-

Muchas gracias.-

viernes, diciembre 16

J. Rulfo refuta el profético anuncio de R. Ferro

Roberto Ferro, el derridiano crítico de la literatura latinoamericana, había lanzado ya hace una año atrás, su profecía académica: "MONOGATARI será el próximo premio Juan Rulfo para Cuento."
Hoy, la publicación de los resultados en la página de la entidad que lo organiza a través de Radio Francia Internacional, muestra esa clara refutación.
Después de todo, entre 5946 cuentos armados de dientes, garras y picas, imagino a mi pequeño cuento inmerso en una atmósfera asfixiante de selección darwiniana, donde las marcas proféticas (su triple 6 esperanzado) no le han servido más que para cruzar el mar.
Bueno, otra vez será. . .
y otra, y otra, y otra. . .

[Pienso que tal vez marquetiniando con las derrotas, exhorcise los demonios de la mudez y la ilegibilidad. ¿Por qué cada tanto, uno vuelve a caer en las fuerzas extrañas, en el pensamiento mágico? Ya pasé por dos cenas de fin de año, y mi número no sacó el DVD, o la TV de pantalla plana, o siquiera, el ventilador de mesa o la batidora manual(?) Encima me sacaron plata para el Gordo de Navidad, midiosmi!]

sábado, diciembre 10

Coda a "Escribir en el sueño"

La imposibilidad de transcribir o contar un sueño, es la espantosa necesidad de adecuarlo a un lenguaje; y aún cuando pueda existir un hilo conductor, una trama fina que los hilvane con presteza, basta la presencia de un "objeto indecible" sobre una repisa de un cuarto del sueño, para que se desvanezca esa precisión; basta la interacción entre el sujeto y ese objeto, para sumirnos en la más penosa insatisfacción: la deseada le arrebata el rostro de un indecible; un gesto imposible de ver, que nos devuelve al velar de un hecho impronunciable que "nunca" acontecerá de este lado: del de la vigilia.

domingo, diciembre 4

Un domingo en Kapput

Ayer, sábado por la mañana, escribí un post para Kapput dominical, luego de haber recibido su amable invitación.El centro de gravedad del texto, además de la pregunta heráldica que lo dispara, es un sueño extraño y muy preciso que tuve hace mucho tiempo. Mi post, comienza así:

A medida que se acerca el fin de año, tendemos a hacernos ciertos replanteos: inquietudes que como sueños persistentes, asumen la forma simple y antigua de una pregunta. Y esta pregunta la he visto surgir en varios lugares y tiempos de la red, fantasmática y siempre apartada como una molestia visual y nocturna. “¿Para qué escribir?”

Una de esas tantas preguntas antiguas, un arcano, como esos bellos escudos heráldicos que aúnan en una familia maldita: los nombres de Benjamin, Barthes, Blanchot (triple B perspectivada), los péndulos de Foucault, los escapismos de Rimbaud, los lectores negados de Massei. Y por supuesto, nuestros nombres anónimos también: el de los acicateados por las palabras y las imágenes mentales. Para el lector, será sólo el dulce bamboleo del medio de transporte meciéndose en su libro, o la serena lectura bajo la sombra de aquel árbol. Pero para quien escribe, hay un salto de Zenón entre palabra y palabra.


Y continúa en el polifónico Kapput.it, haciendo un click en: Escribir en el sueño (y otras inestabilidades)

lunes, noviembre 28

Canto de cuna

Quería dormir el pequeño Miguel (8 años)
cubierto en su cama tibieza
(el sabor de la cena, el fruto que sueña)
gatos pretenden suspiros, y una luna gibosa
(otro lugar donde dormir es oculto)
ya cantan los grillos y un tren en cercano rumor
el ojo profundo que hiere la noche.
El Lobo acecha en los ruidos
"¡y todos dormidos!"
una isla, un náufrago, una historia
que vale lo que una moneda
en el fondo en el medio del Mal.

martes, noviembre 22

Lolita en backstage

1.
Humbert Humbert observa “inundado por una asimilación casi convulsiva y penosa de belleza”, a su amada nínfula, Dolores Haze, jugando al tenis con una amiga, quien sin tanto estilo armónico, le ganaba inevitablemente. Pero el tenis de Lo, “su tenis era el punto más alto a que podía llevar una criatura el arte de fingir, aunque me atrevería a decir que para ella era geometría misma de la realidad esencial”
“Pude haberla filmado”, se lamenta H.H., pensando que aquella imagen tan volátil de la geometría sin efecto podría llevarse en forma portátil al igual que un relicario. Y merced a las capacidades técnicas del Cine, rotar, retardar paso a paso, acelerar, tomar detalle a detalle toda la evolución de ese cuerpo en movimiento. La imagen se hace múltiple, asediada por el ataque de un ojo armado y movedizo, que se distancia e invisibiliza (voyeaur) tras una manipulación de máquinas y técnicas: el zoom, el montaje, las traslaciones, el retardador, la iluminación artificial. Cabría esperar, por consiguiente, una estrategia, “un arte de fingir”, que mantenga la forma intacta ante cada intrusión. Se hace film sobre ese anillo que guarda respetuosa distancia de su escena.

Ahora bien, Lolita describía todos los movimientos de una verdadera campeona, pero todos sus efectos carecían de “desvío”, de “efectividad”; como los actores de una película de acción que, tras saltar por una ventana, caen más allá del foco de la cámara sobre una colchoneta. Por ello, el deseo de H.H., necesita un enfoque que recorte aquellas porciones del espacio de la cancha de tennis, donde la pelotita evita un ice. Más adelante, H.H. fantasea como quien proyecta un film paralelo y mental, a Dolores Haze campeona profesional; pero no puede evitar, finalmente, imaginarla “actuando como joven campeona en una película”. Entonces, el anillo se ajusta como un lazo corredizo hasta lograr la máxima tensión del fingimiento. Ella “prefería representar a nadar, y nadar a jugar al tenis”: juego dentro del juego, doblez ambiguo donde el oponente juega al tenis, y Lo a actuar el juego.

2.
Inocentemente, Lolita en su tenis, revela su arma más potente descubriendo, a su vez, su lado más débil. “La representación”, la dominación de la actitud, su fuerza de sustentación de simulacro es su lado armado. Su debilidad se muestra en la porción más allá del encantamiento, donde los efectos son nulos o estériles, y donde se evidencia su naturaleza de simulación. La perfecta estrategia defensiva al ojo armado, puede ser también la perfecta estrategia ofensiva del actor. Para ello se necesita que el deseo del otro recorte el tenso espacio de la simulación, y desatienda el flanco donde se señala a sí mismo como ilusorio.
Se necesita un poder de encantamiento que no desvíe la atención del cazador encantado. Con una mano atraigo su atención: “¡mira que linda manito!”, con la otra le clavo un puñal por la espalda. Por sus requisitos, la estrategia esbozada, es de naturaleza dual: una brazo que se llena de intencionada visibilidad, y otro que se invisibiliza sostenidamente hasta el chicotazo. Unidos en un punto al que se acercan infinitesimalmente parte a parte, pero tensos a la espera de una descarga.

3.
Andreas Huyssen, en su artículo “Guía del Posmodernismo”, caracterizaba al éxito de la literatura del penúltimo cuarto del siglo gracias a “la mezcla experimental de la cultura de masas y el modernismo”. Si tenemos en cuenta que el Cine, como lo describe Walter Benjamin, ha permitido gracias a sus condiciones de reproductibilidad técnica, una participación masiva de la obra de arte, también ha metamorfoseado su naturaleza. Ya que ésta, ha tomado la dinamicidad que las técnicas cinematográficas han desarrollado, configurando también una nueva actitud lectora. La forma en que se despliegan, en la obra de Nabokov, visualmente sus historias (sus "escenas", diría él mismo, como lo hace en mucho de los prólogos de sus libros), lleva las articulaciones de una cámara; es decir que una nueva sensibilidad ha permitido el desarrollo de una movilidad que se hallaba en forma latente y larbaria (de la misma manera que dentro del “arrastrarse” de la oruga, duerme el “volar” de la mariposa.) Tanto es así, que se representa dentro de las mismas obras las operaciones propias de la filmación, del cine: un backstage ambiguo. En la obra de Nabokov aparecen las películas de las cuales se sienten partícipes sus obsesivos héroes, las estrellitas de cine, los extras, la calidad fílmica de las descripciones. Esta forma en que la percepción se acerca a su objeto de estudio también deforma el objeto dejando la huella de su trayectoria. Pienso en aquella vez que, siendo niño, al despertarme de un sueño febril caí en la cuenta que era mi primer sueño en colores; seguramente, al contraponer sus imágenes oníricas a las que veía en mi televisor blanco y negro de entonces. Una súbita posición reflexiva, descubría la forma de la percepción de los sueños con las características fílmicas del medio televisivo.

domingo, noviembre 20

Dos visiones del Volcán Villarica

Aproximándonos a la base



El cráter (utilizando una mascarilla antigas)



[Fotos que remiten al post anterior]

miércoles, noviembre 16

Pearl Jam, entropía y acordes menores

Llegué muy cansado a casa.

Pusé Pearl Jam y ahí está sonando toda su eléctrica dimensión de acordes menores, circular como un fuego entorno a mi pc. Tal vez por la proximidad de mi cumpleaños, estas semanas se me hacen cuesta arriba. Recuerdo cómo, años atrás, resbalé en la nieve cuando ascendía el volcán Villarica. Mi cansancio era tal que, al caer, ví con poca alarma cómo me deslizaba por la nieve, cómo clavaba mi pico de la manera incorrecta para perderlo y seguir deslizándome, y cómo finalmente, recordando las lecciones del instructor de unas horas antes, arqueé el cuerpo para clavarme con las uñas profundamente en la nieve y detenerme al fin. Miré al grupo metros arriba que, desde el sendero zigzagueante, me observaba con sorpresa (dos canadienses, un australiano, dos suizos, el instructor chileno y mi novia que iba de lo más campante), y tuve ganas de llorar del cansancio y de la bronca del orgullo que tironeaba ingrávido pero con poca fuerza.

Cansancio de Tántalo, de los grandes esfuerzos inútiles o de los resultados nimios. Cada vez menos energía, y cada vez más necesitados de la inteligencia para no desperdiciarla y administrarla con eficacia. Por eso, tal vez, Pearl Jam, Stone Temple Pilots o Nirvana: pilas de oscuros relámpagos energéticos. Cocinar también, me serena y me ocupa: picar la cebolla y el ají con mi cuchilla de acerado brillo. Una compañera del laburo me soñó matando a "todos" con un revólver. Extraño, pensaba ella, cómo podía ser que un pibe tan buen compañero y tan centrado estuviese bajando tipos con esa gran satisfacción pintada en su cara. "Le tendría que haber jugado al 47", me dijo sonriendo como una tía buena.

