miércoles, noviembre 18

Literatura & Tinto


El 24 de noviembre a las 19 hs., en Eterna Cadencia:

Homenaje a Gabriel Báñez y presentación de Posted by (selección de textos de su blog Corte y Confección, publicados por La comuna ediciones)

Participan:Juan Sasturain, Martín Kohan, Marcos Rodríguez, Iván Maidana
Importante: Se entregarán ejemplares de Posted by entre los concurrentes de manera gratuita. Al final, brindis con buen vino de la casa.
Auspician: Secretaría de Cultura y Educación / Municipalidad de La Plata – La comuna ediciones.
Organiza: Nación Apache
Eterna Cadencia Honduras 5582 – Palermo – Buenos Aires

viernes, noviembre 13

Juan José Saer sobre la necesidad de la crítica

(…) Teniendo en cuenta el estado presente, desde el punto de vista intelectual y artístico, de lo que se llama, sin consentir la delicadeza de algún eufemismo, el mercado literario, se me dio por pensar que la crítica es en la actualidad más necesaria que nunca, y si bien mis textos no se ocupan de demoler falsas reputaciones que en general, con el tiempo, suelen derrumbarse solas, en el momento en que estaba proyectando disculparme por haberlos escritos, tuve la intuición de que esa modestia era peor que un acto de cobardía: era un gesto puramente retórico. Porque, a decir verdad, en mi fuero íntimo pienso lo contrario: renunciar a la crítica es dejarles el campo libre a los vándalos que, al final del segundo milenio de nuestra era, pretenden reducir el arte a su valor comercial.

Es notorio que el discurso contra la crítica, académica o no, que abunda en la escena pública, ya no constituye hoy en día la rebelión legítima de auténticos creadores contra el conformismo que pretendía imponerles un preceptiva petrificada, sino que encarna exactamente lo contrario, es decir la pretensión autonómica de la sociedad mercantil que disfraza el mismo conformismo de siempre en espontaneísmo, de supuesto respeto por la masa de compradores a la que designa con el concepto vago de “público”, y de la confusión constante entre la prosa aproximativa del periodismo y una serie de inepcias que se quieren hacer pasar por literatura.


Es obvio que mi intención no es la de exigir de las autoridades –si por casualidad todavía las hubiese- que prohíban la aparición de malos libros y que castiguen severamente el enriquecimiento ilícito gracias al tráfico masivo y a la vista de todo el mundo, entre la gente honrada pero desprevenida, de mala literatura; de ninguna manera. Pero el submundo que practica ese tráfico detesta a la crítica, porque no ignora que el sistema que ha creado –sobre todo en los países industrializados- no resistiría mucho tiempo a los análisis, a las distinciones, y sobre todo al rigor intelectual y a la ética que el ejercicio de la verdadera crítica supone. Es vital para sus intereses que la crítica no se meta con ellos; y eso tal vez impulsa una de las razones que me incitan a practicarla de vez en cuando: no darles el gusto.
Pera esa razón es secundaria. La principal es la siguiente: ya sabemos que la crítica es una forma superior de lectura, más alerta, más activa, y que, en sus grandes momentos, es capaz de dar páginas magistrales de literatura. En consecuencia, la frecuentación del género con la esperanza de lograr algunas de esas páginas no es un proyecto demasiado inútil por parte de un escritor: la obtención de una sola de ellas lo justificaría.
[Saer escribió este texto como prólogo para su libro de crítica La narración-objeto, fechado el 3 de septiembre de 1999, y editado por Seix-Barral. Siempre estuve tentado de reproducirlo en este blog, porque concuerdo en mucho de sus puntos (aunque habría que ampliarlos con mayor detenimiento en un análisis de los fenómenos percibidos), y especialmente, por su contundencia. Disfruto mucho más los textos críticos de Saer que sus novelas (tal vez, a causa de que tardé en caer en la cuenta de que las novelas de Saer se deben leer como las de Proust: en su conjunto, como un continumm), y recomiendo a quienes sean recelosos de la crítica, tanto La narración-objeto, como El Concepto de Ficción y Trabajos. Creo que a partir de varios post que vengo leyendo por la red, donde el conflicto mercado-literatura-crítica origina cruces estrepitosos y poco razonados, este texto de Saer, esta especie de credo conradiano a favor de un ejercicio sostenido y riguroso de la crítica, es perentorio y necesario. Frente a cualquier discusión que involucre los términos de este conflicto, me parece que, como background, por lo menos debiera estar presente en las mentes de los contendientes.]

