viernes, agosto 6

Superenjambre


Una noche de abril, luego de realizar mi habitual y mecánica extracción y lavado de lentes de contacto, al momento de guardar el líquido en el botiquín, pensé que estaba trasladando átomos de plástico de un lugar a otro. Es más, que yo era otros átomos (en el sentido griego, es decir, puntos de mínima unidad de materia energizada) trasladando otros átomos diferentes de un lugar absoluto del espacio a otro, y que como contrapartida, en otro sector del universo, semejantes traslaciones de energía destructiva (para mí, que lo veo desde mi escala nimia) fluían de la misma manera, pero con "menor" complejidad mental (esto es difícil de expresar: mi mundo de compuestos es más real y presente, más complejo y abigarrado que lo que produce, en cuanto a forma y belleza, un agujero negro que va desarmando las cuentas luminosas de un collar constelativo).
Entonces, merced a esta "simplificación" (yo átomos, y la botella de líquido: átomos trasladados de un punto absoluto del espacio a otro), toda mi historia, lo real percibido se transformaba en una pintura impresionista, un hormigueo de puntos sin conciliación de linealidad, todo se transformaba en un superenjambre.

Esa descomposición en superenjambre, tal vez, pudiera ser sostenida (experimentalmente) para escribir un cuento, en el punto de vista de un hombre, digamos, por ejemplo, un químico y su título aflora en mi mente, a la manera de Bartleby, el escribiente, o más adjetivado: Jacques, el fatalista, no sé, algo así como Browniann, el químico (un título con un discreto bruñido decimonónico o positivista). Por supuesto, es una especie de extrañamiento o personaje lumpen, nada original si se piensa en Camus & Sartre.

Pero veamos, hay dos conceptos germinativos en este apunte un tanto apresurado: a) el superenjambre; b) las percepción impresionista (de alguna manera, el texto impresionista)

Dejémoslo estar. A lo sumo, es un balconeo existencial que retrata muchas de mis noches, en las que un acto repetitivo como esta simpleza de sacarme los lentes de contacto o cepillarme los dientes, me recuerda la aproximación inexorable de la muerte.

[Días después de mi epifanía impresionista, vi un documental de NATGEO sobre Nanotecnología donde un entrevistado decía "sólo somos patrones de átomos". La foto de este post pertenece a Richard Barnes, de su trabajo Animal Logic]

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