Ahora, yo me pregunto (mientras pongo Nevermind), si cuando soñamos que muere alguien conocido, se dice que le agregamos años de vida, ¿qué pasa cuando nos sueña otro, matando a muchos, como un asesino serial? Ahí, ya no sé si gano o pierdo años de mi propia vida. Misterioso balance energético que no podemos medir con exactitud y precognitiva antelación. Tal vez mi energía imaginaria (esa que sensatamente busca descargarse en pararrayos como las novelas, la escucha de música con acordes menores o la cocina que se jacta de su filo), sea tanta, que haya terminado por desbordarse y esté descargando en sueños ajenos.

Creo que mejor voy a poner "Amnesiac", de Radiohead. . .
Play.

sábado, noviembre 12

Fragmento ficcional a punto de borrarse

Contemplé a dos nenes construyendo ensimismados un castillo de arena. ¿La patria es la infancia, como dicen? Recuerdo, que en una ciudad de verano tan pequeña como está, tenía mi barrita de amigos con quienes jugar a la pelota, y corríamos al mar como un solo grito para sentir que lo revolvíamos con nuestras cabriolas y barrenadas. Miramar no está emplazada sobre las dunas y entre pinares como Villa Gesell, sino que es más parecida a un damero junto al mar, y por ella me desplazaba en bicicleta como si fuese mi imperio. Recuerdo que a los quince años era esmirriado y tímido, y me había enamorado perdidamente de la prima de Luis, mi mejor amigo de entonces. Seguíamos integrando la vieja barra de amigos en Miramar, pero la adolescencia nos había suministrado diferentes armas a cada uno. A mí me había dado la poesía, a Luis el rock, y a Carlos “el Sarna”, la prepotencia. Claudia era como un sueño imposible: deliciosa, sonrosada y voluptuosa en su malla enteriza. Cada vez que estaba cerca de ella, su aroma me embriagaba, su mirada distante y altiva a veces captaba mis torpes emisiones de amor enmudecido. Ella apenas hablaba, y cada vez que lo hacía, solo eran breves frases mimetizándose en su risa juvenil. Nadaba como una diosa, mar adentro, lejos de mi límite natatorio. Una vez, contemplando el mar como ahora (y eran muchas las veces), pensé que sobre las olas todos éramos extranjeros. Siendo fluido en movimiento, y como diría Heráclito (yo todavía no lo había leído), no nos bañábamos dos veces en el mismo mar. Imaginé un pueblo que se trasladara como un nenúfar sobre la superficie del océano, su épica y su historia, y su neréidica heroína: Claudia. Escribí enfebrecido un largo canto con esa imagen y se la ofrecí a ella, temblando de emoción. Al otro día, vi mi poema en manos de el Sarna, con Claudia junta a él festejando sus chistes, mientras el hijo de puta, sin dejar de rascarse, transformaba todos mis versos en palabras obscenas, con la artística inclusión de dibujos pornográficos en sus márgenes. Ahí supe que la literatura no era lo mejor para conquistar chicas, y cambie mis estrategias. No faltará quien diga que mi historia explica mi actitud para con las mujeres; y tampoco faltara quien sugiera, que Carlos “el Sarna” al igual que Claudia, tal vez fueran de familia adinerada, explicando así mi elección por la izquierda. Como pude comprobar años más tarde, Pablo, mi amigo de la facultad, seducía y conquistaba con su elocuencia y su literatura, de una manera efectiva y profunda. Y además, el Sarna no dejó de ser otro muchacho más de padres sacrificados y de clase media en lenta disolución, un futuro empleado para empresas de servicio privatizadas. Lo lamentable es que la vida moderna, con su alienante velocidad consumista, nos condicione a una mentalidad prefabricada. Y pienso que esto, nos impide acercarnos cada vez más, al secreto de la existencia por cada minuto que avanzamos en el futuro.

martes, noviembre 8

Credulidad

A pesar de que tenía mis justifiables dudas, aún cuando al minuto final de entregar la urna sellada y demás planillas ensobradas al pibe del Correo, éste me entregó un papelito con una dirección y un día específico según mi DNI, ayer finalmente cobré 50 manguitos por haberme desempeñado como autoridad de mesa en las últimas elecciones.

Un especial saludo a los fiscales, y a ese "ciudadano" cuyo sobre contenía un objeto de latex que podía percibirse sin abrirlo por su húmeda huella anillada en el papel (tengo que aclarar que, siendo suficiente evidencia para mí para darlo por nulo, se lo dí con dos dedos al fiscal general para que lo abriera él si quería.)

Gaudeamus

lunes, noviembre 7

"El Cielo Protector" de Bowles en tres capas

21 de Enero de 2002
"1.- Te cuento que estoy leyendo el libro que me recomendaste y me esta gustando. Te hago una preguntita: Kit (la chica) y Port son novios, pareja o algo así porque no me queda muy claro.

Realmente, parece ser una relación muy rara, ¿no?

Lo cierto es que la novela no lo dice, pero creo que es una relación muy semejante a la que tenía el autor con su esposa: compañeros, esposos inseparables, pero con camas separadas. Más bien, Port parece un hombre cada vez más distante, en pos de un espejismo que no sabe o no sabemos precisar. En cambio, Kit, siempre presa de signos adversos y premonitorios, no se atreve a dar un paso en falso, más prendida de los hechos físicos que de los espirituales. Ciertamente, es una relación antigua y ambigua, con un pibe-gancho (Turner) que media entre los dos, como si no los molestase (¿o sí?) Él con la vista más allá y Ella con la vista más acá: conforman un juego de afectos y rechazos que bien se puede asemejar a una nebulosa. Esa es una de la razones que atraen de la literatura, la dificultad de precisar una figura ¿Esto que está pasando, es balet, es juego, es vida?

Hay que seguir internándose en ese espejismo . . .



08 de Febrero de 2002
"2.- Cómo puede ser???? Port se murió así nomás, de golpe. Para qué lo hicieron agonizar si no iba a sobrevivir????
El autor es un cretino; Kit, no tiene alma, y Turner es un inservible.


La muerte de Port, parece quebrar la orientación de la novela. ¿Porque esa agonía tan prolongada, tan cargada de ausencia y progresiva lejanía? Si uno piensa que Port, en su continua búsqueda a ciegas de algo indefinible que le urge en su interior (como el reloj despertador de mi mesita de luz, que ante el avance nocturno de sus manecillas, no sabe pero se precipita hacia la marca que lo haga sonar a las 6:00 AM), no puede dejar de avanzar, es claro que cuando lo postra la enfermedad, su delirio en la agonía debe seguir abriendo espacio, hachando maleza. Y la búsqueda debe ser a su forma, esforzada y peligrosa, como el capitán de una frágil embarcación que, decidido, embate las olas monstruosas. Port no es turista; esto es lo que siempre quiere afirmarse en él. Si fuese turista, a la primera incomodidad, respondería que no compra, que es caro. En esa zona limítrofe con la muerte, su delirio reproduce un espacio infernal en el que se debate, y piensa que avanza cuando en lo real, postrado, Kit lo mira debatirse impotente. Ese cielo protector, que encerraba todo su incesante deambular en busca de algo que le urge encontrar dentro, con su último suspiro, se abre (cáscara de huevo) y en su desprotección, ese "algo" parece darle bienvenida desde afuera (¡ojo, no es una aproximación mística o religiosa! Ese algo no está definido, y no se sabe si es bueno o si es malo.)

Y ahora, Kit empieza a escapar sin destino definido. Parece cegada por un espejismo que puede ser el mismo que Port, pero asumiendo otra forma, otro envite.



15 de Febrero de 2002
"3.- La última parte (El Cielo) me reconcilió con Kit, y fue la parte que más me gustó del libro. Creo que es una profunda fantasía de cualquier persona liberarse de su mente y actuar casi por instinto.
El libro me gusto mucho, te agradezco tu recomendación. Sin embargo la última página, es más, el último párrafo me dejó un poco desconcertada, es decir, no entendí nada: ¿Kit se volvió a escapar o es qué todo ese viaje pasó únicamente en su mente?


Kit, se escapa de nuevo. Es una eterna fugitiva, tras el espejismo que le tiende el instinto. No podía ser de otra forma; y para mí, es el final perfecto de la novela. Es tal vez confuso, porque el lector, después de tanto derivar por paisajes acompañando, primero a Port y luego a Kit; en la última línea, la pierde a ella de vista entre la multitud, y queda uno frente a ese cerco que es el punto final de la novela.

Hace años yo hubiera ido tras de Kit, porque es para mí un espejismo enigmático, aún sabiendo que al no ser mía, sino de quien se atravesase en su sonambúlico camino, sufriría constantemente. Si recordás, te dije que antes se lo recomendé a una chica. Esa chica fue mí Kit, años antes de que se lo recomendara. Si había un mensaje en ello, yo no lo sabía, pero había tal vez una intención de comunicar algo que la realidad nos había dado para el resto de nuestras vidas. Y si en su "me gusto" hubo una contestación a eso que quería decirle, tampoco sabría precisarlo. Es un frágil espejismo, un cuento que como una coda, traslada la novela consigo.

lunes, octubre 31

Estudio de la dinámica de los fluidos oceánicos



1.

Tu leerás ese artículo de la revista diciéndote que necesitas un descanso, una distracción de lo que hasta esta noche (la última anterior al examen final que estás preparando) te parecía una continua presión en la memoria. Y entonces, de hojear esa tonta revista de divulgación científica, llegarás a ese párrafo del artículo que parece conjurar el silencio que te rodea:

Está demostrado experimentalmente que los delfines (...) han logrado desarrollar un idioma propio que les permite comunicarse entre sí. Las investigaciones efectuadas sobre esta especie de mamíferos acuáticos han establecido que el delicado y complejo sistema que utilizan para entenderse está formado por una serie de silbidos, de duración e intensidad variables, que emiten por medio de su aparato respiratorio, situado en la parte superior de la cabeza.
Hasta el presente se han logrado aislar 32 de estos sonidos, aunque no se ha conseguido averiguar su significado.
Entre las numerosas experiencias realizadas, destaca la llevada a cabo en Estados Unidos durante 1961. En aquella ocasión se logró que dos individuos, que se encontraban en dos recintos diferentes, mantuvieran una prolongada conversación durante una hora a través de micrófonos y altavoces instalados en sus respectivas piscinas, desde las que en ningún momento pudieron verse entre sí.