jueves, noviembre 5

Sueño Blanco

Sé que suelen aburrir los sueños escritos (lo que por otro lado, no ocurre con los narrados oralmente), pero seré breve y éste, en particular, tiene una vinculación sutil con lo real (lo que lo potencia) que podrá interesar. Ayer por la noche, apenas quedé dormido de cara a las anchas persianas soñé. Estaba en una especie de pasillo blanco, luminoso como la vía láctea, avanzando hacia algún lugar indiscernible ya que la blancura lo inundaba todo. No era un túnel (vade retro victor-sueristas y analistas freudianos), sino un pasillo prismático, casi levreriano. Y hacia mí, digamos que avanzando en dirección contraria, venían cloqueando asustadas gallinitas blancas de crestas de un rosa incoloro y patas de un amarillo huevo (bosteros abstenerse, soy del diablo). Asustadas, como si escapasen, aleteando súbitamente suspendidas en un vuelo torpe, confluían hacia mí de a decenas, con lo cual me llevaban a tener que evadirlas protegiendo mi cabeza con los brazos y moviéndome como un anti-arquero. Venían muchas, arrastradas por su pánico, como si estuviesen en una cinta transportadora. Pero mi mente insueño, lejos de estar sorprendida, rumiaba una sola idea, un objetivo urgente: ¿cómo iba a poder capturar alguna y estirarle el cogote de un certero movimiento?, ¿cómo iba a poder desplumarla y cocinarla en ese lugar? En esos reflexivos momentos comencé a despertarme, y como en un entresueño, nítidamente el disco acebrado de la luna brillando a través de la persiana, sumergiéndose en un halo azulado que cambiaba su forma como un charco móvil, borroneando el disco en distintas direcciones. Pestañeos más tarde, pude enfocar la escena con la imprecisión de mi vista sin lentes de contacto. Me quedé unos segundos admirando la luna real como una vaporosa mancha tras las persianas y el cortinado de sombras.
Finalmente, me levanté y fui al baño pensando: qué sueño loco y que poca cosa para un cuento o una narración. Pero lo real es que lo había soñado de cara hacia la luna, y no podía descuidar la posibilidad de su influjo soterrado. Entonces recordé a los hombres-lobo (una conexión, después de todo, literaria), cerrándose con la imagen de las gallinitas, la blancura lunar, la necesidad de cazar civilizadamente. La luna no estaba llena y mi interpretación es sólo una relación de causas y efectos literarios. En el sueño yo no era un lobo, ni me sentía como tal. "Lobo" sólo es un eslabón perdido entre el influjo (¿real?) de la luna recortada por mi persiana en un piso catorce y un sueño curioso y ridículo (a la vista de la vigilia).
Tal vez después de todo, haya una especie de influjo de la luna, así como lo hay en las mareas oceánicas. Lo extraño viene de reflexionar y tratar de descubrir qué clase de influjo operó en mí, y la sutileza imaginaria con que lo hizo. Un misterio que tardará lo que un post descriptivo en desaparecer de mi atención.
Qué poco sabemos de la noche...

martes, octubre 27

Un Estilo Despojado

Hace un tiempo abrigaba la idea de escribir una serie de textos con "los lugares comunes de la crítica", y específicamente de la reseña. Una forma de la crítica a la crítica actual. Mi intención era más bien programática: delinear cómo se lee desde la autorización, y específicamente, cómo se autoriza críticamente desde el lugar común. Un ejemplo, muy claro, es el de "estilo despojado".
No es una cuestión de vacío o de sin sentido, si no de intención. Cuando una reseña subraya "el estilo despojado" de una novela o de un texto literario, está abogando en contra del preciosismo o del riesgo estilístico, ponderando por sobre otras escrituras, una "carverización” del discurso literario. Supongo que hay que pensarlo con más detenimiento, pero ese "estilo despojado" es, además de un lugar común de la crítica argentina, un connotado prejuicio valorativo hacia quien ejerce un estilo personal y no-despojado, es decir, no simplista.

lunes, octubre 19

Cinco Artilugios para Escribir Non-Fiction

Publicado originalmente en Nación Apache
Introducción:

Ya lo había dicho Truman Capote en su prefacio a su libro Música para Camaleones, en 1975 (es decir, nueve años después de editar su novela emblemática en un género anfibio entre la realidad y la ficción del lenguaje: A Sangre Fría), que “los críticos se quejaron de que la novela de non-fiction era un término para llamar la atención, un fraude, y que no había nada de nuevo ni original en lo que yo había hecho” Sin embargo, el término vino a iluminar el producto de una crisis entre la escritura literaria y la periodística, sobre el eje de lo verosímil. ¿Cómo contar la experiencia de lo real con la sensibilidad adecuada que se transmita en palabras al lector? ¿Cómo revitalizar ese pacto entre el cronista y el lector? Consideremos, sin ir más lejos, otro de los textos que hicieron historia: Operación Masacre de Rodolfo Walsh. Es indudable que en su original técnica que combina el documento periodístico, la denuncia expresiva y los artilugios derivados de la novela policíaca negra norteamericana, junto a su estilo claro e inmediato, Walsh le da una efectividad narrativa que realza “lo real” a la vez que lo comunica y lo acerca al lector. Y si consideramos que ha sido editado antes que la famosa novela de Capote, bajo condiciones muy diferentes, es decir, casi al margen, sin el auspicio de los medios de comunicación, en contra del aparato del Estado, podríamos dudar que ambas “novelas” puedan ser comparables o definan un mismo género de escritura. Sin embargo, comparten ciertas estrategias y artilugios que atañen también a otros textos de la non-fiction, y que establecen el mismo riesgo y la misma emergencia: que los hechos son reales y que el lector contemporáneo deberá sentir que lo que lee es real. Así como para los griegos, los cantos de Homero contaban la verdad mítica, y para los lectores del siglo XIX, leer las novelas de Balzac les transmitía la verdad de la vida burguesa y las contingencias de la pobreza, la forma de la escritura tuvo que irse adaptando en cuanto a sus estrategias para dar verosimilitud e inmediatez a lo narrado. La forma tuvo que acondicionarse a la nueva sensibilidad del lector de mitad del siglo XX, puesto que había experiencias que una mirada objetiva ya no podía transmitir: las drogas, la guerrilla, la subjetividad de lo otro (el asesino, la estrella de cine, la víctima), en definitiva: lo prohibido y lo inalcanzable. Un registro crudo, inmediato, y por ello, más real. Pero esa forma también es un ideal, una aproximación permanente, siempre perfectible y nunca alcanzada. Truman Capote percibió esta dificultad luego de publicar A Sangre Fría, escrito que veía ya como un libro helado, y que le llevo a entrar en una crisis creativa que: “alteró mi concepción total de la literatura, mi actitud hacia el arte, la vida, el equilibrio entre ambos y mi comprensión de la diferencia entre lo verdadero y lo realmente verdadero.” Por ello, la disparidad de los títulos que componen la colección de la non-fiction, y por eso, nuestra intención de comparar dos registros tan absolutamente diferentes, como son los de Rodolfo Walsh y el de Rex Reed en ¿Duerme usted desnuda? A través de este texto del autor norteamericano, perteneciente al New Jornaulism, iremos analizando algunos de los interesantes aspectos que identifican a un escritor de Non-Fiction.


1) Empatía y Mimetismo

Algo que siempre pone en duda un texto que bucea en un medio hostil, es si el autor estuvo allí. Transmitir un registro directo exige a veces ganarse la confianza de la fuente, puesto que muchas veces, lo que termina dando, es un testimonio prefabricado, indirecto. Transmitir la experiencia de las drogas es más verosímil y más excitante si el mismo autor lo ha experimentado en carne propia. La empatía con el entrevistado, es una exigencia doble: por parte del entrevistado (para que éste se abra) y por parte del lector (para creerle), y puesto que es doble, debe estar en el texto mismo. Un ejemplo de ello, es un mínimo detalle en el texto de Reed, cuando Ava Gardner, antes de decir media palabra, le increpa:

“—Bebes ¿verdad, pequeño? El último maricón que vino a verme tenía gota y no quiso probar trago.”

Reed entonces bebe para agenciarse su confianza y de alguna manera, se torna un igual, se mimetiza como un personaje más en el ambiente del texto. Líneas antes, Reed nos había mencionado la alta dificultad de acceder a la fuente, pero precisamente lo que da verosimilitud a su entrevista es cómo cumple con las exigencias del mimetismo. Un ejemplo paradojal, es que “no debe tomar notas”, técnica que comparte con Truman Capote y que desacartona el registro distanciado de lo grabado (el entrevistado cuida sus palabras y está en guardia permanente.) “¿Qué es eso?”, dice Ava, “Los ojos se encogen, partiendo a su huésped por la mitad, perforando mi cuaderno de notas—. No me digas que eres una de esas personas que van por ahí garabateándolo todo en pequeños pedazos de papel. Líbrate de eso. No tomes notas. Tampoco hagas preguntas porque probablemente no contestaré ninguna.”

Rodolfo Walsh, desde el mismo instante que la “realidad” golpea a su puerta de lector hedonista y burgués, adopta una posición empática con la víctima. Operación Masacre es en primera instancia, la historia de la búsqueda de las víctimas sobrevivientes a un fusilamiento ilegal, y por cada una de ellas, debe vencer su miedo a la exposición y granjearse su confianza, pero también es la historia de un compromiso social entre el periodista y su investigación. Es decir, hay una historia a desentrañar, que poco a poco se transforma de testimonio a denuncia.


2) Backstage y Montaje

Uno de los aspectos que, según Capote, debilitaban para él A Sangre Fría, era el narrador omnisciente: “Por lo general, el periodista tiene que entrar en la obra como personaje, como observador testigo, si es que quiere mantener el libro dentro del plano de lo verosímil. Yo sentía que era esencial, para el tono aparentemente objetivo del libro, que el autor permaneciera ausente. En realidad, en todos mis reportajes, siempre intenté mantenerme lo más invisible que fuera posible.”