Levantas la vista cansada; no dejan de abrumarte los apuntes y libros que se encuentran desparramados sobre tu escritorio. Bajo la luz del velador, las cifras y ecuaciones se entrelazan en un tejido difuso. Pero ya no puedes echarte hacia atrás, por más que no alcances a estudiar todos los puntos del programa de Mecánica de los Fluidos I. Volverás a revolver y sumergirte en los problemas de tuberías y vórtices, en las condiciones de contorno, en las integrales de Laplace. Tu mente resbalará sobre las curvas de los perfiles aerodinámicos, agobiada por el esfuerzo de controlar todos los parámetros: presión, velocidad, caudal, densidad del medio fluido (usualmente agua o aire). Pero no podrás evitar el fastidio de tanto esfuerzo y convenciéndote de que en realidad sabes casi todo, y que al momento de sentarte a ejecutar el examen todo surja como un manantial de tu memoria, vuelves a hojear aquella magazine. Treintidós sonidos distintos constituyen un alfabeto más rico que el nuestro, piensas. Después de todo, los delfines son criaturas fuseladas hendiendo los fluidos del aire y del agua, casi como perfiles articulados que se favorecen de las corrientes y las mareas.
Luego fijarás tu vista en la pintura suspendida entre penumbras, colgando de la pared. Aún en la ingenuidad de sus formas, parece un encuentro fantástico de criaturas erguidas sobre la superficie de un océano caracoleante. Los trazos y colores persiguen curvas continuas donde se mimetizan los personajes de un cuento infantil. Allí están todas las curvas que tu estudio pretende explicar y predecir. ¿Cómo aplicarás tus condiciones de contorno en aquella escena fluida y congelada, para calcular todos los posibles movimientos futuros de sus navegaciones?
Piensas que será mejor tomar una ducha de inmersión para relajarte. Sientes los nudos en tu espalda contracturada, y no tienes quién pueda hacerte algunos masajes. Te diriges al baño y dejas correr el agua a través del grifo de la bañera, hasta que se caliente. Haciendo la conveniente mezcla, buscas la temperatura adecuada para tu cuerpo. Te desvistes cansinamente mientras de tanto en tanto te espías desde el espejo del botiquín. Sumergido hasta el cuello, tu cuerpo percibe el erizante cambio del medio fluido. Cierras los ojos, y a tus oídos llega como un eco múltiple el respirar sumergido que recorre tus pulmones, y sientes que te extiendes soluble en el agua. Llegan a tu piel las vibraciones y presiones de los movimientos del líquido, sus murmuraciones soporíferas. ¿Podrías acaso escuchar y entender el lenguaje de los delfines? ¿Distinguir al menos una decena de sus palabras sónicas? Piensas en aquello de que los esquimales tienen distintas palabras para los blancos. Allí donde nuestro lenguaje sólo capta un color, el de ellos captura un reino de grades y variados matices, como un nuevo espectro de sensaciones ópticas. En tu visión de párpados cerrados emerge hacia ti el dibujo que poco antes habías admirado. Aplicando las condiciones de contorno que exigen tu estudio, despiezarás la escena como un puzzle, y en sus pequeñas formas catalizarán los significantes de un idioma para ser utilizado en los océanos. Tus sentidos se difunden como una red, para apresar el fraseo que recorre las aguas y los abismos. . .

2.

Algo comunica el océano y el espacio, algo de todo este movimiento sumergido exige a sus criaturas la pericia de los vuelos. Existen varias formas de desplazarse por sus curvas:
a.- Peces que nadan zigzagueantes como anguilas, doblando elásticamente el cuerpo de un lado a otro, dibujando formas de ’S’ que borra el agua tras sus huellas.
b.- Manta Rayas que baten sus anchas aletas pectorales a guisa de alas y como un volátil ensueño suspenso en el agua.
c.- La luz de las constelaciones que vibra, viborea y se derrama en antigüedades insondables. Salta al vacío, salpica de estrellas, se desgarra absorbida por la succión implacable de un agujero negro, espantoso Maelström.

3.

Abajo . . .
. . . profundo . . .
. . . profundo . . .
. . . profundo . . .
. . . profundo . . .
. . . hacia el fondo del mar.

Sientes una oscura presión en tus límites de flecha surcando desconocidas atmósferas. Oscuro, muy Oscuro. Pálidas estrellas flotan distantes, una nube gaseosa espiralada te rodea y se fuga serpenteando. Monstruos abisales sostienen faroles, de los cuales una luz derramada en azul fosforescencia, muere congelada. Tu cuerpo se transparenta, queda una cáscara tornasolada, y en un diamante somnoliento se agita apenas una trémula gota de aire, un recuerdo de la respiración volátil, una bruñida antigüedad de naufragios convocados.

lunes, octubre 24

Vencimientos / El miedo a los fiscales

1.

Leo la colaboración de M. Tomas en Kaputt: Libros con Vencimiento. Un post trasladado, mayormente.
Vuelve a surgir el tema de escribir para los contemporáneos y dar fiel retrato de una época, mezclado con nuestros cambios climáticos como lectores. Puede que haya libros con fechas de vencimiento, pero más bien pensaría en lectores con fechas de vencimiento. Sutil y necesaria distinción. A veces uno vuelve a libros que creía haber clausurado, o que determinada corriente crítica había apartado de nuestro camino con cierto dejo despectivo o revisionista.
Tambien, creo, hay que considerar que gran parte de la fuerza de permanencia de ciertos libros, independientemente de dar fiel reflejo de una época, está en que fueron escritos para el futuro. Es decir, vectorizados con la información genética del pasado, pivoteando en el presente, para lectores futuros. Aquellos que hayan vencido prejuicios electivos, los más detallistas, los que vuelvan y desplieguen, los que deformen con propia huella, el reino utópico de uno mismo.

Pensado desde el punto de vista del lector con capas de vencimiento variable, no es díficil entender porqué leer Asís hoy, y no a Gombrowicz. Eso explica de alguna manera (y sin querer ofender a nadie), el que a veces, al volver cansado a casa con ganas de alisarme el pensamiento, me ponga a ver Tinelli u "Hombres de Honor" a la hora de la cena. Esto no sólo evidencia que no tenga cable, sino que expresa la tendencia de una época: la necesidad acuciante y cada vez más perentoria de alisarnos el pensamiento, de buscar un refugio lejos de las complejas y simples preocupaciones de los días, en la Argentina, en el Hoy (recuerdo que una compañera de laburo decía: "lo miro para no pensar".)

Pero bueno, hay épocas para la concentración y épocas para la dispersión. Lástima que cada tanto, medren los repositores, imprimiendo fechas de vencimiento u ordenando góndolas a fin de hacer más visibles ciertos productos por sobre los otros ("acá, señor, a su izquierda los más sabrosos y elaborados; acá, señora, a la derecha los más light".)


2.

Hoy, particularmente, estoy muy cansado porque ayer trabajé como autoridad de la mesa 5576, así que sepan disculpar si sueno un poco exigente o poco delicado. Ayer fue divertido, dentro de todo, y también fue agotador. Veo que los post temáticos acerca de las Elecciones, se multiplican, divergen o convergen con experiencias y anécdotas ad hoc, símiles y divertidas. Lo que me sorprendió, luego de haber hecho el Curso Instructivo en el CGP el Jueves pasado, y de la encerrona de las chicas de la mesa femenina a la hora del escrutinio ayer, fue el Miedo a los Fiscales. Pensaba escribir un post cuasikafkiano de estos personajes, que como cuervos intrigantes, a la vez que se picotean entre sí, se juntan como un abanico oscuro y compacto sobre el pobre entendimiento del presidente y del suplente. Fue extraño ver que la mayoría de las consultas de los que iban a ser autoridades de mesa por primera vez, era más bien sobre qué hacer con los fiscales que qué hacer con la gente que viniera a votar. Luego la etapa del escrutinio fue especialmente agotadora.

En definitiva, entré a las 7:05 y salí a las 21:00. Un montón de energía quedó en la urna. Como esos generadores eléctricos que no sabemos a dónde conducen y qué abastecen: tal vez una perqueña bombita de azulado y neónico respirar, o las inmensas aspas de una noria herrumbándose.

jueves, octubre 20

Un Fin del Mundo

Escribir bajo el hielo, tal vez. O bajo las mareas sólidas de los témpanos: sólo el ligero rugido de los glaciares deslizándose sobre mi cabeza, amurallado en mi cárcel de vidrio. ¿Qué se pretende del roce del alma?: ¿la ensoñación de los ángeles? Esto es más difícil de lo que parecía (los trayectos por el sur son largos y necesito una carpa igloo; estar dependiendo de la necesidad, de la improvisación.) Sin lugar a dudas, mis dudas me sumen en la desesperación. De aquí se observa una cúpula como un puñal erguido, una tensión muda hacia el cielo silente y esponjoso. Si hay algún descubrimiento que haya perjudicado nuestros sentimientos trascendentes, es aquel que llenó el vacío con la materia. Los gases etéreos comprimiendo las esferas, el juego articulado e incognocible del movimiento infinito de los astros. El vagar sin más límite que la propia muerte, hacia las estrellas muertas, de luz ambiguamente antigua.

Es ésta la tristeza de los viajes. El vagar en pos del último rincón dónde nos espera el término de todo viaje y de toda promesa. Y encima, uno debe desplegar mapas y recomendaciones, a fin de poder elegir en nuestro azaroso destino, los paisajes más radiantes a nuestra oscuridad que los va tragando en sus ópticas blindadas.
Porque cada uno de nosotros es un fin del mundo: autónomo, equidistante y equipotencial.

Un zurear de ave atardecida quiebra el silencio; también, de tanto en tanto, el accionar electromagnético de la puerta de entrada, para dejar ingresar un nuevo compañero de extranjería visitante. This is the World. Nuestras agonías entredichas, bisbiseando quedamente entre los intersticios de nuestras lenguas mutiladas. "¿Dónde está la belleza para que la sienta en mis rodillas?"

Pronto prepararé mis cosas para darme una ducha. Aquí en el patio del Albergue Estudiantil, este cielo tan distinto (a sabiendas de que es un cielo cortado por la Cordillera de los Andes) se enfría delicadamente hasta entumecer mi sonrisa triste de quién comprende una situación absurda. Me gusta escribir mientras la luz va cediendo a la Noche. Todo se va aligerando, casi transparentando. Todo se diluye en la inconsistencia de lo visible. ¿Es esto real?

A veces, necesitado de anclar los fantasmas que vemos y sentimos, los catalizamos en la escritura. Agujas dulces y dolorosas, crujiendo los caparazones y espolvoreándose con el pigmento pulviscular de las alas de mariposa. ¿Cuál es nuestra diversión? Sacar fotos, decir que Chile existe y se aprieta entre montañas y el océano. Esta confabulación internacional que me ha llamado a darle vida. En el momento que el avión hacia la maniobra de aproximación, trasvasando maravillosamente las montañas, me dije que había descubierto y fundado Chile. Que todos esos presupuestos, visiones relampagueantes, citas literarias y lingüiscentes, habían confluido en esta visión: Santiago de Chile; con la Alameda surcada por colectivos amarillos, este canto atropellado en la voz, la blanda insistencia de lo colonial: antiguo y derruido.

miércoles, octubre 19

Cita para The Piro Project

El hombre permaneció inmóvil durante un rato, al fin se sirvió otro café.
-¿Por qué crees que será esta noche? -preguntó la mujer.
-Porque sí.
-¿Por qué no alguna otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
-Quizás porque nunca fue 19 de octubre de 1969, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
-Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano, y que nunca llegarán a tierra.
-Eso también lo explica, en parte.
-Bueno –dijo el hombre incorporándose-, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.