Reed como varios integrantes del New Jornalism, solucionan esa debilidad al involucrarse en tanto personajes dentro de sus textos y narrando las vicisitudes de cómo han conseguido esa historia, iluminando el ambiente detrás de las cámaras y los actores involucrados en la edición. El backstage, un término derivado del Cine y que atañe especialmente al texto de Reed, es una forma de cuestionar o evidenciar el montaje, otro recurso esencial del periodismo que, por una restricción de espacios en diarios y tiempo en televisión le es insoslayable. La sospecha del montaje o del “fuera de contexto” se ve salvada por la ilusión de realidad que da la visión de los entretelones en la confección de la historia. De alguna manera, el backstage justifica el por qué Reed accede a la exclusividad de acceder a su historia: “Y nerviosamente, moviéndome bajo mi chaqueta de polo a lo Brooks Brothers, recuerdo también a los fotógrafos, contra los que –según se dice- ella arrojó copas de champán (¡corre incluso el rumor de que precipitó a un periodista por la barandilla!), y -¿quién podría olvidarlo, Charlie?- la marimorena que se armó al presentarse Joe Hyams con un cassette oculto en la manga.”

Sin embargo, el montaje (otro término derivado del cine, y especialmente, del documental) es una técnica necesaria para el escritor de non-fiction, ya que el material (documentos, imágenes, diagramas) precisa ordenarse como un rompecabezas de acuerdo a su mayor efectividad, a la vez que siempre remitirá a lo “real”. En un reportaje de Ricardo Piglia hecho en marzo de 1970 a Rodolfo Walsh, éste habla de la necesidad de llevar al montaje a la categoría de un arte en sí mismo: “(…) que lo que realmente sea apreciado en cuanto a arte sea la elaboración del testimonio o del documento, que como todo el mundo sabe admite cualquier grado de perfección. Es decir, evidentemente en el montaje, en la compaginación, en la selección, en el trabajo de investigación se abren inmensas posibilidades artísticas.”


3) Utilización de imágenes de efecto simbólico

El carácter anfibio del non-fiction, le permite utilizar un recurso propio de la literatura, de manera tal de ganar un impacto emocional que el documento o la fría enumeración de los hechos no puede transmitir al lector. Y generalmente, lo encontraremos en los retratos o caracterizaciones de los personajes involucrados, tratando de darle un efecto simbólico que de cuenta de su personalidad o de su destino. Un ejemplo de ello, en el texto de Reed, es el motivo de los “pies descalzos”. Describiendo a Ava Gardner, Reed escribe: “Lleva un suéter azul de cachemir de cuello alto, arremangando hasta sus codos de Ava, y una minifalda de tartán y enormes gafas de montura negra y está gloriosa, divinamente descalza.” Páginas más tarde, Ava se lamenta de su suerte: “Los que nunca se van de casa no tienen dónde caerse muertos, pero son felices. (…) qué maravilloso debe ser trajinar descalza y cocinar para un grandioso y maldito hijo de puta que te quiera para el resto de tu vida.” Los pies descalzos conforman un símbolo doble: están divinamente desnudos en el éxito, están desnudos en la pobreza, es decir, Ava es una cenicienta que desea la felicidad que no ha tenido como princesa. La mezcla simbólica entre la alto y lo bajo, también puede verse en la siguiente cita: “Suena el timbre de la puerta y un chico de cara granujienta y peinado a lo Beatle entrega una docena de hotdogs traídos de Coney Island en limousine.”

Walsh hace algo curioso cuando se sirve de una imagen de efecto simbólico, por ejemplo cuando describe a Mario Brión, una de las víctimas fatales de la Operación Masacre: “Tenía una tricota blanca, era Mario Brión y parecía un Cristo*” Es una imagen efectiva pero, en definitiva, un mero lugar común. Casi diríamos de mala prosa y muy poco objetiva. Pero Walsh, sabiendo de su efectividad, opta por salvarla con una nota al pie (uno de sus recursos que definen su estilo y su forma de dar verosimilitud a su narración), la cual indica: “* Textuales palabras del sereno al padre de Mario muchos meses después.” De esa manera, se vuelve objetiva sin dejar de tener una intención argumentativa.


4) Información sin filtrar

Otra de las posibilidades que permite el género por sobre la nota periodista, es poder desarrollar toda la información disponible sin que ésta se vea filtrada según su valor en tanto confiabilidad o verificabilidad. Es decir, en el texto se pueden colar trascendidos, off the record, suposiciones y planteos subjetivos, rumores, chismes, etc. A través de la multiplicidad de voces, las versiones y los datos de diferente valoración, al momento que son enunciadas por cada personaje, dan una coartada al autor. Un ejemplo de material espurio para un periodista objetivo, es el chisme que Reed deja colar sobre la sexualidad de Frank Sinatra y Mía Farrow a través de las palabras de Ava Gardner:

“—¿Y Mía Farrow? —Los ojos de Ava se avivan hasta un suave verde césped. La respuesta llega como si cantidad de gatos lamiesen muchos platillos de crema—. ¡Ah! Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un chico.”
“Como un tocadiscos automático que deja caer un nuevo LP, cambia de tema.”

Este amplio espectro de la información, a fin de darle esa cualidad al género en el orden de la narración, dificulta que se pueda subrayar un dato o una versión por sobre los otras. Querer representar la complejidad de lo real, lleva a una igualación valorativa entre todos los datos que componen la historia. Focalizar la atención del lector en un mismo testimonio sin alterarlo, es decir, para que hable por sí mismo, lo lleva a utilizar ciertas estrategias como la repetición de palabras o el uso de bastardillas. Reed lo hace con Ava para que quede subrayada en la mente del lector, la fragilidad y decadencia de una celebridad: “Estoy asustada, pequeño. Asustada. ¿Es posible que puedas entender lo que es sentirse asustada?”

Rodolfo Walsh, también lo hace, especialmente en ¿Quién mató a Rosendo? Cuando repite frases en signos de exclamación que el mismo entrevistado pronuncio sin afectación, para llamar la atención del lector y darle significancia y peso en su argumentación. Puesto que Walsh sabía que utilizar los recursos de la narración le permitía mezclar información de diferente índole y verificabilidad, es interesante cómo en Operación Masacre, cambia de estrategia para subrayar las palabras que incriminan por sí solas a Fernández Suárez, quien ordenara la ejecución ilegal. Decide filtrarse previamente como narrador: “Aquí quiero pedir al lector que descrea de lo que yo he narrado, que desconfíe del sonido de las palabras, de los posibles trucos verbales a que acude cualquier periodista cuando quiere probar algo, y que crea solamente en aquello que, coincidiendo conmigo, dijo Fernández Suárez.”


5) La efectividad del texto en su interacción con la realidad

En tanto hay una relación íntima entre lo real y la ficción, en la producción misma del non-fiction, es que se da una interacción o un feedback entre texto y realidad. Es decir, el texto crea efectos que originan reacciones en los medios, así como también, puede ser al revés: el texto se ve afectado por la realidad. Es por ello, las consiguientes reescrituras y agregados de notas al pie de Rodolfo Walsh. Y también, es un ejemplo de este feedback el que Truman Capote no haya dado punto final a su novela antes de que los asesinos hayan sido ejecutados, dándose un problema de índole ética y moral. El mimetismo, la confianza defraudada, la denuncia subjetiva, tiene un costo que el autor de non-fiction asume, y que por otro lado es la razón de su éxito y su aval de credibilidad. Que el texto tenga una impronta en la realidad, de alguna manera, también lo legitima como no ficción (lo que no significa que sea una característica excluyente del género, puesto que hubo obras literarias que han producido también efectos directos en la realidad.)
Esa confianza en la efectividad del texto de no ficción, es lo que lleva a Rodolfo Walsh a decirle a Piglia, en la citada entrevista de su escritura, que:

“Según como la manejás es un abanico o una pistola y podés utilizar la máquina de escribir para producir resultados tangibles (…), podés mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda.”

Bibliografía utilizada:

Capote, Truman. “Prefacio”, en Música para Camaleones. Ediciones Debolsillo, Bs. As. 2007.

Piglia, Ricardo. “Hoy es imposible en la Argentina hacer literatura desvinculada de la política” en Walsh, Rodolfo Un oscuro día de justicia. Emecé. Bs. As. 2002.

Reed, Rex. “¿Duerme usted desnuda?” en Wolfe, Tom (ed) El Nuevo Periodismo. Anagrama. Barcelona. 1977.

Walsh, Rodolfo. Operación Masacre. Ediciones de la Flor. Bs. As.1986.

Walsh, Rodolfo. ¿Quién mató a Rosendo?. Ediciones de la Flor. Bs. As. 1994.

miércoles, octubre 14

La Televisión del Acampamentista

La semana pasada, tratando de conseguir los cuatros libros siguientes de la saga del Padre Brown, en una librería de viejo de mi predilección, me ofrecieron "Las Paradojas de Mr. Pond", en la Colección Austral. Aunque suene raro hoy en día, este libro menor que tengo de Gilbert K. Chesterton, es una cuarta edición, y trata sobre los casos casi mínimos de un personaje muy elocuente y enciclopedista en cuanto a los temas generales, pero tímido y un tanto humilde con la exposición de sus propios logros. A tal nivel lleva su timidez, que sus historias terminan comprimiéndose en frases paradojales que los demás escuchan como un non-sense admirable y sospechoso, o la chochera de un funcionario del ministerio inglés entrado en años.