Ray Bradbury, La Última Noche del Mundo, en "El Hombre Ilustrado"



[Esta cita del triste y dorado cuento de Bradbury, con su fecha sincronizada con la actual, pero 16 años después (el fin del mundo siempre se reactualiza, se resetea como una gracia divina), pensada para la propuesta de Guillermo Piro: Los Días Contados]

sábado, octubre 15

A propósito de "Carta al Padre" de Kafka




Juan José Saer, en su artículo publicado en el suplemento Cultura La Nación el 26/02/02, aprecia la necesidad (que condice con la estética que Kafkka cifra "en la imposibilidad" de la comunicación o del encuentro), de que La Carta, si bien tiene un destinatario cierto y próximo: Hermann Kafka, su padre, no le llegue jamás.

Sin embargo, La Carta tiene su mensajero: Max Brod; su sistema postal: la literatura; y su parabólica transmisión y ruta: la sobrevida. Si bien, emisor y destinatario se hallan ausentes del mundo, los ecos de esa comunicación perduran de este lado (en sus lectores.) Cabría imaginar que un buen día llegue la carta a puerto, el mensaje sea entregado, haya acuse de recibo. Bastaría imaginar: transmigración, comunidad de las almas, resurrección, afantasmamiento de la carta, encuentro en la transparencia incorpórea de una habitación contigua a la vida.




[Post que puede pensarse enlazado con el anterior, y que fue escrito, en su momento, diagramando el nudo secreto de "NS": mi pequeña novela demorada.
Pensando en sistemas postales como la literatura, imagino que esa "Carta Robada" que en el cuento homónimo de Edgar Allan Poe no deja de estar cerrada sobre la repisa y ante nuestras narices, pueda ser La Carta de Kafka. También, en esta cadena de asociaciones metatextuales, pienso en el correo Tristero de Pynchon: secreto y jamás leído, siempre esperado, ese lote 49 que se roba a la lectura en el último capítulo.]

viernes, octubre 14

Nuevos espinazos para jurados incautos y/o perezosos

"Creo que una buena fórmula para comprobar la calidad de una novela es, en el fondo, una combinación de precisión poética y de intuición científica. Para gozar de esa magia, el lector inteligente lee el libro genial no tanto con el corazón, no tanto con el cerebro, sino más bien con la espina dorsal. Es ahí donde tiene lugar el estremecimiento revelador, aun cuando al leer debamos mantenernos un poco distantes, un poco despegados. Entonces observamos, con un placer a la vez sensual e intelectual, cómo el artista construye su castillo de naipes, y cómo ese castillo se va convirtiendo en un castillo de hermoso acero y cristal."

Vladimir Nabokov, Curso de Literatura Europea

martes, octubre 11

Sobrevidas (comments recobrados I)

1.

¡Qué siniestro es ver como se apilan los libros para una mudanza, y sentir que no van a caber en ninguna biblioteca sensata y discreta, o qué no nos alcanza la vida ni el interés para releerlos por lo menos todos una vez más!

Me paso hace poco: mudaba mis libros a una nueva biblioteca, convergiendo a un mismo espacio de serenos conflictos con los metros cúbicos. Y al verlos apilados, pensaba que me sobrevivirían, y se separarían y se volverían a juntar, sin mí intermediación selectiva. Y toda esa tentación de un bombero bradburiano me colmó, y me imaginaba entregando el monstruo al fuego. Un pecado de criatura más efímera.


2.

No dudo, que el sistema epistolar y manuscrito sobrevive en las cartas amorosas, en detrimento de la fría e inquietante limpieza del e-mail. Ya que cuando uno recibe una carta que manos femeninas han encerrado en un delicado sobre violáceo (como los que gustan usar y tener escondidos en agendas con llaves diminutas), enviados a través de un sistema postal personalizado; y comienza a establecerse un ida y vuelta ingenuo y paralelo a los roces y los encuentros físicos, uno se da cuenta que el género epistolar de puño y letra sobrevivirá de algún modo. En la letra manuscrita, no deja de estar nuestra huella (manteniendo tranquilos a los grafólogos, los escribanos y los falsificadores), y eso, aunque también las palabras, es lo que queremos percibir al leer. Su perfume visual, su esencia hologramática, la caricia del pulso sobre el papel.

viernes, octubre 7

Novelas Orgánicas

William Burroughs sentía, al crear Naked Lunch (EL Almuerzo Desnudo), que escribía “notas para una novela y no la novela en sí”. Perseguía la estructura en el caos, el orden desordenado como una nueva especie de orden. El carácter fragmentario de sus “representaciones”, seguían líneas extremas difíciles de articular en un todo, entre dos tapas. Y esto era así, por el caos que acarreaba también de su vida diaria en Tanger. Iain Finlayson refiere que: “Bowles había estado en el Muniria y había visto “las páginas escritas a máquina de una obra que estaba construyendo Burroughs que, durante meses, había estado en el suelo de la habitación del sótano de Bill. A menudo había visto cómo las hojas de papel amarillo eran pisoteadas, y pensaba que tendría que gustarle tenerlas allí, porque si no las recogería”. Para su amigo, el poeta beat Allen Ginsberg, era un verdadero problema cómo ordenar Naked Lunch, ya que “los textos se habían desarrollado como secuencias y se repetían con grandes evoluciones.”

Es interesante observar cómo este mecanismo de evoluciones sigue el modelo darwinista, pudiendo dar cuenta -como teoría aproximativa- a la producción de novelas orgánicas. Uno de los dos principios, que para Darwin, llevan al cambio no adaptativo, es que “un órgano construido bajo la influencia de la selección para un papel específico puede ser capaz, como consecuencia de su estructura, de realizar también otras muchas funciones no seleccionadas.” Toda “creatura” modifica a partir de sus órganos preexistentes, alguna disposición que en primer lugar era “estética” para hacerla funcional (“estética” digo, pensando en el caso de la orquídea trampera, cuyo pétalo se ha modificado para ser una trampa reproductiva). Esto implica, presenciar o rastrear el acto originario de la novela. Es decir, describir la segregación de esas partes que en primer momento eran circunstanciales y que luego se han ido reorganizando, tensionados en el progreso de la novela hacia su final, para ser funcionales. Naked Lunch, presenciando el acto de su segregación o de su libación, es un organismo a primeras vistas caótico pero agitado y vital; y es por ello, por su carácter orgánico, evolutivo y metamórfico, que hubo previamente a su publicación, el requerimiento de una organización de sus partes (como contención de sus formas.)

Selección de las Especies: Todo individuo lucha, adaptándose a su medio, a preservar su primacía reproductiva. Toda novela experimental, me arriesgaría a decir, se arma de pinzas, picas y ventosas para primar en un medio estanco como el de la Literatura consolidada. O perece y se extingue; o procrea una serie de variantes que vuelen a consolidar otro equilibrio estanco.


[Una clasificación personal entre novelas teoremáticas y novelas orgánicas, desde el punto de su planificación y desarrollo. Leerse como un post crítico para mi Espacio Ripley de Lectura.]

martes, octubre 4

El Regalo de Pandora


¡Oh, sorpresa!, su novia no parecía guardarle rencor por la escena de la otra noche. Evitaba aún la vergüenza de reconstruir el hecho en su mente. No habían bastado caracoleantes argumentos, tentativas caricias, raptos de mal humor e indiferencia; todo para terminar cayendo en una confusa posición: ella, bella fruta arrebolada casi desenvuelta; él, feroz inequívoca intención de penetrar. Obviamente, ésta no era la buena imagen que intentaba fijar para sí mismo: “¿nena, no te diste cuenta de que había amor en mi pedido?” Y sin embargo, días después todo parecía renovarse ante esta imprevista sorpresa, ya que hoy cumpliendo dos meses, ella le ofrecía una voluminosa caja envuelta para regalo: brillante y cúbico en lazo azul. Aceptó primero desconcertado y luego lujurioso al saber, por sus dulces palabras, que dentro encerraba “la llave de su cuerpo, la fruta de su amor”. Con una sonrisa, desató el lazo y comenzó a despegar las cinta adhesiva cuidadoso de no rasgar el papel, sin dejar de asegurarle que los guardaría en su cofre de recuerdos amorosos. Finalmente abrió la caja que en forma tan delicada había desnudado, para mirar entre divertido y burlón el interior. La dulce mirada de su novia brillaba humedecida, y una sonrisita pícara le iluminó el rostro. Había otra caja envuelta, idéntica pero más pequeña. “Un clásico”, pensó evitando el comentario que le hiciese perder de nuevo todos los puntos; así es que no tuvo mas remedio que salir, para abrir y atisbar dentro de la caja más chica. Pero entrando, predeciblemente, descubrió que había una más pequeña aún; por lo que hubo de salir de nuevo, para entrar a una más diminuta; ¡pero carajo!, y pegó un salto afuera con muscular exasperación para caer nuevamente en lo que parecía una eterna trampa rusa, una espantosa Caja de Klein: desatar un lazo azul, rasgar una brillante envoltura, salir para que adentro tenga que desenlazar y rasgar y salir para que adentro...
¡Esperanza!, ¡Madre de las Pestes, Acicate de los Ingenuos! Y la risa de su novia cada vez más lejana; y él sin saberse adentro o afuera, intermitente y feroz.

jueves, septiembre 29

Transferencias recobradas

En 10 minutos (son las 16:50) me tomaré el minibus a Puerto Montt, devuelto a la extraña calidez de ser huésped en casa de familia. Mañana haré el llamado "Cruce de los Lagos": viaje anfibio y multivehicular que une Puerto Montt y Bariloche, atravesando 3 lagos, y por supuesto, la Cordillera de los Andes.

Las transferencias de materia entre lugar y lugar, se parece a la transferencia desmaterializante-materializante del cuento de "La Mosca." De repente, siento que "algo" se ha combinado con mi organismo: un rostro de gato, una garra de oso pardo, o una cola de rata como la que ví entre los escombros que orillan el ceno del mar casi estancado, frente a Puerto Montt ayer. ¿Es qué se mejora en las transferencias? ¿O es qué uno se transforma en una criatura cada vez más compleja y cada vez menos trabada por los hábitos monótonos y cotidianos? ¿Uno asume nuevos movimientos, con nuevas articulaciones, y va escaneando y ampliando más su campo visual y el de su experiencia?
A veces, ya no sé a dónde me conducen mis pensamientos metafóricos.
A veces, parece que balbuceo frente a lo más simple de vivir.