Pero lo que llamó especialmente mi atención hoy, mientras leía en el colectivo, fue una observación sobre el fuego del hogar y el cinematógrafo, que rápidamente vinculé a una frase que suelo decir alegremente cuando acampo en el Sur: la fogata es la televisión del acampamentista. Puedo estar horas modelando la alternacia multífida de la flama, viendo cómo el aire caliente se entrama en el aire helado y cómo se alejan las pavesas incandescentes queriendo prender polucivas. El párrafo que marqué es el que sigue:

“A veces no sé si eran mejores las cosas cuando veíamos figuras en el fuego, en lugar de verlas en la pantalla cinematográfica. Las figuras del fuego, como las figuras de las nubes, son lo bastante incompletas como para exigir que la imaginación las complete. Además”, añadió Mr. Pond, atizando alegremente las llamas, “uno puede meter el atizador entre las brasas, y hacer una figura diferente; en tanto que si uno mete un enorme palo en la pantalla porque no le gusta el rostro de la estrella, ocurre toda suerte de dificultades.”

Es cierto que en la época de Chesterton no había televisión, pero él ya intuía una función que faltaba en el cine: el Zapping.

¿Acaso no es zapping lo que hace Mr. Pond cuando atiza el fuego y cambia las figuras que danzan frente a sus ojos?
Pero hay una última función bosquejada en sus pensamientos, de la que suele carecer el cine y la televisión: la Incompletitud. Y por ende, la participación creativa del espectador en la elaboración, in mente, de cada historia. Cosa que, de hecho, otra forma como la novela propicia y alienta, produciendo missreading o versiones incompletas, subentendidas, sobrentendidas, desfiguradas.

Esta idea de la Incompletitud que pide nuestra participación, es como si uno, cambiando de canal, descubriese que la materia oscura ha transformado en puzzle dinámicos los reality-ready-shows-made, las noticias desgarradas por los mass-blacK-media-hole en TN, las series desconstructivadas de los Simpson, las recetas alternadas de Francis Mallmann y Narda Lepes, el astío de la repetición incesante de las mismas series hollywoodenses; todo esto, salvado por el atizador irrespetuoso e incisivo de la mente de un tímido y humilde espectador.

jueves, septiembre 24

Un cuento de Peter Gabriel:


LA CAJITA DE MÚSICA

El menor Henry Hamilton-Smythe (8 años) estaba jugando croquet con Cynthia Jane De Blaise-William (9 años) cuando Cynthia, sonriendo con dulzura, alzó en lo alto su mazo y arrancó elegantemente la cabeza de Henry.

Dos semanas más tarde, en el cuarto de Henry, descubrió su atesorada cajita de música. La abrió con impaciencia y al comenzar la canción de cuna “Old King Cole”, surgió una pequeña figura fantasmal. Henry había vuelto -aunque no por mucho tiempo, ya que al erguirse en la habitación, su cuerpo comenzó a envejecer velozmente dejando su mente infantil cautiva.

“Todos tus sentimientos parecen tan alejados de mí. Ya casi no me importa… Estás ahí parada con esa expresión fija, dudando de todo lo que tengo que decir. Y la niñera te contará mentiras de un reino más allá de los cielos, aunque yo estoy perdido dentro de este medio mundo. Llevo demasiado esperando en él, y todo este tiempo me ha pasado de largo. Ya casi no me importa…”

Los deseos que habría experimentado durante su vida lo atravesaron en oleadas.

“Sólo un poquito más de tiempo. Tiempo para vivir el resto de mi vida. ¿Por qué no me tocas? ¡Tócame! ¡Tócame ahora! ¡Ahora, ahora, ahora…!”

Los intentos por persuadir a Cynthia Jane de que cumpla sus deseos románticos, desafortunadamente, atrajeron a la niñera hacia el cuarto para investigar el ruido.

Instintivamente, la nanny arrojó la cajita de música hacia el niño barbado, destruyéndolos a ambos.

traducción imbricada: M.P.S.

martes, septiembre 22

Spin

El fantasmal Omar Genovese escribió un texto extenso y minucioso sobre el mundo ultracompetitivo del tenis en Nación Apache, inspirado por la fantástica victoria de Del Potro sobre Federer. Escrito con el estilo preciso y geométrico de los ensayos de Thomas De Quincey pero con la seriedad de un ingeniero biomecánico, hacia el final, como lo exige la larga exposición a la alta especificidad, se acerca a una escala humana. A quién le interese seguir explorando bichee los comment, allí encontrarán que se abre otro twilight zone.

El artículo haciendo un click aquí: La singularidad de los plurales

martes, agosto 18

La Vida Privada

Una cosa es diseñar para la Ingeniería y otra para la Literatura. La gran fórmula del ingeniero en diseño es la relación funcionalidad versus costo. Si puedo obtener el sonido de un Stradivarius auténtico con materiales “otros” a un costo menor que un Stradivarius auténtico, es un buen diseño (otra cosa es querer tener lo “auténtico”. A los ingenieros no nos importa el “aura” sino la funcionalidad, que es otro tipo de belleza.) Si el diseño va a tener el mismo o mayor costo, deberá ser superior en su funcionalidad. Es una relación simple, una ley de diseño.

La literatura también tiene sus mecanismos, su etapa clónica, su funcionalidad y su costo. Pero yo lo veo más como un Organismo. Organismo que se va mejorando darwinianamente según la atmósfera a conquistar, pero siempre atrofiando otra de sus partes o extremidades: una economía de lo disponible, para respirar mejor. Una novela puede contar con un montón de mecanismos inútiles, pero en esa inutilidad puede estar su belleza. Cuando los mecanismos de una novela funcionan impeliendo al lector del Cap 1 al Cap N, le son invisibles e insonoros (y hasta a veces lo son para el mismo autor, que los copia en bloque, por ejemplo, de otras novelas anteriores.) Lo malo de saber como funcionan (como cuando viajo en avión), es saber dónde pueden fallar. Es sólo cuestión de uso, antigüedad y mantenimiento.

Creo también que primero hay que producir y luego publicar, e insistir con la publicación. Hay que difundirse, lo más extensamente posible. El reconocimiento es otra cosa; compleja, azarosa, acomodaticia, difícil de predecir. ¿Es bueno que te reconozca Paulo Coelho, y con él 1.000.000 de lectores? o ¿es bueno que te reconozca Oliverio Coelho y con él, 100 lectores?

Pienso en un de los cuentos de escritores de Henry James, un cuento perturbador: “La Vida Privada”. El escritor del cuento tiene una vida social impecable, pasa la mayoría de su tiempo en tertulias y agasajando actrices que actuasen en sus obras exitosas y de genio. ¿Pero en qué momento tenía tiempo para escribir, cuándo pulía esas delicadas producciones? El protagonista descubría, en un asalto a la intimidad, que el escritor era doble: por un lado existía el social y auspicioso de sí mismo, pero, al mismo tiempo, en la oscuridad de su cuarto escribía el otro: un döppelganger genial y autista.

El blog insume, cuando “funciona”, mucho tiempo, mucho derrame social; y dependiendo qué esperemos de él, mucha energía. Es una tertulia complicada y se presta a malentendidos y conflictos. Y lamentablemente, no contamos con ese doble oscuro que debe hacer la obra que soñamos, ya que su lugar es incomunicado y asocial.

El blog es para mí un Maëlstrom: me absorve, me desordena y dispersa; y por supuesto, se vuelve sospechosamente adictivo. Para escribir la literatura que está en mi cabeza, debo alejarme de él, y esa es una de las razones por la cual mis post se espacian orillando arroyos, lagunas y mares.

viernes, julio 17

Otra nota desAirada

Aira siempre tiene alguna declaración pseudocrítica urticante y contraproducente bajo la manga. Me acuerdo de "Cortazar es un mal Borges", cuando tal vez, se podría decir que Aira es un mal Pynchon. Las novelas de Pynchon son voluminosas y múltiples, y creo que ningún lector sensato podría asegurar que en sus páginas no abunda la literatura.

martes, julio 14

Dos apuntes comparativos e incautos: Aira versus Kafka

1. El Dinamitero Loco
Escritores del límite: aquellos que fuerzan la literatura al límite.

Esa escritura se podría rastrear en Franz Kafka, especialmente en el “sí, pero” analizado por Marthe Robert. Una escritura quNegritae no tendría forma ya que ésta se ve desintegrada. Miguel Vitagliano, en un seminario sobre la novela, dijo que César Aira podría leerse como escritura cero (concepto postulado por Roland Barthes, el grado cero vendría a ser la escritura que se arranca la literatura. Así por ejemplo, “yo escribo” sería el primer grado, “escribo que escribo” sería el segundo…) Pero ¿qué quiere decir con esto? Bueno, de alguna manera, que Aira mina constantemente la literatura (según parece, a través de lo chistoso.)

No se sabe con certeza si César Aira tiene un programa, un proyecto teórico. Más bien se presume la ausencia del mismo; pero no por carencia, sino por sobresaturación. ¿Pero es interesante el dinamitero loco? Digamos que podría tener valor porque es un límite. Es interesante a la Crítica Taratológica el escribir cada vez más peor (¿pero es posible esto?)