Frutillar, Chile, 07-12-97

martes, septiembre 27

Los yao-yao de Edgar Allan Poe

Cada tanto tiempo, uno debería volver a leer a Edgar Allan Poe. No sólo porque varios decálogos de cuentistas como Quiroga o Bolaño lo tengan por ley, sino porque a través de su lectura se reviven los escalofríos deliciosos que produce un imaginario nocturno. Releí hace poco sus mejores cuentos, atraído por razones compositivas: buscaba ciertos escalofríos, como rayos arborescentes y acoplados, para reproducirlos a mi modo y según espectros controlados.

Recuerdo cuando lo leí por primera vez. Tenía 12 o 13 años, y me habían prestado el volumen "Historias Extraordinarias" de Bruguera, con la expresa recomendación de "No leerlas de Noche". Recomendación atendible pero insuficiente para mí, ya que tenía por costumbre leer antes de dormir. La tentación era grande, y no me parecía que fuese a afectarme tanto. Me acosté y abrí mi libro bajo el cono de luz de una lamparita que sumía en sombras la habitación y el living. Mi hermano menor dormía placenteramente. Elegí el cuento más corto. Mala elección: se llamaba "El Retrato Oval".
En ese cuento breve y clásico, el narrador se refugia en una casona abandonada, y presa de la fiebre, se recuesta en una cama a fin de conciliar el sueño. Desde su lecho, y a la luz oscilante de una vela, atisba en un nicho no advertido de la habitación, el retrato de una mujer que le produce escalofríos. ¡La pintura está viva y lo observa desde la oscuridad! Por supuesto, no terminé el cuento. A partir de aquella noche continué leyendo a Poe a la luz del día.

A pesar de las líneas ya clásicas de sus cuentos, hay detalles que Poe introduce en sus ficciones que, siendo inquietantes, evidencian la huella personal de un imaginario múltiple y potenciado. Detalles que bien podrían no estar en el cuento, como si fuesen un reloj anómalo con su propia microfísica eficaz (muchos escritores lo producen: yo los llamo yao-yao, porque se abrazan al árbol de la trama, como un fruto anómalo y parasitario, pero "dulce-dulce" al lector.)
A continuación, los yao-yao de E. A. Poe:

* El crecimiento granular del maderamen del buque fantasma, en "Manuscrito encontrado en una botella", antes de sumirse en las entrañas polares de la Tierra.

* El carácter anticipatorio de la lectura, descargando y amplificando los sentidos (auditivos, en este caso) en "La Caída de la Casa Usher". (En "Respiración Artificial", Piglia imagina estas anticipaciones, pero dándose en forma demorada, como si la ficción escribiese la realidad. Poe las plasmó en su relato dándose en forma simultánea.)

* Los nombres mortecinos de Berenice, Morella, Eleonora y Ligeia: hermosas mujeres engarzadas en materia oscura. Y el cambio de nombres propios, que una vez traspasados al otro lado, se dan a los muertos, conversadores eternos: Eiros y Charmion, Monos y Una.

Y ciertos detalles que establecen resonancias constructivas:

* La brillante composición de "El Hombre en la Multitud", tantas veces analizada. El abrigo de las masas, la indiferenciación o el ansia de la mímesis. Un infierno privado, dinámico e incesante (puesto que el viejo sólo puede ver la multitud, el fondo indiferenciado, no ve al narrador cuando se choca con él, porque éste es también otro hombre en la multitud.)

* Las similitudes técnicas entre "Tripas" de Palahniuk y "Entierro Prematuro". Ambos comienzan con un anecdotario de casos parecidos entre sí y verosímiles, para preparar la experiencia personal y horrorizar con lo que se va a contar. Por su parte, Poe introduce una crítica a lo grotesco cuando no está enraizado en lo real: “Hay ciertos temas de interés absorbente, pero demasiado horribles para ser objeto de una obra de ficción. El mero escritor romántico debe evitarlos si no desea ofender o desagradar. Sólo se los usa con propiedad cuando lo severo y lo majestuoso de la verdad lo santifican y los sostienen. Nos estremecemos con el más intenso de lo “dolores agradables” ante los relatos del paso del Beresina, del terremoto de Lisboa, de la peste de Londres y de la matanza de San Bartolomé, o la asfixia de los ciento veintitrés prisioneros en el Pozo Negro de Calcuta. Pero en estos relatos lo excitante es el hecho, la realidad, la historia. Como invenciones nos inspirarían simple aversión.”
"Entierro Prematuro" es, a pesar de su tema, el cuento positivo de Poe, así como el "Diálogo de Cristobal Colón" es el de Leopardi.

Este fin de semana, fuí a la multitudinaria performance o caminata nocturna dentro del Cementerio Recoleta que convocó CRUCE. Chupé frío (tal vez por el mármol excesivo o por el frío que emiten los muertos, no sé), me cansé de estar de pie durante tres horas haciendo la cola, me asomé a los vidrios oscuros de las criptas atisbando los vitrós y los susurros inaudibles, las emanaciones invisibles.
A veces pienso que un libro, una historia, que no debe leerse de noche (¡pero que es ineludible no hacerlo sino nictálopemente!), concentra en un pequeño espacio un poder incalculable que nos impresiona de por vida, como una huella ectoplásmica indeleble y permanente.
Ever More.

viernes, septiembre 23

El veneno de Conrad para un blogger despreocupado

A pesar de los inconvenientes, de carácter personal, que comprometieron mi tiempo esta semana, pude ir a los Encuentros en el Rojas coordinados por Guillermo Piro, los cuales tenían por tema el "fenómeno" blogger. Fue grato y cálido, más que iluminador. Pude establecer esa extraña conexión entre imaginario textual y emisor real, plegando el gesto a las palabras. Antes de saber quién es quién, y dada las huellas que todo lector atento puede rastrear en un estilo, pude pre-identificar a los bloggers casi sin haberles escuchado antes (salvo al brasiliante, pero cuyo bronceado permanente tendría que haberme avivado.) Hasta reconocí al hargentino entre el público (es decir: un reconocimiento, obviamente, fundado en la estadística), y tengo mis sospechas sobre otros que ni participaron y tampoco se dieron a conocer, de entre los que leo o leí alguna vez.
Luego vino los saludos, el desenmascaramiento, la charla y la cena. Me pidieron amablemente escribir más, cambiar la cara (el template), relajarme, experimentar, desbandarme. Todas cosas que me hicieron reflexionar y remitirme a los múltiples decálogos para ser un buen blogger, o bien de sentirme en la trama de una educación sentimental. No es una cuestión de "seriedad" ni de "ligereza"; lo entiendo. Pero sí tiene que ver con la escritura, y eso remite a una dimensión personal confusa y exploratoria.

Para qué escribo en el blog, para quién. Y derivándose de esto: cómo y cuándo. Sobre el cómo, hay infinidad de pareceres y de intentos. El cuándo es lo más perentorio y condicionante: lo ideal es todos los días. Los blogs que tienen poco ritmo tienden a desaparecer, como si siguieran una ley entrópica. Noto, por lo pronto, que dada mi forma de vivir la escritura, pierdo el paso y por lo tanto, estoy siempre a punto de trastabillar y caer. No puedo escribir con ligereza (y como diría Calvino, no es éste un atributo negativo, pero sí participa del espíritu de la época o del nuevo milenio.) Siento una fuerte responsabilidad con lo escrito. No soy un autocorrector compulsivo, no me jacto de un sufrimiento flaubertiano, pero no puedo emitir gatos cuando sueño con liebres. No puedo encadenar libros como Aira, con el pragmático fin de mantener la línea caliente. No puedo escribir de lo actual, cuando seducido por el pasado, reescribo el futuro (como si fuese una criatura bergsoniana.) Admiro a quién produce sin dudar: es una energía inestimable y preciosa. Pero los admiro cuando sus obras son admirables por sí mismas, y no por la cantidad de energía desplegada.

Un blog "correcto", no dista mucho de una telenovela.

Tiene su franja horaria, su franja social o cultural de espectadores, su persistencia, su género. Y todos sus clishes y sus salvadores remakes. Puedo perderme un capítulo, y sin embargo, como si fuese un dios ubicuo y pagano, me vuelve a acoger en su trama. Y tiene su competitivo raitting. Y sus propagandas (los links amigos, los links de variedades y curiosidades, los links que nos favorecen.) Pero como toda telenovela, cuando uno se ha perdido tres capítulos y otras cosas nos reclaman (otro canal), caen y se abandonan en el olvido. Es difícil cortar con una telenovela, a pesar de su tensión permanente entre lo cursi y lo novedoso o lo macabro, crea una adicción extraña que es su corazón oculto y tiránico. Y yo desconfío de ese doble corazón paralelo.

Como si el blog, Dural, fuese el William Wilson de "NS", mi novela en demorada corrección. Temo que WW tome el control, porque como todo doble, absorve la energía del otro (NS) hasta su fin (que siempre es simultáneo). De la misma manera que en el cuento de Poe: absorviendo toda "la corrección" (la vida moralmente correcta), WW descorregía al narrador, condenándolo al infierno. Un doble, que con su acción angélica, niega el cielo a su protegido. Tal vez, deliro. Tal vez, me doy cuenta que la vida social del blog, impide la subvida anónima del escritor. Extraña paradoja.

El veneno de Conrad corre como una gota de aire por mis venas en el momento de la escritura. Supongo que las pocas visitas que tiene Dural y los concejos atentamente escuchados (y que aprecio, por supuesto), responden a la acción de este veneno que paraliza mis post, los acartona, los endurece y los espacía de silencio. Y como respeto a esos pocos y ocacionales lectores, que terminan de leer hasta la última línea de un post de Dural, les anexo las citas que, a modo de prospecto en la caja de un frasquito calavérico, pertenecen a un escritor maravilloso como Joseph Conrad, quién vivió primero y escribió para vivir después:

A) “Sólo mediante una devoción absoluta e inquebrantable al perfecto acuerdo de la forma con la sustancia, y mediante un cuidado incesante del contorno y la sonoridad de la frase, se conseguirán la plasticidad y el color adecuados, y la luz de la fascinación iluminará la superficie banal de las palabras, caducas y agotadas y desfiguradas por varios siglos de empleo negligente.”

B) “El trabajo es la ley. El espíritu que no se ejercita en la acción se convierte en una cosa muerta, pierde su fuerza e impide dejar un rastro personal sobre la tierra.”

C)“Trabajar lo más concienzudamente posible, describir exactamente lo que se ha visto, cuidar las frases como la tripulación baldea y cuida la cubierta, y no esperar otra recompensa que el respeto silencioso de sus iguales: en eso estriba el honor de un escritor.”

Manéjese con cuidado. Manténgase lejos de los niños y de los incautos(y de los lectores, arriesgaría yo también.)

jueves, septiembre 15

Descripción lepideptorológica de una nínfula



"Tampoco ella es la niña frágil de una novela femenina. Lo que me enloquece es la naturaleza ambigua de esta nínfula -—de cada nínfula quizá—; esa mezcla que percibo en mi Lolita de tierna y soñadora puerilidad, con la especie de vulgaridad descarada que emana de las chatas caras bonitas en anuncios y revistas, el confuso rosado de las criadas adolescentes del viejo mundo (con su olor a sudor y margaritas arrugadas.) Y todo ello mezclado, nuevamente con la inmaculada, exquisita ternura que rezuma del almizcle y el barro, de la mugre y la muerte, oh Dios, oh Dios."

¿Por qué se enamora Humbert Humbert de la vulgaridad de Lolita? ¿Qué es lo que viborea incesantemente en la imagen núbil de Lolita? ¿Qué atributos y condiciones permiten la aparición (súbito hechizo) de una criatura como las nínfulas, allí donde concurre la novedad —la vivacidad de lo joven— y la antigüedad —la continua evasión de un gesto de malicia ancestral—; la vulgaridad en los gustos y en las actitudes (lo provocador), la armonía y altura de los movimientos más delicados? Humbert Humbert es como un refinado degustador de vinos: han sido necesarios años de contemplación y secretas persecuciones, de haber entrenado a los sentidos a desplegarse de la manera más favorable para captar todos los grades de esas apariciones excitantes. Sólo el príncipe, puede disfrutar bajo el disfraz de un campesino, el sentirse ágil buzo en un ambiente vulgar, seguro en su refugio "Real". Un gran observador, pero también un hechizado (un Cazador Encantado.) Por otra parte podemos imaginar que, el campesino disfrazado de príncipe se ve anodadado por lo que no llega a controlar: los gestos, el squeptron. Tampoco es hechizado, sino abrumado. Porque tras el supuesto hechizo aguarda el mecanismo del engaño: sólo harapos, pobreza, desesperación, barro, nada. El hechizo está en aquello que se transfigura evanescentemente, siempre aproximándose, nunca estridente ni definitivo (como tal vez, lo quisiese el campesino), siempre volátil.

La figura de la nínfula, es la figura de la potencialidad. Tiene, asimismo, como atributo la efimeridad de la rosa (la flor se marchitará luego de ser regalada, pero en el gesto sobrevivirá todo su fuego.) Tiene una duración acotada, una malicia concentrada; y este gesto arrebatador, hace de una persona contemplativa y melancólica, su víctima perpetua.

¿Pero cómo describir esta potencialidad, esta flor a punto de florecer, y a la vez, contradictoriamente, en vertiginoso marchitar?

Pienso una aproximación: un Cubo es la superposición de infinitos Planos de espesor nulo. Con esta premisa, cuando quiera decir "Plano", diré en cambio: "un Cubo de espesor nulo." El cubo se afantasma: sólo veo su sombra, rectangular y habitable. Una nínfula es una mujer de formas leves (una mujer de curvas nulas), integrada de infinitos pliegues de niñas entrevistas. Esta entidad vaporosa, cúmulo indiscernible de posibles, de superficies erizadas y crecientes, son la movilidad constante. Necesita de lo bajo y lo pueril, para formar esa sombra rectangular que despliegue el fantasma. Tras el gesto infantil de una niña tomando un helado (no cualquier niña, obviamente), centellea un efímero brillo de malicia en sus ojos, para afantasmar un súcubo. Es una súbita construcción, únicamente posible en el punto convergente del deseo: "Lo que había poseído frenéticamente, cobijándolo en mi regazo, empotrándolo, no era ella misma, sino mi propia creación, otra Lolita fantástica, acaso más real que Lolita. Una Lolita que flotaba entre ella y yo, sin voluntad ni conciencia, sin vida propia."



[La formación científica de Vladimir Nabokov a través de la Lepideptorología, derivada de su afición por la caza y la descripción de las mariposas, impregna la forma en que Humbert Humbert focaliza y acecha esa criatura entre las "criaturas", y que por lo tanto separa y da nombre genérico, haciéndola suya. Dos clases de mariposa llevan hoy el nombre de Nabokov en los catálogos lepideptorológicos del mundo, puesto que él las describió por primera vez (ej.: lysandra cormion nabokov.) Quién lea con atención y estremecimientos espinales la gran obra del escritor ruso, no se sorprenderá que estas maripositas no sean las fulgurantes y oceladas criaturas que podríamos imaginar en primera instancia, capturadas por la red de un poeta (¿una trampa de primera lectura, como las que siempre propicia VN en sus novelas?)
Sólo son dos pequeñas y pálidas, vibrátiles y efímeras, vulgares y ninfúlicas maripositas nabokovianas.]

lunes, septiembre 5

Borges como escritor limitado

Me planteo pensar a Borges como un escritor limitado. Él mismo, dice muchas veces, que la escritura responde a la combinación de muy pocas ideas (pero, pobres en detalles, a medida que pulidas como diamantes, se buscan más puras. ¡Con lo bella que puede ser la ganga, como bien podría decir un minerólogo consumado como Arlt!)
Esta limitación es interesante, tanto más cuanto es "el infinito" principal idea directriz en los escritos de Borges. La prueba del límite, de la humilde posesión de unas pocas pertenencias, es la tranquera inviolable que siempre aparece en sus textos; y me refiero en términos matemáticos, a las Asíntotas: líneas limítrofes a las cuales converge sin tocar, toda función que se despliega infinitamente hacia ellas.
Un ejemplo, entre muchos, es el de "Funes, el memorioso"; la enumeración heteróclita de impresiones, en un despliegue cuyo límite es la minuciosa memoria infinitamente diseccionable de Funes, a la cual converge, como "Los Ojos de Caburga", dos cascadas: una desde el presente y la otra desde el pasado (la primera, oscurecida en la inmovilidad del catre; pero ¿y la infinita progresión de los fosfenos, de las sensaciones táctiles, etc. . . ?)
Todos los laberintos se perciben desde dentro, a fin de sentir la inmensa gravitación del despliegue al infinto; pero la misma nominación "laberinto" la contiene, la limita. Los infinitos son manipulables como cualquier cifra definida: llámese Zahir, Aleph, el "14" de Asterión o "la inconcebible hoja central sin revés" del Libro de Arena. Las imágenes se suceden como "ilustración" del despliegue del infinito.
Borges se detiene en las asíntotas. Podría decirse que define el Caos como el inviolable espacio que media entre el despliegue y la asíntota. Pero cabe aclarar, que bastaría que uno detuviera la cuenta, para que el Caos, aún siendo innumerables sus "puntos", deje de exitir como tal: siempre se pueden diseñar precisas constelaciones.
En esta paradoja radica la diferencia o la crítica que Borges transporta en sus escritos: la limitada combinación de pocas ideas con lo Ilimitado; cuando en otros aparece, la ilimitada combinación de varias ideas con lo Limitado (el detalle, por ejemplo en Nabokov.)

Poema Silenciado



Orfeo lloraba, queriendo acunar
el canto que se le escapa de la voz.

Las sirenas lo bebieron, anudadas sus
lenguas, encallaron sus rizos
a la melancolìa silenciada.

jueves, septiembre 1

Profecía enterrada en un chip oxidado y degradándose

Fantaseo enterrar todos mis escritos en una caja de plomo, 10 metros bajo tierra y dejar de escribir. Tal vez en el año 2666 me transforme en un Clásico. El tiempo arqueológico podría ser un gran Editor.
Pero seguramente, a los sesenta años, presa de la afectación de la memoria, los recuerde tan bellos como la antigüedad. Y al desenterrarlos, los decubra ajenos e incompletos o acalorados, y decida darlos al fuego. Treinta años de una sombra que crece en el patio, una biblioteca enterrada, es demasiada gravedad.
A los blogs los borrará el caos, alguna descarga mágnetica procedente del sol o una nueva tecnología que tendrá poco espacio para tantas cadenas de binarios. La fluctuación de la pantalla es demasiado límpida para el interés del arquéologo, del historiador, del anticuario o del manuscriptólogo. Carece del bruñido, la autenticidad, de la pátina de lo Antiguo.

martes, agosto 30

Cascadas

El inquieto y productivo staff de El Remisero Absoluto, me invitó a colaborar en su espacio con alguno de mis papeles a pixelar. Elegí "Cascadas", un instante de mis veranos de viajero, donde confluye las influencia de las cascadas, de la escritura y sus transferencias fluidas y secretas.

jueves, agosto 18

La Escena del Crimen

Ayer leí el artículo de Gamerro "Disparen sobre el policial negro", en su formato papel que es como lo prefiero (si algo bueno tiene la Ñ, es su composición gráfica: es legible y visual. Igualmente no la compro, me la regalan o me la prestan.), y este post es una transmigración de lo que quiso ser un comment a Massei en su blog.

El artículo de Gamerro es simple, y va evolucionando con claridad. Pero en ciertos puntos, se torna sutilmente invasivo, y un tanto declamatorio. Todo para llegar a ese decálogo, que sin dejar de ser chistoso, tiene la afilada ironía de una crítica literaria.
Si bien, medularmente, dice que el género policial, tan caro a los argentinos, fracasa en sus formas inglesa y norteamericana, dado el estado enquilombado de las fuerzas e instituciones intervinientes (tornándose más bien un análisis sociológico y políticamente correcto); toca con mirada crítica la literatura policial actual. De esto se desprende, a mi lectura:

1) El policial actual (analítico) es escapista y no reproduce la realidad argentina.
2) Que la policía sea el culpable peca de falta de originalidad (dado el determinismo del decálogo, "La Pesquisa" es predecible.) Si la policía no es culpable, es posteriormente, cómplice (Piglia y su decepcionante y bien escrito producto: "Plata Quemada")
3) La única vía potencial para el policial, es Rodolfo Walsh (el periodista es el único garante de la verdad.)

Conclusión:
1) No a los precursores o precognitores de Borges (De Santis, Martinez, etc.)
2) No a los predecibles y los decalogados (Saer, Piglia, etc.)
3) Sí a los periodistas (Walsh)

Obviamente, esto es una traducción y una lectura subjetiva. Me gusta la paleta de estilos y algunos libros específicos de cada autor implicado (me tienta nombrar, en forma consecutiva, de 1 a 3: la serie blanca, la serie negra, y la serie a todo color.)

Es decir, ¿Gamerro está indicando un nuevo camino olvidado para el policial argentino futuro? Es evidente que da por sentado que "Operación Masacre" es literatura policial, asunto que llevó buena parte de un seminario con Roberto Ferro y que se prestó a la discusión y al análisis. Este me parece que es el punto indefinible del asunto: la extraña oscilación entre los datos reales y el coagulante de la ficción
(¿Las Hipótesis en un hecho policial, como versiones posibles de la verdad y desarrolladas en clave ficcional, no es la invasiva incursión de otro género: la ciencia ficción? Un género corriendo como una serpiente por los conductos de otro género polimorfo.)