2. Ley de los Rendimientos Decrecientes versus Ley de la Mejora Continua
Sin embargo, al terminar de leer Cumpleaños de Aira, me pareció que ahí se planteaba una especie de Ars Poética, imbricada en una reflexión existencial risueña. Me interesa su método para destrabar la escritura, su “Ley de los Rendimientos Decrecientes” que bosqueja en este delgado volumen (algo así como un libro de autoayuda para escritores inhibidos.) A esa ley, a su vez, se podría contraponer una “Ley de la Mejora Continua”, a la que más bien, como en mi caso, adscribiría Franz Kafka (con resultado adverso), a partir de lo que se puede deducir de esa entrada en su Diario en la que habla sobre el comienzo. La cito por su maravillosa consistencia:

En el primero momento, el principio de todo cuento es ridículo. Parece imposible que ese organismo nuevo, todavía incompleto y delicado por donde se lo mire, pueda mantenerse vivo en la organización del mundo ya existente, que como toda organización completa tiende a encerrarse sobre sí misma. Sin embargo, uno olvida que el cuento, si su existencia es justificada, ya lleva en sí una perfecta organización, aun cuando no haya completado todavía su desarrollo; por eso es injustificada la desesperación que puede provocar en ese sentido el comienzo de un cuento; del mismo modo deberían desesperarse los padres ante una criatura de pecho, porque nunca tuvieron la intención de traer al mundo ese ser miserable y sobre todo ridículo. Por supuesto, uno nunca sabe si la desesperación que siente es justificada o injustificada. Pero esta reflexión nos sirve en cierto modo de aliciente; bastante daño ya me ha hecho ignorarla.” (Diarios, 19 de diciembre de 1914)

Y todo esto, centrado en el eje temático caro a los concursos literarios, sobre los principios y la engañosa postura de que con un comienzo gancho, se justifica o no el continuar con la lectura de una novela o un cuento. A Aira parece interesarle específicamente “comenzar”, para luego terminar con apresuramiento y desaliño ante el pánico de quedar trabado y a la inmovilidad.
Ante el mínimo obstáculo: adoptar la solución de lo primero que se me pase por la cabeza, un maravilloso destrabe automático como la cola de las lagartijas (postulando una especie de literatura de las soluciones triviales.)

miércoles, julio 1

Un lento retorno al mundo subterráneo



Es increible cómo pasa un año así como así. Cada tanto entro a este espacio, admiro las telarañas que se agitan levemente con mi intrusión. Visito desde aquí a mi aldea (los blogs que me son afectos), rara vez hago un comment allí donde puedo y donde siento el acicate de un párrafo, cuanto menos meditado 2 minutos.

El panorama literario no ha variado en la Argentina mucho más que lo anunciado en el post anterior, por lo menos para mí. La Feria del Libro, a la que concurrí una vez este año, no fue muy distinta de la anterior. Es decir, generalmente, me tientan dos cosas cada vez que voy: las novedades y las charlas de escritores de segunda línea para arriba. La única novedad del 2009, fue el libro de Cortázar (que aún no compré) y los escritores de segunda línea están muy ocupados o muertos, y los de primera, están muertos aunque ominosamente presentes. No encontré sitio para las pequeñas editoriales independientes, lo cual hubiera sido estimulante. Me parece que en esto tiene que entrar el Ministerio de Cultura: en subvencionar estos espacios próximos y urgentes, en políticas de difusión y de estimulación de la lectura temprana; más allá de pagar pasajes en búsqueda de la edición extranjera o ocupar un stand en las ferias exóticas de Franckfurt. Me hubiera gustado escribir un post para el blog sobre la feria que lleva año a año Paula Pampín, pero ¿valía la pena ofrecer otro texto del desencanto? (para textos del desencanto lean el de Alan Pauls sobre Gesell, una decepción sobre la decepción.) Pero por supuesto, la escritura es una forma de terapia, y en mi caso, especialmente, una forma del pensamiento analítico. Así como las ecuaciones fijan movimientos y plantean paradojas a destrabar, la escritura fija el movimiento de nuestro pensamiento, planteando las paradojas de nuestra acotada y subjetiva percepción.

Me propongo revolver mis papeles, estudiar y ampliar mis proyectos. Tengo artículos por desarrollar, apuntes que hacer, dibujos para bosquejar, una nueva novela por escribir. Luego de esta irradiación, alejada de la web, fijada en papel, será cuestión de plantear un nuevo campo de fuerza. El blog es una cantera magnífica, llena de vetas, estalagmitas y estalactitas, conformada en gran parte de ganga que hay que reducir, aunque sus galerías estén siempre a punto de colapsar y desplomarse. Prender la lámpara de mi casco de ingeniero, tirar una soga de teseo, y perderme en los pasillos con el canario al borde de la asfixia (esto suena un tanto doble en su sentido), es lo que más me placería hacer este tiempo.

Un nuevo y perezoso viaje al Blogunderworld.