Por otro lado me incomoda, cierta presunción de que el periodista es el único que puede tomar el blanco escaque que ocupara en la novela negra, el melancólico e incorruptible Marlowe. Entonces, viene a mi mente, las leyes de indeterminación, los efectos de la complejidad, y por supuesto, el Ing. Gadda y su novela policial inacabada (la cual evoluciona, en su ansia por representar la realidad, hacia una complejidad desordenada, plena de víctimas y ausente de culpables: el asesino también asesinó al autor antes de que lo descubra.)
¿La sumersión en la complejidad de lo real, no hace que un género se delinde, y por ello deje su dinámica simple para transformarse en otra cosa? Después de todo, un lector de policiales (y otros géneros masivos), se conduce a través de la literatura seleccionando los símiles y clishes propios de ese género que terminan acotándolo. Como las señales de aerosol rojo en los senderos de montaña. (igualmente siempre se pueden descubrir puntos panorámicos fuera de los senderos, ¿no?)

Se puede seguir desbrozando; sea en una dirección de crítica literaria o de crítica sociológica.
Blanco y Negro, ajedrez.



[Hay un punto extraño, sin embargo, en "Operación Masacre", que evade el efecto de "realidad" que produce esa concatenación de testimonios que desarrolla Rodolfo Walsh, con su escritura blanca. Pero lo dejaré para otro post, integrando mi espacio Ripley de Lecturas.]

martes, agosto 16

Objetos del Tiempo Detenido

Es poco lo que se detiene en las miradas.
Acaso los frutos parecen mentir en su forma
la semilla rugosa de la muerte, culpa de invierno.
Invitados a los juegos de los pájaros,
los hombres no sienten el reloj triste encarnado en el
[costado oscuro de uno de sus días.
(A veces me duele esa costilla y corro de mi soledad
a la dulce serenidad de una cintura femenina.)
Los días cotidianos azotan las calles, las hojas
rozan los rostros, animales enrosacados en las faldas;
la piedra une la línea, la corteza el alma,
la distancia el anhelo, la oscuridad tu mirada.

Yo conozco un bar, en sus ventanas se recorta la vida
engañada en delicada escala de maravilla,
en los minutos contados de un trago nocturno.
Allí se detienen las cosas, la viña escucha su semillero
[oculto.
(Tal vez sea este el oscuro costado del mundo)

A veces temo sentir la piel ajena,
escuchar el reloj profundo,
a punto de hablar de entre el silencio:
un timbre que no recuerdo, pero sufro y anhelo,
en la indiferencia de los objetos del tiempo detenido.
Nada más la corta existencia
abrevada en una última gota de vino.

Tu voz me recuerda en su constancia
la antigua ferocidad de los ángeles.


(1994)

[Comencé a escribir poesía en mi adolescencia, y persistí de una manera sistemática a lo largo de varios años, de una manera libre e irrespetuosa. Luego sólo en forma ocacional, es decir, cuando una mujer era la destinataria, o cuando me embargaba una ansia de expresión (como naufrago a punto del ahogo), frente a cosas o sentimientos inabarcables por el lenguaje razonado. Este poema tiene su humilde y trillada historia: seleccionado y premiamencionado por Antonio Requeni y otros jueces en un concurso de poesía anual y desinteresado. A los años, me vino su simple publicación, en las manos de nuestro médico de cabecera familiar, quién al leer mi nombre me regaló su ejemplar. La lectura de un poema, me exige un estado especial de recepción: a la mínima estridencia o confusión lo alejo y lo arrincono en el olvido (lo que no significa que los míos estén excentos de tan hipersensible manera de leer, ni que mi resonancia sea la justa medida de la calidad.) Por otro lado, nunca me tomé en serio mi capacidad de poeta; pero sí, mis textos se ven influídos por esa peculiar forma de expresar lo percibido.
Arriesgo esta imágen: la Literatura es, para mí ahora, como un castillo fortificado a asediar. La poesía es el Foso: plagado de cocodrilos y estacas aceradas, puentes levadizos instantáneos y tramposos. Me encantó nadar en él, anillando la muralla. La torre es la prosa (la novela, el cuento); y todas mis estrategias tienden a tomarla, con las mismas armas que vengo afilando hace tantos años y tantas lecturas.]

jueves, agosto 11

Doble Fondo de una Sombrera (una lectura visual)

[Una de las experiencias que me interesó siempre en la Novela, es la capacidad de visualizar a través de la lectura lo narrado. De una serie de reflexiones en torno a este aspecto, quise traer hasta aquí, una curiosidad de lector. Digamos que me permito abrir, a riesgo de la paciencia del blegtor, un espacio Ripley de mis lecturas]

Entre las microhistorias que se suceden en "El Almuerzo Desnudo", la fragmentaria y alucinada novela de William Burroughs, he escogido ésta de su abanico. En primer lugar por su perfección estética. En segundo lugar porque me permitirá asistir al doblez establecido por su escritura, y por donde resbala la percepción, y deja la visibilidad para trocarse en videncia.

“En la cueva de caliza encontré a un hombre con la cabeza de Medusa dentro de una sombrerera y dijo: “Tenga cuidado”, al vistas de aduana... Congelado para siempre, y una mano a dos centímetros del doble fondo...”

Es una preciosa viñeta humorística, como la que podría encontrarse en un diario. Gráfica, sutil, no carece de su copete: “Tenga cuidado”. Una pequeña relectura del mito de Perseo y Medusa, contenida en el ajustado marco de una viñeta. Su belleza estriba en la economía visual de un solo cuadrito de celuloide. Lo único que puede congelar imagen y también sonido en una sola escena es la viñeta gráfica, pues el sonido se hace letra impresa. Toda la escena gravita, al parecer, en la pura visualidad (densa como una descarga óptica).
Preso de esa emoción estética, me dediqué a dibujarla. Observando la viñeta, todo parece estar ahí. Pero el chiste no se completa hasta que reparamos en algo que pareciendo visual, se roba a la mirada: el doble fondo.




Este Doble Fondo (con el encantamiento que radica en su carácter dual), es el elemento en la escena por el cual llegamos, como lectores, a desarrollar una mirada similar a rayos X. Es como un cajón que se abre a la intuición de “algo” prohibido. Ese “algo” se percibe, no se visualiza, se videncia. Por una característica propia del lenguaje, el doble fondo se ha dado vuelta como una media, merced a una despigmentación, un cambio de naturaleza. Lo invisible se ha hecho perceptible. La percepción se ha deslizado por un doblez, trocando de naturaleza.



Es precisamente por este doblez que permite la escritura, que el Doble Fondo en la Sombrerera puede compararse con el Cubo de Escher. Observando el cubo es imposible decir qué es interior y qué es exterior, ya que un doblez comunica una dimensión volumétrica con otra superficial. Como en la cinta de Moebius, nos podemos mover de lado a lado de la cinta. Como en la Botella de Klein, el líquido se derrama por dentro y por fuera. Dónde entra y dónde sale, dónde se cambia de lado, es el límite indiscernible por excelencia.

lunes, agosto 8

Divertimento

INDICE

Era la Mañana, cuando se dispuso a subir la escarpada superficie del Citerón.
Sabía que de no llegar a lo alto, antes de que anochezca, le iba a ser imposible encontrarla a ella en la oscuridad, lo que hacía doblemente peligroso cualquier tipo de búsqueda. Aún así, una confianza ingenua en sus fuerzas y su propia determinación, como transfigurado en un montañez consumado en las experiencias del salvataje, comenzó la escalada.
Sin embargo, ya hacia el Mediodía, la acción conjunta de la pendiente y la gravedad, el cansancio acumulado y el sol que dragaba sus fuerzas, le convencieron de servirse de una rama nudosa que hacía las veces de bastón y de consuelo en la instrumentalidad de la voluntad.
Pero, para cuando la cima estaba más cerca y a la vez más distante, penoso su andar y la piedra cada vez más vertical, el Crepúsculo lo encontró gateando, semidesnudo y cubierto de heridas. El peso de su cuerpo, la falta de aire, hizo que llegara a la cima con las últimas e incediarias luces del día.
Por suerte, ella estaba allí, viéndolo llegar. Su belleza lo encandiló como una llama de fuego bailoteante.
Entonces, jadeando, él le dijo:
"El orden de los factores no altera el producto"
Luego, el sueño lo venció por tamaño esfuerzo.
La Esfinge continuó pensativa.



[Divertimento: menos que un cuento y poco más que un simple acertijo. O como esas composiciones apresuradas y a punto de trastabillar que se cantan en alguna payada junto al fuego. Ganas ocultas de literaturizar la paradoja de Zenón, como un Carrol de segundo o tercer orden, tal vez. Sin ánimos de parecer ingenioso o ingenuo, canté prí.]

lunes, agosto 1

Concierto y Pereza

Kafka anota en su diario, el 13/12/1911, luego de haber escuchado un concierto, que a su oído a-musical le es indiferente, que: "No hay en el público un respeto hacia la literatura comparable al respeto que siente por la música"
Y hoy, esto me parece igualmente cierto y más notorio. Reflexioné esta cita de la siguiente manera: que la posición de escucha es de una pereza que no tiene la lectura. Al auditorio sólo le basta relajarse y dejarse amortiguar por el preciso transcurso de la música; a lo sumo, la acompañara un canto a media voz, una digitación aérea e inconsecuente. Pero la lectura exige su trabajo, hace que la música no brote hasta que nuestros dedos articulen las notas de su composición.
En esto, también emerge la pericia que irá incrementándose cuanto más se practiquen las tocattas lectivas.
Para algunos, ciertas notas serán inaudibles, ciertos arpegios demasiado arqueados, ciertas composiciones difícilmente abarcables con el sentido y el pensamiento.
Leer es escuchar un concierto de piano mientras se intenta seguir las exactas digitaciones del músico, leer el pentagrama en su belleza visual, y escuchar el carácter volumétrico, ambiental, del tema.
Una interpretación que exige nuestra acción, nuestra pericia cada vez más ágil en las articulaciones, todo un asalto a la ejecución que, sólo después de vencer acostumbradas inercias, prejuicios e incertidumbres electivas, se tornará en la simpleza armónica de una animal elástico en movimiento, natural.

[Todo esto, pensando muy especialmente en la indolencia de los adolescentes frente a la lectura y su vibrátil entusiasmo frente a la música]

(Rescatado de Libreta Negra)

sábado, julio 30

Las tenazas de Madoz



Mi extraña fascinación por las fotografías de Madoz. Tengo varias de ellas, y pienso ordenarlas para un cuadrito en madera y vidrio, rectangular que, decorosamente colgado sobre una pared, se aprecie como una serie de la imposibilidad, una grilla del pensamiento y de la paradoja que no se expresa más que como imágen a meditar. Tenaza que corta eslabonada, cadena continua seccionada.
Quería probar, en mi siempre postergado aprendizaje del buceo y control de la blogósfera, insertar una imágen, y pensé en Madoz. Será atractivo verla fluctuar entre mis magras notas, y no dejará de exigir al visitante ocasional, su urgencia de ser pensado, brillando como un diamante su impostura mimética creyéndose una paradoja visual. Como un espectro en el camino.

jueves, julio 21

Encuentro Nocturno

Hacia mis 20 años, me sentí prendado del Surrealismo, y específicamente del modo de captar o merodear la realidad a través de una forma surreal de la percepción. Había leído ese maravilloso librito de Maurice Nadeau acerca de la Historia del Surrealismo, y más tarde, Nadja de Breton. Entonces a esa edad, me largaba a caminar la noche, como un buzo en el abisal vientre de un mar extraño, procurando el encuentro con objetos del deseo y del sueño. Era de esperar que, la más de las veces, trajera a cuestas un zapato viejo o un neumático liso y sucio, de mis inmersiones. Está bien que Breton & Co. podrían haber transformado estos objetos en un sombrero con hebillas de transmisión telepática y un anillo de ahorcamiento abdominal para suicidas esféricos, respectivamente, pero mi imaginación esperaba otro tipo de irradiaciones. El tema estaba en la inquietante y trémula sensación de un encuentro asociativo con cosas y personas que durante el día, ni siquiera les hubiera prestado atención. Esto se potencia, cuando uno no espera esa aparición, esa configuración fortuita y nocturna.

Hace un par de meses, pasando las 10 de la noche, iba con V. caminando por una calle apenas iluminada de Villa del Parque, a metros de su casa. Las sombras de los árboles, perfilados por la pálida luz de un farol insuficiente, en una manzana de casas grises y depósitos comerciales, podrían haber mimetizado ladrones y policías, gatos y ratas. Pero como uno es del barrio, y ha recorrido esta cuadra miles de veces, es tan iluminada para la percepción como si fuese nuestro patio trasero. Y caminabamos, ella y yo, charlando en voz baja de lo que suele charlar una pareja solitaria en la noche.
De pronto escucho, como desde el fondo, una musiquita brillante y eléctrica, que se repetía una y otra vez. Al principio, pensé que era un ringtone de celular llamando en el silencio urbano, y traté de localizar a la persona que estuviese intentando contestar.
El sonido provenía de un árbol distante, y dejando a V. contenida en su sorpresa, me fuí aproximando a ese árbol. La músiquita, adorable e infantil, sonaba dentro de una bolsa de basura, que apenas iluminaba el neón del farol. Primero pensé que alguien había tirado sin querer su celular. Luego, conminándo a V. a acercarse calladita, le susurré que era una cajita de música.
Una cajita de música a pilas, que se había abierto tal vez por el tanteo de un gato pardo, y que en el interior de una bolsa de basura de Coto, no dejaba de cantar. La soledad y la penumbra neónica de una calle de barrio, y el encuentro fortuito de una artefacto nocturno: un "deshecho" musical.
¿Qué hacer? ¿Abrir la bolsa de basura y cerrar la cajita silenciandola? ¿Tal vez quién la hubo tirado, esperaba que algún cartonero la rescatase para sus hijas?
El pensamiento ronda estos encuentros como una mosca persistente, desmontándolos y volviéndolos a armar como un Mecano, buscándoles correspondencias y significantes ajustados. Pero el efecto vibrante que provoca, es uno y primero. Luego sobreviene la rebarba, la reluctancia, la cola doppler. Más efectivo que una Instalación artística (que es un recorte de una experiencia trasladada), es ese momento de choque nocturno con el pensamiento. ¿No podría ser acaso esto el sueño surrealista: la caída de los museos, de los marcos, de las habitaciones blancas y asépticas, de los pedestales y los cordones de plástico policial, las siluetas de tiza de un vacío asesinado?
Pasaron unos pocos minutos más que, encantados, escuchamos la musiquita oculta y cíclica degradándose en sus pilas alcalinas, en esa bella noche urbana. Y no pude saltar el cerco de su hechizo: tomados del brazo, nos alejamos taconeando sobre su partitura infantil. La musiquita terminó silenciándose por la distancia.
Uno podría imaginar avergonzado que, a pesar de la evidente tristeza de la realidad, el mundo de los cartoneros, a partir de ese momento, se encontraba encantado por un cuento de hadas misterioso.

Hay que seguir rotándolo, pensandolo . . .

jueves, junio 16

Indefensión

Esta es las sensación que me viene cercando desde que me asomo a este cruce violento y campal de escritores (en papel y en medios electrónicos)como una desordenada efervescencia. Indefensión, porque uno que hace rato declinó de sus ideas románticas de la práctica literaria, y con una novela bajo el brazo aún sin publicar, se asoma a la tormenta y calcula las probabilidades de supervivencia en un medio tan hostil. Por supuesto, que esta misma postura de "no me peguen, soy don nadie", aumenta las posibilidades de recibir un buen tortazo sin poder siquiera traspasar el umbral.
Haciendo referencia al post de Nielsen, intuyo que el punto G del problema, es que ya no hay "calentura". No hay editor, mecenas, grupo amigo, círculo de lectores, que se caliente por uno (y que influya en el medio, de modo tal que contagie esa "calentura") Así como Carlos Fuentes se "calentó" con Donoso, como Max Brod con Kafka (y contagió esa calentura), como Paco Porrúa se calentó con 100 años de Soledad cuando Gabo era "nadie", como Victoria Ocampo se calentó con tantos (algunos excelentes, y otros buenos). La literatura, ahora más que nunca, se ve presa de las leyes del mercado y cabecea indefensa en este medio. La "calentura" no tiene medida, salta los obstáculos, da pérdida, implica riesgos, establece un pacto pasional entre el escrito (no el escritor) y el lector. Cuando Saer escribió que estaba "caliente" con Di Benedetto, sentí ese calor y pude descubrir un escritor extraordinario (conseguí sus libros, los fui a buscar). Lo más dificil es discenir un contagio desinteresado, ya lo sé. Pero la comunicación entre lectores, no es crítica, no es lógica, no es objetiva; es eléctrica, se manifiesta a las patadas, a los codazos. Obviamente, el gran problema es tener una obra que "caliente". ¿Cómo se hace eso?, piensa seguramente el editor. Lo importante es que haya calentones, gente monomaníaca que esté dispuesta a seguir su impulso amoroso, seguir la linea ardiente de su lectura. Pero la actitud empresarial, como consta en los manuales correspondientes, necesita de mentes frías que evaluen coeficientes de rendimiento óptimos.
Hay mucho por desbrozar en estas reflexiones: el fenómeno es complejo y dinámico. Tal vez debería sumar mi pequeña experiencia con un círculo de lectores y mi novela. Pero hay algo cierto, si uno queda paralizado ante las dimensiones de la tormenta, pierde la capacidad de narrar. Y lo paradójico, es que hay "incontables" personas afuera que están dispuestas a leernos (a leernos; no dije a "comprar" nuestra mercancia. Y aunque "incontables", como para Asterión, sólo sean 14.)
Hay para todos, y todos para uno.

lunes, mayo 16

Jauría Activada

Evidentemente, Acteón es un nom de plum,elegido sin demasiadas expectativas de su fuerza, una elección más intuitiva que meditada. Seguramente habrá mejores máscaras para circular en esta extensa fiesta de carnaval, entre serpentinas eslabonadas de bites, queriendo ser otro. Después de todo, cuántos de nosotros no nos escudamos tras nombres más o menos vistosos. Tal vez, lo más extraño, lo más paradójico, es buscar por cada palabra que escribimos en la red, una sinceridad, un desprejuicio que no evidenciaríamos tan desprotegidamente en la vida real.
Si uno escribe, parece no vivir. Rimbaud es el ejemplo más perfecto, en su indolencia adolescente, de que hay un dejo de verdad en esto. Bastaría dejar un libro en el claro de un bosque, y esperar al lector que, tomándolo y sumergiéndose en su lectura, sea la perfecta víctima para el objetivo de un arma desde la espesura.
Si uno pretende escribir de sí mismo, debe salir a vivir, y a la vuelta de su extravío, si aún su sensibilidad no le hace temblar la voz, contar aquello que trajo consigo. Sin embargo, me demoro pensando (como pichón nonato de escritor), que uno debiera contar en realidad de aquello que no es uno. Salir a la calle, pegarse como una lapa a una persona, y tratar de traer su visión. O tan sólo, la fosforescente huella de su paso, un rastro de respiración, una inquietud solapada de estar siendo registrado por el tiempo mermante de una hora. Como Acteón, desde la espesura de su amparo de cazador, mirando a la bella cazadora en el claro. Intimidado, tembloroso en su percepción. Para tan pronto, advertido, ser devorado por sus propios perros.
En la red, uno tiene esa extraña sensación de la caza. Uno entra en su espesura, elige un tanto azarosamente una máscara, se pega tratando de dar claridad a su visión. Pero tan pronto como es advertido, comienza la metamorfosis. Sus propios perros (palabras de dientes acerados y pulidos por la devoción de un dueño de sus actos), "tiemblan de carreras", y se lanzan tras de mí, salvajes y voraces como elásticos boomerangs del sentido.

Sí, bueno. Son pensamientos un tanto divagantes y brumosos, los que vengo escribiendo hasta el momento. Buscan la precisión y se demoran en la inexactitud de sus herramientas.
Escucho ladridos en la noche. Apagaré por ahora, mi lintera y mi voz. . .

miércoles, mayo 4

Silencio postergado

Es increíble la cantidad de silencio que media, como un mar, entre esta anotación y la anterior. Como si estuviese en el borde de un pozo inextendido, y arrojase una piedra esperando escuchar el "block" de su fondo; pero nada . . . Tal vez sea tan profundo y tan lejano, que mi oído jamás lo perciba, o la piedra jamás quiebre la superficie de un fondo para orlarse de ondas, cerrándose en abanico hasta chocar con mi indolente espera.
El cielo está gris, un pichón raya su espesura, el pino apenás se agita trémulo en la brisa, la lluvia se anuncia en su ausencia. Un mismo silencio se propaga (el tecleo lo posterga, pulso a pulso). Un silencio muy parecido al de quien no tiene nada que decir, ni que contar. . . (¡que perdida de tiempo!, ¿no? O pérdida paulatina de visión, bajo esta lluvia de rayos catódicos, el temblequeo de la luz eléctrica que atenta contra tu mirada, tu lectura que se desgana con cada palabra eslabonada, sin gracia, sin esfuerzo, sin dirección)
El silencio escrito de quien no tiene nada que decir . . . ¿Acaso no hay ya muchos que revuelven sus armarios, sus cabezas irradiadas de visiones de pantalla, de voces acodadas sobre hilos telegráficos, ondas de radio, celulares vibradores, en procura de un intante de vida orgánica, de experiencia muscular?
De lo que no se sabe, mejor callar. Buen concejo para los muertos, pero no para mí.

lunes, marzo 14

Una cita

"Lo que no está escrito, ondea ante los ojos, y los azares ópticos determinan la apreciación final"

Kafka, Diarios, entrada del 07-01-12